"La voluntad nacional es una de las palabras de las que los intrigantes de todos los tiempos y los déspotas de todas las épocas han abusado más. Unos han visto su expresión en los sufragios comprados por algunos agentes del poder; otros en los votos de una minoría interesada o temerosa, y los hay, incluso, que la han percibido plenamente formulada en el silencio de los pueblos y han deducido que del hecho de la obediencia nacía para ellos el derecho de mando"
A.Tocqueville, "La Democracia en América"
jueves, noviembre 29, 2007
EL DILEMA POSMODERNO
lunes, octubre 01, 2007
MORAL COMBATIVA
domingo, septiembre 16, 2007
ODIO Y PENSAMIENTO DÉBIL
lunes, septiembre 03, 2007
ROSA
Querida Rosa:
Perdona que te vuelva a escribir, no vayas a pensar que soy un pesado. No espero contestación y sé perfectamente que esta carta no la leerás, como no leíste la anterior, hace ya casi un año… cuánto tiempo. Verás, no sé si conoces una novela de Saul Bellow, Herzog: el protagonista, una especie de superviviente del caos doméstico que se desarrolla en su vida, y que se adentra en la madurez con un equipaje de decepciones que sobrelleva con ironía, pasa el tiempo escribiendo cartas que nunca envía y que jamás serán leídas, cartas a amigos y enemigos, pero también cartas a gente famosa, presidentes de los Estados Unidos incluidos. Toma esta carta de la misma forma, una carta jamás enviada, escrita por alguien que malgasta su tiempo de esta manera, y por qué no, también cargado de decepciones que sobrelleva como puede.
El otro día te vi por la televisión Rosa. Ibas vestida de rojo, impecable, mostrabas tu carnet de PSOE, dijiste que lo lucías por última vez en público porque te ibas del partido, aunque no pensabas desprenderte de él. También dijiste que nunca dejarás de ser socialista, que por eso lo hacías, y que te ibas para formar un nuevo partido donde defender tus ideas socialistas. Te vas por fin de un PSOE que apesta, bien lo sabes Rosa, te alejas de aquellos que compartieron contigo mesa y mantel, de los que hasta no hace mucho eran tus compañeros, tu “familia” socialista. Ahora te desprecian, ya ves, dicen que lo veían venir, que hacía tiempo que le estabas haciendo el juego a PP. No, eso no verdad Rosa, “soy socialista”, lo dijiste el otro día varias veces, para que quedara bien claro. Te vas Rosa, abandonas el barco, y desprecias la mano que te ha dado de comer todos estos años. Eres valiente Rosa. Déjame decirte que tu gesto te honra, porque te niegas a quedarte callada, a que tu silencio sea cómplice de la infamia, te honra porque te niegas a bajar la cabeza como muchos de tus compañeros, que asienten y no dicen nada, a cambio de un cómodo lugar en alguna lista. Pero sobre todo, tu gesto te honra porque sabes, también como yo, que tu carrera política ha terminado, que has decidido poner el punto final, a pesar de la ilusión con que hablabas de tu nuevo proyecto. Hace casi un año (cuánto tiempo, verdad Rosa) decidiste dar el primer paso, te enfrentaste a la dirección de tu partido, dijiste que ya era suficiente, que había que decir bien alto que deriva que había tomado tu partido, y especialmente tu presidente Zapatero, no sólo era un suicidio, si no, sobre todo una traición. Y lo dijiste con claridad, sabiendo que a partir de ese momento ibas a ser una apestada para tus compañeros, sabiendo que tenías un largo y doloroso camino por delante. Sí, ya sé que hace mucho tiempo de aquello, pero déjame que transcriba aquella carta que te escribí entonces, la dejé escondida en un blog, y hoy ya no es más que un torpe recuerdo carcomido, un desconchado en una pared que pronto volverá a ser pintada.
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Lunes, 27 de Noviembre de 2006.
Se por lo que estás pasando Rosa Díez, créeme que lo sé. No es compasión lo que me mueve a escribirte, compasión sólo la pueden tener aquellos que perdieron a sus seres queridos, y aún así me parece un sentimiento algo obsceno –prefiero el apoyo sincero y echar una mano antes que la compasión. Déjame, sin embargo, que te diga algo, me mueve quizá cierta admiración por la entereza que demuestras ahora –cuánto tiempo el perdido-, frente a la soledad en que te encuentras.
Es duro toparse con la realidad, pero ya has visto cómo están las cosas. Has dicho basta, te tomaste tu tiempo, demasiados recuerdos que ahora se tornan dolorosos acaso. Algunos no tienen ni recuerdos, jamás han tenido memoria, tan sólo una fría mirada de reptil que se ilumina cuando vislumbran a la presa. Durante un tiempo, los despreciasteis, pretendisteis poder controlarlos, ¿quiénes eran? Nadie, burócratas de partido que obedecían órdenes. Ahora, ya ves Rosa, ahora controlan tu propio partido, se enseñorean ante vosotros, los apestados, pasean ufanos su indiferencia ante el dolor ajeno, inmunes ante cualquier mínima consideración de dignidad moral. Sí, ya lo sé, el poder, me dirás, el poder corrompe. Quizá lo sepas mejor que yo Rosa, has probado el sabor del mismo ¿recuerdas? Qué tiempos aquellos en que gobernabais junto a los incubadores de la serpiente, ¿por qué lo hicisteis? ¿Por el poder? Sí, es cierto, el poder puede corromper. Pero hay algo más, la miseria moral de aquellos que se llenan la boca de términos grandilocuentes, aquellos que exhiben la jactancia del imbécil. El mal, adquiere múltiples formas, la banalidad quizá sea la peor de todas. Ahora pretenden gobernar, no con los incubadores, si no con la misma serpiente, os han dado la patada. Al final han sido más listos, qué ironía verdad, sólo tuvieron que esperar su turno, vosotros les dejasteis.
Has dicho basta, Rosa, eso te honra. Has dado el primer paso, el decisivo, el que jamás darán algunos, por mucho que la realidad les contradiga, son incapaces. Te has plantado y ahora te encuentras sola ¿hace frío verdad? Sé que no te volverás atrás, que eres valiente, que tu decisión es definitiva, puede que acabe con tu carrera política; te admiro por ello. Pero he de decirte que te espera un largo camino, te espera tu particular vía crucis. Ignoro si te atreverás a recorrerlo o si pretendes quedarte donde estás ahora. Te advierto que es un camino duro, doloroso –sobre todo doloroso-, pero si lo recorres, puede que logres algo de sosiego. Es tu decisión, eres tú quien debe tomarla. Suerte.
Atentamente:
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¿Y ahora qué Rosa? ¿A dónde pretendes ir? Hace frío hay fuera, mucho frío, quizá más del que te esperabas. Puede que hayas decidido terminar con todo esto de una manera gloriosa, intentando renacer como un ave fénix de las cenizas, sabiendo que quizá ya todo acabó para ti, mostrando orgullosa tu canet del PSOE y afirmando tu condición de socialista sin mancillar, puntualizándolo, sobre todo para que no se te malinterprete, claro. Me temo que sabes que el barco que has elegido se hundirá sin remisión, que el estrecho margen en el cual has elegido vivir acabará ahogándote. Perdona, soy un ignorante el política, quizá me equivoque y sea esa la mejor manera de acabar con aquellos que hoy manejan tu ya ex-partido, quizá, pero sí se que algunos de tus compañeros siguen ahí fuera, pasando frío, apestados, y soportando que les acusen de todo, incluso de aquello que a ti no te gusta oír. En cualquier caso Rosa, déjame que reitere mi admiración, por tu coraje, y por no haberte callado. Y permíteme que te siga deseando suerte.
Atentamente:
f.
(Publicado por fermat AKA pirx)
domingo, julio 15, 2007
YO, EL PUEBLO
Generalmente sucede en domingo. Suelen ser días tranquilos, tras todo ese fárrago de las semanas previas, toda esa cacofonía que parece quedar muy lejos, casi olvidada: mítines a los que acuden los mismos; conexiones en directo oportunamente estudiadas para que se diga la frase, la idea, se oiga el aplauso entusiasta, se agiten las banderas de forma coreográfica…; noticias al respecto en la radio, la televisión, la prensa; espacios gratuitos en los medios que nadie ve, ni oye, y que todos pagan; quizá alguna vez, y tras arduas negociaciones, se pueda ver –con más morbo que interés- el ansiado combate, dicen que dialéctico, entre los dos grandes candidatos; en fin, la ceremonia mediática de siempre.
Ese domingo, quizá, uno se levante, y a pesar de todo ello, se decida por ir. Lo cierto es que a juzgar por las estadísticas no resulta un bicho raro, al contrario, de manera inexplicable acaban siendo mayoría los que acuden, a lo sumo, con suerte, cruce con algún otro despistado una mirada de asombro y ¿resignación? No quizá solo sea… cansancio. Uno se encuentra dentro, la gente anda de aquí para allá con unos sobres en la mano, e intenta convencerse de que lo hace por otros motivos, de que en nada influye en su decisión todo eso que gritan y proclaman autosatisfechos ellos, de que jamás ha entendido (o sí lo entiende, y por eso le rechina) qué es todo eso del “deber ciudadano en un día como hoy”, de que lo hace por una cuestión de ¿emergencia? Sí, eso debe ser, porque de otra forma, si todo fuera anodinamente normal, bien a gusto se hubiera quedado en casa, a demás un domingo, leyendo algo, o siguiendo acostado plácidamente con la parienta (o el pariente, o sólo), o preparándose con todo el tiempo del mundo un almuerzo pantagruélico, o yendo a la playa, o… tantas cosas. Pero una vez dentro es como si hubiera caído de nuevo en una trampa, la misma trampa de siempre, y parece como si no hubiera ya vuelta a atrás.
Lo cierto es que todo invita a la desconfianza. Uno tiene que elegir entre un montón de papeletas repletas de nombres que a penas conoce, a lo sumo cinco o seis entre centenares. Escoge una, no por le guste, o porque se sienta… cómo se dice… ¿representado?, por los candidatos, si no porque siente que todo va fatal, que algo habrá que hacer, y que su decisión casi es como un acto de autodefensa, al menos así piensa cuando coge la papeleta y decide por última vez si no será mejor irse a casa.
Quiénes son, conoce al primero de la lista, a lo sumo al segundo y poco más. Los demás, ¿qué hacen? ¿Quién les ha puesto en la lista? ¿A qué se dedican? Pero no puede hacer nada, no puede tachar algún nombre, ni romperla por la mitad (¿para qué tantos?), ni añadir alguno de otra lista, tan solo le queda doblarla y meterla en el sobre, sacar el DNI y guardar pacientemente turno.
Quizá durante esos breves minutos le asalten nuevamente las dudas, y se pregunte cosas, las esperas en las colas suelen ser terribles. "¿Creerán estos cuyo nombre aparece en la lista que les voto a ellos?" "¿Dirán si son elegidos que he depositado mi confianza en ellos? Cómo si la confianza se pudiera “depositar”, como si se pudiese confiar en alguien en quien no conoces, ni sabes qué hace". "¿Proclamarán que son mis representantes? ¿Ante quién? ¿Mediante qué contrato?" Pero no hay tiempo para más, la cola avanza y llega su turno. Alguien le pide el DNI, coge su sobre ("¿ni si quiera puedo meterlo yo?"), y tras comprobar que existe y es real, introduce el sobre en una urna y dice: “Fulanito de Tal, vota”. Y ya está.
Ya está sí, no te das cuenta, pero de manera imperceptible, casi a traición, se ha producido en ti una mutación. Fulanito (o Fulanita) de Tal ha dejado de ser quién era, y en ese preciso momento forma parte ya, perdida toda la individualidad que hasta hace unos minutos le caracterizaba, de un magma misterioso, al que todos adoran, en especial aquellos cuyo nombre aparecía en las papeletas, un magma semidivino (o divino), formas parte de EL PUEBLO, algunos algo cursis y afectados también lo llaman LA CIUDADANIA (así en femenino, quizá por aquello de la cuota). Te dices que no, que nada ha podido cambiar, que sigues siendo quien eras, alguien autónomo, con opiniones propias, más o menos equivocadas pero tuyas, con una vida privada que es lo que más valoras, alguien que piensa que lo público cuanto más pequeño, mejor (y nunca es demasiado pequeño), con una libertad individual que opinas que nadie, ningún estado, ningún gobierno te la puede tocar mientras respetes la ajena. Pero no, resulta que no es así, de forma misteriosa te das cuenta, mientras regresas a tu casa, que algo ha cambiado, para mal. Como si fuera una náusea, te das cuenta de que ya no eres como antes, o peor, de que para algunos, para aquellos que hasta hace unos días gritaban estupideces tras un atril, has dejado de ser quien eras, y ahora sólo eres un átomo indistinguible de eso que llaman EL PUEBLO.
¡Ah EL PUEBLO! Es un ser indestructible, decide, ordena, concluye, sanciona, condena, otorga preces y patentes de corso, y sobre todo (y eso se encargan de dejarlo claro aquellos que más lo adoran): jamás se equivoca. Sus decisiones (decisiones de quién, “DEL PUEBLO, por su puesto”) son inviolables, legítimas, justas, limpias, una vez que EL PUEBLO habla (¿hablar? ¿Puede opinar y hablar como una persona?), su decisión es sagrada y nada más se puede decir.
Afortunadamente la mutación dura poco tiempo, el suficiente para decirte que no lo volverás a hacer, sólo hay que tener un poco de fuerza de voluntad y no dejarse llevar por la corriente, que casi siempre suele convertirse en aquelarre, o en bacanal de “legitimidad”. Aunque a veces es difícil, sobre todo cuando algunos deciden que son EL PUEBLO, y habla cuando le da la gana, a golpe de SMS’s y expulsando a la mitad de aquellos que también pagan impuestos, un sábado por la tarde.
Cuánto daño ha hecho ese imbécil ginebrino de Rousseau.
viernes, junio 29, 2007
OBJECION
Aquellos de mi generación, los que andan por la treintena, recordamos la época en que la objeción de conciencia al Servicio Militar era un hecho generalizado. Ni que decir tiene que los motivos reales de cada uno resultaban de lo más variados, incluidos los propios motivos de conciencia, en mi caso he de decir que acabé haciendo el Servicio Militar, más por cuestiones de comodidad y tiempo, que por convicción. Pero una cosa quedó clara tras aquellos años: la objeción, acabó con el Servicio Militar obligatorio, dejando paso a unas Fuerzas Armadas profesionales, el primer Gobierno de Aznar vio con acierto que no cabía otra opción. De todo ello me interesa resaltar una cosa, a pesar de los variopintos motivos que cada cual tuviera para objetar, se respetó un principio que queda implícito en cualquier sistema de libertades: el derecho a la objeción por motivos de conciencia.
Que esto es así es evidente, sin embargo, conviene resaltarlo precisamente ahora, cuando se matiza, o directamente se cuestiona, este derecho con motivo de las críticas del actual Gobierno a aquellos padres que deciden objetar respecto a la polémica asignatura que se quiere implantar en la nueva, y ominosa, reforma educativa: la Educación para la Ciudadanía.
Sí, existen barreras infranqueables, barreras que ningún Gobierno tiene el más mínimo derecho a traspasar pretextando cualquier motivo, barreras que salvaguardan la esfera del individuo y definen su libertad, no reconocerlo es acabar con el principio de libertad. Alegar motivos de conciencia para impedir que los propios hijos sean educados bajo un determinado prisma moral cuya adopción o no, en nada afecta al ordenamiento constitucional, es un derecho inalienable, le guste o no al Gobierno; le guste o no a aquellos que defienden esas opciones morales. Si se reconoce el derecho a no realizar el Servicio Militar por motivos de conciencia, se debe igualmente reconocer el derecho a educar a los propios hijos en aquellos valores que los progenitores consideren oportunos, sean éstos “políticamente correctos” o no. Repito es un derecho inalienable, y es algo que pertenece a la esfera en la que ningún Gobierno, ni puede, ni debe, meter las narices jamás.
Bajo todo ello laten dos cosas importantes, una primaria, y otra de fondo, y que a mi juicio definen un ideario, que no ideología, liberal: la diferencia entre educar e instruir; y la delimitación entre vida privada y legislación.
Respecto a la primera, la distinción es básica. Puede ser competencia de un Estado, y por tanto puede legislar al respecto, la instrucción de sus ciudadanos, es decir, la adquisición de conocimientos mínimos en determinadas materias que le capaciten en su vida profesional o intelectual. Y digo puede, ya que a día de hoy, nadie me ha demostrado la absoluta bondad de un sistema público de enseñanza, pero eso es otra cuestión. Educar es otra cosa, implica la adquisición de valores, la adopción de un código moral y de conducta, una determinada manera de entender la vida y las relaciones entre personas. Y eso es algo que únicamente pertenece a la esfera individual, al ámbito privado, algo que ningún Gobierno puede condicionar, ni perseguir, ni silenciar. Educar, por tanto, a los propios hijos en aquellos valores que los progenitores consideren adecuados, es un derecho y una responsabilidad de los mismos, no teniendo el Estado nada que decir. Puede suceder, que determinados valores puedan chocar con un ordenamiento constitucional comúnmente adoptado, o cercenar libertades individuales, pero para estos casos están los tribunales de justicia que, en su caso, tendrán algo que decir. Cuando un Estado educa; adoctrina, condiciona y, por tanto, se abroga atribuciones que no tiene. El Estado puede instruir, pero no educar, hacerlo sería inmiscuirse de manera intolerable en la vida privada de los ciudadanos, condicionar los modos de vida que libremente han elegido, y tomar partido en cuestiones en las que ni puede ni debe hacerlo. Las relaciones de ciudadanía, que aseguran el ámbito privado, desaparecen, y son sustituidas por relaciones de “parentesco” que uniformizan a la vez que excluyen.
Esto último está en íntima relación con una cuestión de fondo que distingue y define de alguna forma el ideario liberal: la demarcación entre esfera privada y legislación. No se puede, ni se debe legislar todo, al contrario, el ámbito de lo legislable debe ser un “mínimo común denominador” que asegure la convivencia, y no sólo eso, debe sobre todo asegurar la libertad individual, protegiendo, por tanto, los modos de vida y actuación que cada individuo ha decidido elegir sin perjuicio de la libertad de los demás. Así pues el Estado no patrocina, ni promueve ningún valor, no legisla sobra nada que afecte a la vida de los individuos salvo en la medida que se puedan cercenar libertades ajenas, debe asegurar la libre expresión de voluntades y modos de vida, y no condicionarlos. Está claro que las distinción entre ámbito público y privado es difusa, pero que la frontera sea difusa no implica de ningún modo que no exista distinción alguna. Siempre existirá una zona de solapamiento sobre la que se podrá discutir, pero cuestiones tales como la moral, o los valores, pertenecen sin ningún género de duda al inviolable ámbito privado.
La idea de fondo de aquellos que promueven la implantación de la citada asignatura, o algo mucho peor, de aquellos que pretenden “educar en valores”, es confundir, de manera deliberada, educación e instrucción, equiparando de alguna forma, pongamos por caso, la divisibilidad de un polinomio, con la correcta actitud a tomar en la problemática de la eutanasia, algo sobre lo que no hay una respuesta clara y compete a la conciencia de cada individuo. Es una confusión que pretende hacer pasar por conocimiento aquello que no lo es, aquello que en todo caso es opinable y sobre lo que existen diferentes maneras de verlo y vivirlo, en principio respetables en la medida que no cercenen libertades ajenas. En definitiva, confundir educación e instrucción, es adoctrinamiento.
Es un error, error interesado, plantear la polémica que se ha abierto al respecto, como un enfrentamiento entre el Gobierno y una determinada confesión religiosa, en este caso la Iglesia Católica. Es algo cuya implicación supera este enfrentamiento, algo que he intentado explicar en estas líneas. Yo, particularmente, no soy creyente, diverjo de muchas de las posturas de la Iglesia sobre diversos temas, pero considero que la opción que han tomado muchas familias, en su mayoría católicas, al respecto, es no sólo digna y respetable, si no necesaria, algo que les honra como ciudadanos, por que de eso se trata, de ciudadanía.
Terminaré citando a un famoso jacobino, y lo citaré sin ironías y con pleno conocimiento de causa:
“La vida privada del ciudadano, no la turbéis.”
Louis Antonine Saint-Just.
Publica: Pirx (Also Knows As: fermat)
Extracto de la entrada Vigilar y adoctrinar. Argumentum ad Absurdum
viernes, junio 08, 2007
SI YO FUERA ETARRA
domingo, mayo 27, 2007
Wise Guys.
domingo, mayo 13, 2007
RECAPITULEMOS
sábado, abril 28, 2007
AUX ARMES, CITOYENS
Como si las pistolas disparasen solas, la autocomplaciente Europa defiende el monopolio de la violencia por el Estado. Atención a lo aterrador del postulado. Un Estado que monopoliza la violencia ante sus inermes súbditos, como Stalin, como Hitler.
Y además, ese monopolio es imposible, y se demuestra todos los días. Así que todo se reduce a que si un moldavo entra en mi casa, me mata y viola a mis hijas, yo tengo que esperar pacientemente a que el Estado me defienda, pues es quien detenta el monopolio de la violencia. La violencia del moldavo no entra en ese mercado. Por lo tanto el resumen es que los malos tienen pistola, y los buenos a esperar pacientemente al guardia. Muy cristiano. Poco razonable: el Estado es tan enemigo de mi libertad que me impide defenderme. Ni siquiera cuando él no puede defenderme. Que el estado colabore así en el delito tiene hondo significado.
No voy a entrar a comentar la estrecha vinculación que la libertad histórica tiene con el pueblo en armas, a que alude el título, con la posibilidad de defenderse del tirano: la Inglaterra medieval, Suiza siempre, la Roma republicana, la España de 1812 eran naciones armadas, y su fruto fue la libertad, como lo es hoy en USA y en Israel. Pero si me gustaría destacar lo ridículo de dos postulados de la religión predominante en contra del derecho a defenderse: El argumento estadístico y el de facto.
El primero se resume en que la estadística demostraría que donde existe derecho a llevar armas hay más delitos. Es una estadística engañosa, como toda estadística, porque no llega a la razón de crimen de sangre, que desde luego no es la posibilidad real de defenderse, sino todo lo contrario. Que los números reflejen la peligrosidad de los barrios bajos de Detroit se relaciona por arte de birlibirloque con el derecho a llevar armas, cuando el extrarradio de París o las barriadas de Sevilla tienen un nivel de crímenes de sangre equiparables. Es como si se relacionase el crimen con la raza, pues de hecho el extrarradio de Washington o de Detroit son abrumadoramente negros. Si es una estupidez supina relacionar el crimen con el color de la piel, ¿por qué no lo es relacionarlo con la legítima defensa? La estadística no es ni remotamente una prueba científica de una relación de causa-efecto. Quien la establece es el memo que la interpreta a voluntad.
El argumento de facto es el demagógico por excelencia y se relaciona con el anterior: aprovecha horrendas tragedias como la de este asesino de Virginia para relacionar de facto, también por arte de birlibirloque, la legítima defensa con medios proporcionados a la agresión -es decir, el derecho a llevar armas de fuego para defenderse- con el delito, haciendo partícipes de la culpa del crimen a los que defendemos tal derecho. Repugnante, sí señor. El paradigma sería M.Moore y su bodrio "Bowling for Columbine", o como quiera que se escriba.
Resulta que estos crímenes proliferan ante gente desarmada: estudiantes, en ambos casos. Viandantes desprevenidos en otros (francotirador de Washington). ¿No os parece ridículo? es tan fácil de rebatir como mostrar que es raro que un asesino de estos se enfrente con quien tiene la posibilidad de repeler la agresión: cuando en un congreso de la policía, en una reunión de marines, o en una jornada lectiva en West Point entre un loco pegando tiros, retiraré mis palabras. Pero mantendré la conveniencia de saber defenderse, pues dificilmente asesinará a treinta personas. El cerdo morirá antes de disparar dos veces.
En fin, me consuela pensar que cuando un bosnio entra en casa de un fachirrojo y mientras le muele a palos para que le revele donde esconde un dinero que no existe, se complacerá el muy idiota en pensar en estadísticas, se regocijará de su alta civilización mientras le meten la cabeza en una bolsa de basura donde no puede respirar, confiará en el monopolio de la violencia por parte del Estado como los carlistas se fiaban de la virgen: fíate de la Virgen y no corras, les decía Espartero.
Como liberal aborrezco todo monopolio y desconfío del Estado. Imagínense lo que pienso del "monopolio de la violencia por el estado": equivale a la esclavitud, y el escarnio es que los esclavos se regocijan de ello. Que se fíen más del estado que de sí mismos es sintomático de una enfermedad terminal, de ignorancia histórica supina y de una confesión de inmadurez apenas disimulada.
Hay mucho rojo-carca, que apenas esconde su aversión a la libertad, incluso a la suya propia. Ya lo dijo el clásico: quien no esté dispuesto a defender su libertad, merece perderla. Piensen que la mayor de las iconoclastias, las más intolerable de las irreverencias frente a la religión oficial de Europa -la real: la corrección política- es la que yo he hecho hoy. ¿Son o no son cavernícolas estos progres?
Satán está entre nosotros, con cara de bueno y corazón podrido. Los fachirrojos se las han arreglado para vender que cierto odio a la Verdad y al Bien es "cool" y está justificado: odio a la libertad, a USA, a Israel, a la Historia de España, a todo lo positivo que ha hecho avanzar al ser humano. Amor a Castro, al Comunismo -santo cielo-, a los islamonazis: tienen cuernos y rabo, y están entre nosotros; por eso no quieren que nosotros tengamos pistola para defendernos. Los corderos han de morir, no defenderse.
miércoles, abril 18, 2007
LA "FAMILIA"
Lo recordaré toda la vida. Parece haber pasado ya un siglo, y tan sólo hace menos de diez años. Fue en 1998, durante aquel juicio a la cúpula del Misterio de Interior durante los gobiernos de Felipe González, ese ex presidente que, algo más de tres años de gobierno de Rodríguez Zapatero van a terminar por hacer bueno –qué ironías acaba por gastar el tiempo-. Aquel juicio en el Tribunal Supremo fue el auténtico juicio contra los GAL, se sentaban en el banquillo Barrionuevo, Vera y los antiguos mandos del Ministerio y se les juzgaba por el secuestro de Segundo Marey, la primera acción reivindicada por los GAL, faltaba el number one, pero no entraba en el guión juzgar a todo un ex presidente del Gobierno. Algunos de aquellos pensaron que no tenían por qué comerse ellos solos el marrón y decidieron cantar, y apuntaron directamente a la cúpula de los GAL: González, Barrionuevo y Vera. Entre los que hablaron, se destacó Ricardo García Damborenea, el hombre fuerte de PSOE en el País Vasco, y “uno de los nuestros” hasta que decidió cantar. Recordaré toda mi vida aquel día, y eso que no existen imágenes, tan solo cintas de audio. El juez ordenó un careo entre Barrionuevo y García Damborenea. Damborenea, “Dambo” para los conmilitones de partido, acorraló sin piedad al ya ex ministro, y en esos momentos diputado socialista, fue de antología, un careo de manual, un Barrionuevo nervioso, casi histérico, a penas podía argumentar nada ante las contundentes acusaciones de Damborenea, perdió los papeles y en un momento de acaloramiento Barrionuevo dijo:
-¡Y yo no tengo, como usted, experiencia como delator!
Recuerdo haber dejado lo que estaba haciendo y haberme dicho: “bueno, pues se acabó”. Podía haber elegido cualquier otra palabra: mentiroso, embustero, falsario… y sin embargo el momento hizo que eligiera la única palabra que le acusaba a él y por extensión a todos los demás, a toda la “familia”. Delator: el que revela a la autoridad un delito.
Aquello acabó como acabó –corro de la patata incluido frente a la prisión de Guadalajara-, y casi diez años después uno estaría tentado a establecer paralelismos con el actual proceso del 11-M. Lamentablemente, los pocos que se pueden establecer son desazonadores y no invitan para nada al optimismo, más bien a todo lo contrario.
Que lo que estamos viendo no es el auténtico juicio del 11-M –como no lo fue el juicio contra Amdedo y Domínguez en los GAL-, es obvio. Pero en esta cuestión se acaban las analogías, cuando se juzgó a Amedo, estaba claro cual era el siguiente paso a dar, estaba claro que Amedo y Domínguez eran piezas necesarias en una trama elaborada desde el Ministerio de Interior, y que apuntaba sin lugar a dudas, “por acción u omisión” (IU, quién te ha visto y quién te ve), a las más altas esferas del Gobierno. Bastó que hablasen los “delatores” y todo se derrumbó, o al menos casi todo. Si algo parece claro en las múltiples tramas del 11-M, es su carácter fragmentario, parece como si alguien hubiera aprendido de los errores. A pesar de todo lo que se ha descubierto, existen demasiados cabos sueltos, demasiadas complicidades cruzadas, demasiadas cabezas de turco, y, si se me permite la expresión, demasiados peones sacrificados y sacrificables. Hay demasiada gente que sabe poco, y muy poca –me temo que demasiada poca- que sabe lo necesario.
Como en caso GAL, también el transfondo parece tener el mismo aroma: el maloliente tufo del terrorismo etarra, y las relaciones –todas ellas ilícitas-, que un partido ha pretendido tener con la banda terrorista: como vengador justiciero que negociaba con los muertos en la mesa, o como encubridor de posibles implicaciones que estorben (o delaten ante la sociedad) su, digamos, “proceso de paz”.
Pero es en un aspecto donde los paralelismos se hacen más evidentes, y por desgracia resulta ser en la peor de las cuestiones. Me refiero a algo que a día de hoy –a pesar del uniforme coro de agradecidos (o aterrados) turiferarios que denuncian conspiranoias absurdas-, resulta evidente: la implicación, y por consiguiente, la existencia, de elementos o tramas en las Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado, que actúan de forma impune y obedecen consignas de partido, conformando un Estado dentro del Estado refractario a cualquier control ciudadano. Autentica “Cosa Nostra” que se ha mantenido intacta desde los gobiernos de González, que ha convertido en cortijo infranqueable determinadas áreas de la política de Seguridad, que ha actuado fuera de la Ley, que ha robado y medrado en connivencia con el poder político, que ha subsistido todos estos años de democracia y que ha encontrado en el PSOE su banderín de enganche con el poder. Está por ver cuál es el grado de implicación, pero con los hechos en la mano, parece decisiva su labor en la tergiversación de pruebas, y sobre todo, en aquellos días de confusión deliberada y desinformación que trascurrieron tras la masacre del 11-M. Evidentes son también los contactos más que estrechos con el entonces partido de la oposición, que poseyó en todo momento información que le fue hurtada al Gobierno y que supo aprovecharla convenientemente en su provecho en ese autentico aquelarre que culminó el 13 de Marzo. Resulta desazonador comprobar como muchas de las hebras que constituyen la compleja trama del 11-M, comienzan, terminan o rodean a miembros de las FFyCCSE. La “familia” se ha mantenido intacta, a pesar de las tímidas –humillantemente tímidas- acciones judiciales, se ha enseñoreado ante nuestras narices y pretende seguir haciéndolo.
Un Estado de Derecho que funcione se lo puede permitir todo, siempre acabarán depurándose responsabilidades, excepto una cosa: la existencia de un Estado Interior que actúe de forma impune, que se sitúe al margen de la Ley y que haga y deshaga a voluntad, siempre en beneficio de la “familia”, y respetando una “omertà” que les mantenga a salvo.
Con todo, lo peor no es la constatación de su existencia, si no la incapacidad del poder político para acabar con ella. ¿A qué se dedicó el PP durante ocho años de Gobierno? No hizo nada, prefirió mirar a otro lado, y no fue por desconocimiento. ¿Temor quizá, incapacidad? ¿O algo peor aún, pretendidas “razones” de Estado que justificasen la inacción?
A la hora de repartir responsabilidades, aquellos que ufanan hoy de la “excelente” gestión de los Gobiernos populares al frente de Interior, tendrán que rendir cuentas.
Vuelta de nuevo, the raw reality.
domingo, abril 15, 2007
LA LÓGICA SIEMPRE CONVENCE
lunes, abril 09, 2007
DE REI DEMOSCOPICA
jueves, marzo 29, 2007
EL CUARTO
Habría que retroceder en el tiempo, hacía la época en la que se dieron los mitos fundantes de lo político en la concepción moderna, finales del XVIII. Quizá fuera Edmund Burke el primero en profetizar su importancia y pujanza, todavía era temprano, sólo era un atisbo y un alarde de perspicacia política, pero más o menos la cosa fue así:
En un discurso en la Cámara de los Comunes, Burke arremetía contra las viejas ideas conservadoras, en un determinado momento, señalando hacia la tribuna donde se solía colocar una prensa, todavía incipiente, dijo: “Ahí está el Cuarto Poder, y verán que sus miembros serán más importantes que ustedes, y se unirán en la cruzada por la libertad”. Como siempre, profético Burke, o casi.
Es un lugar común decir que un régimen de libertades es un régimen de opinión pública, un régimen que implica necesariamente la libertad de crítica al poder. Los medios de comunicación adquieren, por la misma dinámica de la situación, una función de control del poder y de sus abusos, proporcionando una información veraz e independiente, de manera que el ciudadano adquiera su propio juicio sobre la situación y obre en consecuencia. Información veraz e independiente y régimen de opinión pública, pero no régimen de opinión publicada. A nadie escapa la importancia que adquieren los medios de comunicación en las sociedades modernas, y mucho menos que a nadie al poder. Importancia como vehículos de transmisión de la información, pero sobre todo, como medios de generación de opinión. Las tensiones y relaciones, las más de las veces ilícitas, entre en poder y los medios de comunicación son tan antiguas como conocidas: intento del poder por controlar, amordazar o dirigir a los medios, pero también absorción de lo político dentro de estrategias mediáticas de control. La premonición de Burke se hizo realidad hace ya mucho, y los medios de comunicación han adquirido conciencia de su poder, un poder no constituido, pero sí detentado, a veces de forma implacable. Poder como generadores de opinión, como gestores de la realidad y como (in)formadores. Burke se equivocaba en su última afirmación, no siempre el Cuarto Poder se ha unido en la cruzada por la libertad.
Hace poco leía en un libro una encuesta realizada a periodistas de medios de comunicación norteamericanos. En ella, la mayoría de ellos, a parte de declararse políticamente como liberal (en inglés) -algo que en Europa es traducible como progresista-, declaraban que su función en la sociedad es fundamentalmente “crear un mundo mejor” y que la transmisión de la información es “secundaria o supeditada en todo caso a ese fin”. Tremendo, tiemblo al pensar en el resultado de la misma encuesta en España. Las consecuencias que se deducen de lo anterior, son como mínimo escalofriantes, porque bajo esa supeditación de lo real a lo político, o mejor, de lo real a lo ideológico, late el germen de la tiranía. Por otra parte, es cierto que la encuesta no revela nada nuevo, estamos cansados de ver cómo continuamente se generan noticias a partir de la materia prima de los hechos, cuyo cometido es reforzar determinadas concepciones de la realidad, que no pasan ser recreaciones míticas llenas de prejuicios, cómo el periodista se ve imbuido de una misión formativa –en la peor de sus acepciones- más que informativa y cómo la parcialidad y el sesgo se disfrazan de “compromiso informativo”. Tanto en Europa como en Estados Unidos, buena parte de los medios de comunicación se han erigido en portavoces y mantenedores de un ideario que, liberado ya de los corsés de una ideología finiquitada, se ha reconstituido bajo nuevas formas. Pierde el ciudadano, que está obligado a abrevar de unas fuentes que no se apartan un milímetro de la corrección política y de ese progresismo de nuevo cuño, ávido de paraísos oníricos que justifiquen prebendas y pretendidas autoridades morales. Gana ese nuevo (o viejo) periodista, que se presenta como nuevo tribuno mediático instalado en la mezquindad, la pereza y satisfacción económica. Pero sobre todo gana el nuevo empresario de medios de comunicación, que disfraza sus pingues beneficios con las nuevas ropas de diseño ideológico, fáciles de consumir, grandes ideales que obvian lo real y que constituyen un nuevo matrix bajo en calorías y rico en buenos sentimientos. Gana, porque el nuevo empresario ya no teme a las embestidas del poder, al contrario, es el poder político quien le teme y le necesita, de tal modo que acaba formando parte de la misma estructura empresarial, constituida, ahora ya sí, en verdadero poder político sin contramedidas.
Está en juego el monopolio de la opinión, las nuevas tecnologías, internet, está suponiendo una revolución. El medio de comunicación clásico está viendo cómo una parte de la población cada vez es más refractaria a sus propuestas, y que incluso no lo necesita. Peligro, suenan todas las alarmas. Ese segmento de la población ya no bebe ni vive en esa realidad tamizada y decorada por los gurús mediáticos, da la espalda a sus titulares editorializados, sus aquelarres televisivos y sus mítines radiofónicos. Son ciudadanos que están empezando a generar opinión por sí mismos, sin ayuda de nadie, y que incluso piensan sin temor a ser descalificados o demonizados por quienes profesan el credo progre de lo políticamente correcto. Es una guerra que acaba de comenzar, todavía es pronto para aventurar un resultado, y en mi opinión no habría que ser demasiado optimista. Pero el fenómeno es lo suficientemente importante como para que algún empresario intocable, pierda los papeles en una junta de accionistas ante el temor de no poder dejarlo todo “atado y bien atado”. El tiempo pasa, rápidamente.
domingo, marzo 25, 2007
LA SOLEDAD DE JUAN JACOBO
jueves, marzo 22, 2007
PREGUNTAS
Entender que la situación política en España es un síntoma de algo más profundo no deja de ser, por más que aclare las cosas, menos desazonador. Tampoco lo es el hecho de que sea una variante de aspectos mas generales que afectan a las sociedades occidentales desde hace tiempo -¿desde cuándo?-. Aun dándome cuenta de ello, me asaltan más preguntas que respuestas, preguntas que intento responder, si no para poner remedio a una situación que lleva su propia inercia, sí al menos para depurar responsabilidades en tribunales más o menos privados.
Porque entender el cómo no implica entender el por qué.
Cómo y mediante qué caminos una sociedad se autoaniquila, no parece una pregunta difícil de responder a poco que uno observe las actitudes y posiciones de una buena parte de nuestra sociedad. Actitudes que difícilmente se pueden revestir de ideología tras la caída del muro y el derrumbe del socialismo real, porque en mi opinión, esta enfermedad degenerativa hunde sus raíces en el tiempo, en un siglo veinte desquiciado cuya brevedad sólo es comparable a la magnitud de los cambios. Hubo un tiempo, no hace mucho, en el que una ideología dio cobertura a un sentimiento de destrucción que, de forma más o menos declarada, latía bajo ella. Era fácil, bastaba con aprender determinados códigos lingüísticos, creer en paraísos oníricos y, merced a ellos, optar por hacer tabula rasa, apartar todo aquello que impidiera su consecución. Acabar con todo lo viejo –por viejo- y adoptar valores nuevos. Si uno se envolvía en esa cobertura ideológica podía quedar a salvo de la crítica y auparse en pedestales de pretendida autoridad moral, bastaba para ello la retórica, y tener estómago, claro. Reflexionando sobre aquello, he llegado a la conclusión de que el derrumbe del socialismo real fue una tragedia sobre todo para la llamada izquierda moderada, aquella que gravitaba, “compungida por las injusticias”, en torno a los paraísos oníricos, sin mancharse las manos pero justificándolo todo porque siempre encontraba las causas.
Pero ya todo aquello acabó, y ya no queda nada. El rey está desnudo y ya no queda nada con que cubrirse, los harapos intelectuales con los que se cubre ahora la izquierda a penas tapan nada, queda lo que en todo momento estuvo debajo: el odio. O el autoodio, si se me permite la expresión, porque de eso se trata, del odio a uno mismo, a valores que creíamos irrenunciables, odio a la propia identidad, odio a la libertad… De manera que entendemos el cómo: entendemos cómo parte de la sociedad, española y occidental, no sólo renuncia a defender, si no que incluso ataca de manera deliberada aquello que nos define como tales: como españoles, como occidentales. Y no sólo eso, uno puede sentir incluso el odio que rezuman tales actitudes, la autentica saña con la que se atacan y persiguen, cada vez de forma más explícita, esos principios. De hecho, ya no existen paraísos a los que acudir, alternativas que ofrecer por absurdas que resulten, ya no queda nada, a parte de una pulsión autodestructora.
Tras un multiculturalismo estúpido, que iguala todas las culturas excepto aquella que lo hace posible; un antiamericanismo paranoico, trasunto de un antisemitismo que se disfraza utilizando fórmulas retóricas; tras la sustitución de lo racional por lo emocional, que ensalza como valores el miedo y la derrota; tras el pisoteo de la verdad objetiva y la realidad como objeto de conocimiento, y su sustitución por un relativismo conceptual o deconstrucción postmoderna; tras la fobia a hablar y defender conceptos o ideas que preceden –y sostienen- cualquier ordenamiento jurídico digno de ser apoyado… tras todo eso, existe una pulsión autodestructiva, una dinámica del autodesprecio que amenaza con extenderse, y que a falta de ideología, se revestirá con los oropeles de la modernidad (o postmodernidad) y la vanguardia, con el encanto del progreso social y la exquisitez de la corrección política.
Entendemos pues el cómo. Pero resulta difícil responder al por qué. Me acusan, y con razón, de hacer preguntas que quizá no tengan sentido, de dar demasiadas vueltas a las cosas. Pero aunque sólo sea por curiosidad, me gustaría entender por qué ha sucedido esto, qué causas han hecho posible este autoodio, cada vez menos disimulado, cada vez más evidente. Dónde tuvo el origen, qué acontecimientos lo desencadenaron y por qué persiste y se enseñorea.
Entre 1914 y 1945 algo se rompió, algo que quizá sea imposible de reconstruir, algo que terminó con Europa y que amenaza con corroer a la única parte del mudo libre que todavía tiene capacidad de reacción, algo a lo que quizá no se le dio demasiada importancia en su momento y que ha ido extendiéndose como un cáncer a lo largo del pasado siglo XX. Algo que se diagnosticó en estado de metástasis una mañana, de golpe, un once de Septiembre de 2001.
Demasiadas preguntas. Y pocas respuestas. Como siempre.
domingo, marzo 18, 2007
LA LIBERTAD O LA VIDA
miércoles, marzo 14, 2007
HABITACION 101
La reacción no puede hacerse esperar, y hora es ya de que desde las ejecutivas y conciliábulos político-mediáticos del PRISOE se diseñe la estrategia a seguir tras la manifestación de Madrid. A dos meses de unas elecciones municipales y con una banda terrorista que exige el pago de la segunda letra –legalización de HB-, se hace necesario elaborar un plan de ataque. Por otra parte, éste no puede ser más obvio: movilizar, movilizar, movilizar. Tal y como están las cosas es imposible atemperar ánimos o enfriar la situación, tampoco la tergiversación –tan burda como risible- parece arreglar las cosas, así que, con las alarmas sonando, es hora del agitprop.
Es interesante analizar las motivaciones de un apreciable sector de la población que acoge con mayor o menor entusiasmo las directrices de la ortodoxia progre, que seguirá votando al PSOE o aledaños porque es “lo que hay que hacer”, independientemente de que la realidad sea un plato de mal gusto, y que como mucho, en un ataque de preterida dignidad, se quedará en casa sin votar. Movilizar a ese sector de la población es el objetivo del Partido Socialista de cara a los próximos meses. La estrategia funcionó en las pasadas elecciones generales, es difícil hacer pronósticos y asegurar si volverá a funcionar, pero es la opción que le queda al Gobierno, y apostará por ella con toda la parafernalia mediática a su disposición, que es mucha.
En la novela 1984 de George Orwell, se describe la lógica del poder totalitario. El poder busca adhesión incondicional a la ortodoxia. Una adhesión totalmente emocional, alejada de cualquier consideración racional, rompiendo para ello cualquier puente que ligue al individuo con la realidad. A parte de la propaganda, la mentira y el monopolio absoluto de los medios de comunicación, se cuenta con la coacción y con el miedo. Se consigue que la persona, aterrada, paralizada por el miedo, sea capaz de negar la realidad, traicionar aquello en lo que cree, traicionarse a si mismo, incluso. No le queda entonces otro recurso que aceptar si reservas la ortodoxia, de otra forma tendría que afrontar su propia culpabilidad y su propia traición. En los sótanos del Ministerio del Amor, existe una habitación, la habitación 101, donde reside aquello capaz de doblegar la voluntad y la conciencia de cualquier individuo. Lo que allí se encuentra varia en cada caso, es la fobia particular de cada uno, el infierno que todo el mundo posee: “Me preguntaste una vez que había en la habitación 101. Te dije que ya lo sabías. Todos lo saben. Lo que hay en la habitación 101 es lo peor del mundo.”
El progre en España pertenece a un espectro amplio, hay una gran variedad de biotipos: jóvenes antisistema y jóvenes sistematizados; conversos con oscuros pasados que limpiar; adictos al buenrollismo necio; pequeñoburgueses de conciencia cool; ecologistas de fin de semana; antiglobalizadores globalizados; figuras y figurantes de la cultura subvencionada; etc. Es una especie polimorfa, como el virus de la gripe, aunque hay unos rasgos diferenciadores: relación meramente emocional con la realidad, una bien instalada red de prejuicios a los que llaman convicciones, y un horror fóbico a quedar aislados del grupo y expresar opiniones divergentes: adolescencia intelectual en definitiva.
Si no quiere verse apartado del poder, el PRISOE debe recurrir a sus bases, a ese caladero de votos dispuesto a seguir apoyándoles pese a todo. Puede que los argumentos y espantajos que agitan el Gobierno y sus voceros resulten estúpidos –de hecho no son más que eso, espantajos- pero resultan eficaces en un buen pedazo de la España progre, no por su contenido, si no porque remiten a aquellos aspectos emocionales con los que el progre construye la realidad. El PP, y su hipotética vuelta al poder, es la habitación 101 del ideario progre, aquello que todos temen porque señala a sus más íntimos complejos y frustraciones, aquello cuya demonización les salva de verse frente a sus miserias, sus renuncias y culpabilidades tácitas, es lo peor porque es lo que más temen. Por eso funcionan pese a su endeblez intelectual y aunque no son más que retórica, tienen la virtud de reactivar el miedo: el miedo a que su realidad imaginaria se rompa en pedazos. El progre ve al PP como una amenaza, no una amenaza objetiva, si no íntima, personal, y por ello acuciante. Y no es que el PP sea un dechado de virtudes ciudadanas, antes al contrario, como todo partido político, se convierte en una estructura de poder cerrada y voraz, refractaria a la crítica y la regeneración, pero adopta, para el que se autodefine “de izquierdas”, connotaciones terribles, proyecciones de sus miedos.
Toda esa basura argumental de la izquierda frente al PP, no pretende convencer ni persuadir, y tampoco va dirigida a quien está excluido de la tribu: es puro consumo interno y procura reactivar las fobias y temores que definen la militancia en la izquierda. Que funcione tan bien como lo hizo el 14-M, lo veremos a corto plazo. Las sociedades son entes complejos y cambiantes, al menos así suele ser.
domingo, marzo 11, 2007
NUEVA MAYORIA
Enredarse en una guerra de cifras resulta ocioso. Ocioso y estéril cuando lo ocurrido ayer en Madrid fue la manifestación más multitudinaria de la reciente historia de España. Ocioso es también decir que lo ocurrido marca un antes y un después cuando a nadie –los que no ven no verán jamás-, se le escapa que la multitud que se manifestó es la viva expresión de algo que, no por previsible, resulta de menor magnitud: la reacción, indignada, de una Nación que ha sido atacada y que no se resigna a desaparecer.
Intentemos dejar de lado la emoción, lógica, que nos pueda causar lo sucedido ayer sábado. Dejemos también de lado las tímidas, y no menos miserables reacciones y declaraciones de los miembros del Gobierno, el partido que les apoya y sus voceros, declaraciones que no merecen más que el silencio incluso de alguien, que como yo, escribe tras un seudónimo, y cuya opinión a penas tiene impacto. Dejemos de lado todo ello e intentemos comprender el significado y alcance de lo ocurrido ayer tarde.
Quizá para algunos, el aluvión de personas que recorrió las calles de Madrid, resultó una sorpresa agradable, o incluso difícil de asumir. Otros pensamos que no podía pasar otra cosa, que aquello que vivimos, presenciamos o tuvimos noticia, lleva el signo de lo irrevocable, está marcado por una inevitabilidad lógica imposible de negar. ¿Qué otra cosa podía suceder cuando todavía existe una Nación que toma conciencia de si misma, y que sabe no puede vivir de rodillas sin desaparecer? Puede que sea esta lógica ineludible lo que me lleva a albergar alguna esperanza, precisamente a mí, que intento justificar mi pesimismo mediante pretendida lucidez.
No es lugar una manifestación para análisis sosegados, ni para reflexiones de gran alcance, pero me gustaría destacar un par de cosas del discurso pronunciado por Rajoy, que me servirán para exponer mi opinión. Cito:
“[…] Porque no estamos hablando solamente de terrorismo. Ni si quiera principalmente. Estamos hablando de España, que es lo que nos ocultan detrás de eso que llaman negociaciones. […]”
Efectivamente, hablamos de España, hablamos de la Nación. Hablamos de aquello que está en cuestión en una proscrita, y manchada, mesa de negociaciones. Hablamos de las libertades que su existencia consagra, de aquello que las hace posible. Aquellos que no quieren ver, aquellos que ven y mienten, seguirán tratando de limitar la protesta de ayer a desavenencias partidistas en lo que a política antiterrorista se refiere, seguirán hablando de paz y de los sacrificios que su consecución puede llevar, seguirán hablando de intransigencia, de falta de generosidad…de todas esas cosas que a penas logran cubrir la culpabilidad. Porque tras las decisiones en materia antiterrorista del Gobierno de Rodríguez Zapatero hay más, mucho más, que estupidez irresponsable, más que la arrogancia del mediocre, que la soberbia del que se envuelve con una moral que no posee. No estamos ante un gobierno acorralado, incapaz de salir de una situación que el mismo ha creado, preso de su propia estrategia. Estamos ante la usurpación de atribuciones que únicamente a la Nación competen, ante el decidido y consciente intento de disolver –acaso para satisfacer vanas megalomanías- aquello que ningún Gobierno está autorizado a hacer, cambiando ciudadanos libres y orgullosos de serlo por siervos autosatisfechos. De la peor manera posible, aliándose con los enemigos de la Nación. Hablamos de la Nación por tanto, de la Nación constituida, y quizá también –no tengamos miedo en decirlo- de la Nación constituyente.
Dice Rajoy en otro momento de su discurso:
“[…] Necesitamos recuperar el consenso. Si no es posible alcanzarlo con el Gobierno, yo quiero establecerlo con la gente, con los españoles. En ese espíritu convoco solemnemente a todos los españoles, a los que les importe España, a poner fin a esta situación […]”
Jamás será posible el consenso con este Gobierno, no lo fue nunca. Se hace necesario aglutinar una nueva mayoría, reconstruir a la Nación a partir de ese núcleo que no se resigna a desaparecer, de espaldas al Gobierno, al margen de actitudes partidistas, de posicionamientos ideológicos, y será con el PP, al margen del PP o a pesar del PP. Con aquellos que la combaten, con aquellos que la niegan, con los que la abandonan a su suerte, no se puede contar: es inútil – e inmoral- cualquier tipo de componenda, dejémosles atrás, combatámosles con la ley, con la palabra, y sobre todo con la determinación irrenunciable de defender nuestra condición de ciudadanos, y por tanto la Nación. Y probablemente haya que cambiar muchas cosas: sistemas caducos que reducen la ciudadanía a meros automatismos electorales, partitocracias que terminan ahogando la participación… quizá, no me asusta, tampoco me ata la corrección política. Sólo me preocupa que no se quiebre la fibra moral que llevó a millones de españoles a manifestarse o compartir las inquietudes de aquellos que ayer se encontraban en Madrid: el orgullo de pertenecer a una Nación que prefiere combatir a desaparecer.
Somos ciudadanos libres e iguales, y eso implica responsabilidades. Pongámonos en marcha.
domingo, marzo 04, 2007
LO QUE QUEDA
“A las víctimas sólo nos queda Dios”
Pilar Ruiz, madre de Joseba Pagazaurtundua. Marzo 2007.
Así, de esta forma descarnada y amarga define Pilar Ruiz el estado de abandono y desconsuelo al que se ven abocadas las víctimas. La excarcelación de De Juana, ha sido la última de una serie de ignominias, que no por esperada resulta menos miserable, perpetrada por un gobierno genuflexo y traidor -no caben otros calificativos-, que a pesar de todo se ufana de serlo, que sirve su podredumbre en bandeja sazonada por una moralidad prostituida, que presenta como exquisito plato de humanitarismo y piedad lo que no es si no claudicación e infamia; un gobierno que ha despreciado y humillado a la víctimas, y que ha desdeñado su dolor. A Pilar Ruiz probablemente sólo le quede el consuelo de Dios, el imborrable y doloroso recuerdo de un hijo muerto, asesinado, y el lacerante sentimiento de una justicia mutilada y violada. Quizá ya sólo le quede eso.
¿Qué queda pues? ¿Qué nos queda? Sobre todo si uno no es creyente y prefiere cifrar sus ansias de justicia en este mundo. ¿Qué queda cuando un gobierno se rinde, cuando se presta –gustoso- al chantaje de aquellos que no merecen otra cosa si no su expulsión de la comunidad de personas, cuando negocia políticamente –qué otro tipo de negociación cabe- con terroristas, validando de esta forma la sangre derramada? ¿Qué queda cuando se pisotean el Estado de Derecho, la legalidad y la justicia; cuando se pretende erigir una paz humillante y degradante en altar supremo en el cual sacrificar la dignidad y la libertad? ¿Qué queda cuando un gobierno se coloca fuera de la ley? ¿Qué queda cuando pretende liquidar a la Nación?
Queda la rabia. Queda el orgullo herido.
Y queda la rebelión.
La rebelión de aquellos que todavía se sienten ciudadanos, de aquellos que aún no se resignan a ver una Nación, garante de sus libertades, desaparecer de la manera más indigna. Y digámoslo sin miedo, sin tapujos, con la conciencia de que lo que sucedió el pasado jueves, fue un ataque directo a nuestra condición de ciudadanos, de personas libres. Digámoslo sin miedo, nos queda la rebelión.
No por previsible, la excarcelación de De Juana fue menos grave, y no importa que la condena del asesino fueran tres o doce años: un gobierno cedió al chantaje de un grupo terrorista, de forma explícita, sin tapujos, con plena conciencia de lo que estaba haciendo. Y no ha sido el punto culminante de una larga serie de claudicaciones: ha sido el principio de lo que queda por venir, la primera etapa de una “hoja de ruta” que han trazado ETA y el gobierno, los asesinos y los traidores. Conviene saberlo, lo peor comienza ahora, ya no hay líneas de repliegue.
Y nos acusarán de todo. Aquellos que gritan, escriben o pontifican nos calificarán con los peores insultos, agitarán contra nosotros espantajos que tranquilizarán sus magras conciencias, huecas palabras con las que taparán su podredumbre. En el fondo nos tienen miedo, por eso creen de forma histérica en sus sucios argumentos, llenos de falsa moral, de culpabilidad a penas disimulada. Tienen miedo a la libertad. Pero sobre todo tienen miedo a poder ver su propio retrato –como Dorian-, preñado de abyección y miseria.
Queda la rebelión. Rebelión ciudadana, consciente, tenaz. En la calle, en los medios.
Hagámonos intratables.
sábado, marzo 03, 2007
¡HELP!
Quizá aún podemos recurrir a los americanos, a ver si el título de la entrada atrae a alguno. Sálvennos, yankees, de nosotros mismos. Claro que antes hay que explicarle como es posible que un asesino de tamaña catadura, salga de la cárcel. Quizá, empezando por aquí, consigamos que entiendan lo terrible de nuestra situación.
Pd.- Se que no siempre es fiable, pero el artículo es muy bueno. Estoy deseando que pase el tiempo necesario para que buscando "ZP" en estas fuentes, salga como resultado "demagogo traidor, criminal totalitario. Necio."
jueves, febrero 22, 2007
VICTORIA, 2ª PARTE.
Empieza a oler a Victoria. Las ratas van a empezar a abandonar el barco. Pero ya es demasiado tarde para ellas. Se han comido velas, palos y casco y pesan tanto que se irán al fondo. Ya no hay un lugar a donde huir, fachirrojos.
A por vosotros vamos.
sábado, febrero 17, 2007
VICTORIA
Y no es que no se diese cuenta de que aún perderían muchas vidas y muchas batallas; de que la tarea era titánica y de que los nazis dominabas toda Europa con un ejército hasta entonces imbatible. Todo eso estaba en su cabeza. Pero para el observador avisado, habían cambiado las tornas, y ya nada podría volver a ser igual que antes. Había comenzado la cuesta abajo.
Nada puede volver a ser igual para los demagogos pijiprogres. Han perdido. La suma de acontecimientos que lo demuestran es enorme, y no me voy siquiera a detener en enumerarlos. Pero desde que la información no les pertenece, gracias a internet sobre todo, y desde que la sociedad ni les teme, ni les cree, ni les aprecia, la situación ha cambiado radicalmente. Desde hace años se quedaron sin discurso, y sólo disponían de propaganda y demagogia, apoyados en su dominio casi total de los medios clásicos de comunicación y en la fascinación y el complejo de la sociedad, que se creía que eran aquéllo que decían, que eran los buenos y sabios, que gozaban de cierta superioridad moral.
Eso acabó. Si algo debemos agradecerlo a ZP es que haya aglutinado a una nación que no se reconocía, y ahora se ha descubierto frente a ZP. La aversión al personaje cada vez aglutina más gente, y con ella, la aversión a toda la falsa demagogia que lo acompaña; son muchos años de suspirar por la pena de muerte para los etarras para que ahora, el españolito medio se trague sus palabras por que se lo dice Polanco. No. Y con esa venda, caerán las demás-
No se si España va a sobrevivir a ZP. Si antes creía que no, ahora pienso lo contrario. Lo que tengo seguro es que ese Prisoe demagogo, de señoritos iluminados y pedantes que en el fondo ha dominado nuestras almas en los últimos veinte años, no sobrevivirá a ZP.
Al fin y al cabo, hemos ganado. Pero aún perderemos muchas batallas, y sufriremos. Pero la guerra, esta, no la vamos a perder.
sábado, febrero 10, 2007
DESENMASCARANDO NAZIPROGRES
domingo, febrero 04, 2007
TIEMPOS MÍTICOS
miércoles, enero 31, 2007
COMPAS DE ESPERA
ZP está agotado. Ya no da más de sí. Todos los votos que podía perder ya los ha perdido, concretamente en la T4 de Barajas. Después de ésto, quien siga votando a ZP es un recalcitrante incurable, un memo y un traidor.
Rajoy tampoco va a tener más oportunidades. Si cabe, ganar algún voto de la abstención, si ZP sigue como va, pero poca cosa. Hay que convocar elecciones ya, o moción de censura. Algo que rompa esta "drôle de guerre".
¿Que ocurrirá en las elecciones que se aproximan? Se admiten apuestas. Quizá solo un bombazo de Pedro J sobre el 11-M pueda sacarnos de este pernicioso impasse.