"La voluntad nacional es una de las palabras de las que los intrigantes de todos los tiempos y los déspotas de todas las épocas han abusado más. Unos han visto su expresión en los sufragios comprados por algunos agentes del poder; otros en los votos de una minoría interesada o temerosa, y los hay, incluso, que la han percibido plenamente formulada en el silencio de los pueblos y han deducido que del hecho de la obediencia nacía para ellos el derecho de mando"

A.Tocqueville, "La Democracia en América"

viernes, mayo 29, 2009

Estos somos









Con estos personajes es imposible hacer una epopeya. Nos movemos en la picaresca, pero sin gracia alguna. Necesitamos aire, gente nueva, y sentido del ridículo.

Y necesitamos, como respirar, un sueño.

Abramos las ventanas, que entre el aire y se lleve toda esta putrefacción.

Emigremos en espíritu a América.

martes, mayo 12, 2009

UNA DECIMA DE SEGUNDO

Había sido todo tan fácil. Pensar que el mundo estaba contenido en una décima de segundo, un universo infinito acotado por algo que éramos, casi, incapaces de percibir. Un instante lleno de posibilidades.

Y recorríamos noches enteras, escondiéndonos por los márgenes, persiguiendo instantes que sabíamos falsos, quemando con desesperación motas de tiempo que supimos que no eran nada, que podían romperse como burbujas, estallándote en la cara en una explosión de colores de plástico y risas. Y no nos importaba, porque la noche estaba llena de ellas, décimas de segundo que se nos escapaban de las manos sin importarnos. Una, y otra, y otra, y otra… todas eran iguales, y al mismo tiempo, distintas.

Entonces lo supimos, descubrimos sin que nadie nos lo dijera que el tiempo era un minúsculo punto que nada significaba. Ese instante de lucidez donde todo se confunde, pasado, futuro, presente infinito y eterno. Y el movimiento no era nada, sino un permanente estado de embriaguez, un carrusel de plenitud, una fermata suspendida en la nada. Siempre tuvimos aquel paraíso.

Algunos, simplemente, no creímos que fuera cierto, nos engañamos y sospechamos que todo aquello no fue sino un momento cegador y fulminante, un oropel que nos sedujo cuando nos creímos héroes. Nos quedamos con el recuerdo. Caímos presos del tiempo.

He acabado por acostumbrarme a su sabor. Amargo y suave. Aceptar que su calor letal recorra mis venas. Que me invada un falso bienestar. Cada día veo sus efectos en mi piel, en mis ojos, en mi mirada. Y sitúo con vergüenza todo aquello en un lugar de mi memoria. Como si fuera un hoja de papel leía y ajada. Que leo, arrugo y arrojo a la papelera para volver a desplegarla y leerla de nuevo, creyendo que así la hago mía. Eso es el tiempo. La prisión en la que algunos quisimos encerrarnos. Los recuerdos no son nada, humo, hojas arrugadas en la papelera que simulan llenar la vida.

Tú también llegaste a ser un recuerdo. Mientras recordábamos aquellos días, como si nos pertenecieran, nos preguntábamos qué sería de ti. La gente decía cosas, hablaban de monstruos, fantasmas y pozos negros que te acosaban. Pero seguías apareciendo, tu imagen, gastada –pero éramos nosotros, prisioneros del tiempo, quienes la veíamos gastada-, aparecía por televisión. Y nos decíamos, aún sigue ahí. Anclado en un presente inmóvil te veíamos como el punto de fuga de nuestras vidas. Y entonces volvíamos a creer que todo aquello pudo ser, y que quizá lo tuvimos en la mano y se nos escapó. Siempre hablábamos en pasado.

Te reías de nosotros. Nos decías que tú no habías caído en esa falacia, que a pesar de todo, a pesar de todo aquello que decían de ti, seguías poseyendo aquello que nosotros dejamos abandonado, el día que empezamos a creer que el tiempo era algo real.

Y ahora, como siempre, luchas contra gigantes, has entrado en un mundo descomunal, y ya no hay tiempo, quizá nunca lo hubo.

Y yo, que oigo hoy palabras incomprensibles que los demás gritan, retales de realidad que me niego a entender, salgo de mi autismo para volver a verte en un recuerdo, única cosa que ya me pertenece.

El resto es silencio…