"La voluntad nacional es una de las palabras de las que los intrigantes de todos los tiempos y los déspotas de todas las épocas han abusado más. Unos han visto su expresión en los sufragios comprados por algunos agentes del poder; otros en los votos de una minoría interesada o temerosa, y los hay, incluso, que la han percibido plenamente formulada en el silencio de los pueblos y han deducido que del hecho de la obediencia nacía para ellos el derecho de mando"
A.Tocqueville, "La Democracia en América"
domingo, diciembre 14, 2008
DE LA FE A LA ESPERANZA
miércoles, octubre 29, 2008
UN JARDIN DE LAS DELICIAS
“El diablo hocicudo, / ojipelambrudo, / cornicapricudo, / perniculimbrudo / y rabudo,
zorrea, / pajarea, / mosquicojonea, / humea, / ventea, / peditrompetea / por un embudo.
Amar y danzar, / beber y saltar, / cantar y reír, / oler y tocar, / comer, fornicar,
dormir y dormir,
llorar y llorar.
Mandroque, mandroque, diablo palitroque….”
Tentación de verlo todo como en una visión alucinada de un tal Hieronymus Van Aken, alias “El Bosco”. Ver a un mediocre diablo de cejas picudas danzar torpemente, acompañado de un ditirámbico coro de agradecidos diablillos zompos, zampos, y zurupetos, sobre todo zurupetos (y zurupetas). Preguntarse por el cómo, y el por qué; interrogarse sobre el cuándo y el quién. Buscar inútilmente causas, inventar metáforas, pergeñar historias, componer grades dramas que nadie leerá, analizar con desesperación, y hablar y no callar, para contarse la misma comedia a uno mismo vez tras vez…
Y soportar toda esta cacofonía insufrible de palitroques (y palitrocas), que mosquicojonean y peditrompetan; que claman, declaman; que suben y bajan; que gritan, susurran y escupen; que se pavonean, contonean; se ufanan y farolean; que piden, despiden; que toman, que roban; que lucen y venden su nada envuelta en ideas… Esa ventosidad agria y sentimental llamada política.
Semejante barahúnda le deja a uno con ganas de perderse en la suya propia, e intenta oír el leve rumor de las olas, y el mar. Ganas de danzar y beber y comer… y fornicar
De dormir para soñar.
De llorar para dormir… y que todo vuelva a comenzar como si fuera un bucle, la noria absurda de tu propia vida… Mandroque, mandroque…
“¡Pío, pío, pío!
Cabalgo y me río, / me monto en un gallo / y en un puercoespín,
en burro, en caballo, / en camello, en oso, / en rana, en raposo / y en un cornetín.
Verijo, verijo, diablo garavijo.
¡Amor hortelano, / desnudo, oh verano! / Jardín del Amor.
En un pie del manzano / y en cuatro la flor.
(Y sus amadores, / céfiros y flores / y aves por el ano.)
Virojo, virojo, diablo trampantojo…”
¡Y qué más da! Dices. Dar el portazo, volver a leer a Pirrón, a Lucrecio, a Horacio, a Jayyam… Perderte en tu geometría, en una botella de Klein, en un teorema indescifrable que cifre tu vida; ocultarte tras un verso olvidado de Macbeth, leer novelas nunca escritas, escuchar una historia jamás contada… Y terminar aquello que siempre empiezas y nunca acabas, palabras, palabras, palabras que buscas, que juntas, arquitectura fantástica y alucinada, fábula imposible, gastadas teclas que oprimes y te oprimen… criatura siempre imperfecta, imposible final que cambias para no acabar… Igual que Marcello paseando con gafas de sol por la brillante oscuridad de Via Veneto. Funambulista que transitas por la delgada línea que separa lo banal de lo serio.
Olvidar… Y descubrir una geodésica perfecta en la desnuda silueta a contraluz de una mujer; el tiempo detenido en una afirmación, un instante roto con una negativa… Historias de sexo y lujuria que buscas, que encuentras, y te abismas en noches oscuras para arribar a la playa compartida del naufragio matutino: “adiós, nos vemos, te llamo…”
O buscar ese fantasma imposible, en fiestas absurdas, en lugares insulsos, entre copas y risas de caras imbéciles que gritan… porque sabes que existe, y te mira, y te espía… y te acecha. Buscar a Anouk. Igual que Marcello… Virojo, virojo…
“El diablo liebre, / tiebre, / notiebre, / sipilitiebre,
y su comitiva / chiva, / estiva, / sipilipitriva,
cala, / empala, / desala, / traspala, / apuñala / con su lavativa.
Barrigas, narices, / lagartos, lombrices, / delfines volantes, / orejas rodantes,
ojos boquiabiertos, / escobas perdidas, / barcas aturdidas, / vómitos, heridas,
muertos.
Predica, predica, diablo pilindrica…”
Pero no dejas de oír, y no dejan de jeringar, de gibar, de hastiar, de empapuzar, matraquear, emponzoñar… y putear. No callan, no paran, no cejan…
Ellos, los políticos, piratas morales, ávidos babosos, zombis malolientes. Predican subidos en cubos de basura, conspiran ocultos en coche oficial, repiten estulticias, perdonan vidas; se esconden en sus cuotas, listas y camarillas; te señalan, te juzgan, y se obstinan; te hablan de Cambios Climáticos, de apocalipsis, de solidaridad, de progreso y de centro; y no saben, no llegan, no alcanzan… y no se avergüenzan. Se cubren sus partes mugrientas con banderas, oriflamas, destinos y pueblos.
Y su comitiva. Estómagos agradecidos, comparsas necesarios, palmeros subvencionados, atriles de prestigio, plumas oxidadas, jueces inflados, hombres y mujeres de la cultura, actores felices, sonrisas de bótox, papadas estiradas, calaveras desmemoriadas, vacas aturdidas... Predica, predica…
“Saltan escaleras, / corren tapaderas, / revientan calderas.
En los orinales / letales, mortales, / los más infernales / pingajos, zancajos,
tristes espantajos / finales.
Guadaña, guadaña, diablo telaraña…”
Así que temes que te hayan empujado ya al infierno, si es que alguna vez dejaste de estar ahí. Y sólo pretendías estar en el ilusorio margen que existe entre un paraíso que sabes irreal (aunque alguna vez lo creíste posible) y un infierno que temes anodino y trivial.
Te sientes perdido en medio de toda esa danza absurda, ese infierno de cartón piedra y decorado; de carcajadas congeladas, muecas espantosas, admoniciones enloquecidas; sobrecogido ante la penetrante luz catódica, ves desfilar horrendos esperpentos, adefesios elegantes, mamarrachos vociferantes, carcomidos estamentos…
Alguien te empuja, y comienzas a bailar con ellos, a danzar; la torrentera que baja sucia y arremolinada, vorágine de rostros perdidos, huidos, asustados; te arrastra como un ciclón en el que todos se agitan, se rebullen, se zarandean; y esa batahola caótica y confusa deja que veas su auténtica naturaleza, que mires al otro lado.
Es el envés de la propia nada…
Pero oyes el frío, y preciso, movimiento de la hoja... Guadaña, guadaña…
“El beleño, / el sueño, / el impuro, / oscuro, / seguro / botín,
el llanto, / el espanto / y el diente / crujiente / sin fin.
Pintor en desvelo:
tu paleta vuela al cielo,
y en un cuerno
tu pincel baja al infierno.”
Y como Marcello te acercas a la playa, fría y desierta en invierno; y contemplas ese monstruo varado en la arena, informe, grotesco, podrido, muerto… Carne en descomposición traída por la marea que no dejas de mirar, hipnotizado, fascinado, seducido. Sientes asco, y miedo, y frío, y no puedes moverte; quizá entiendes, comienzas a comprender qué es lo que estás viendo… Pero alguien te coge por el brazo, y te arrastra, y sonríe mientras consigue que le sigas en la absurda procesión de la que formas parte, ahora ya uno más. No te suelta el brazo, y es tan parecida a ella…
NOTA: Desvelos. Con entradas como esta voy a conseguir que me expulsen de SC. El poema intercalado es de R. Alberti, “El Bosco”.
(Publica pirx AKA fermat)
domingo, octubre 26, 2008
ELECCIONES AMERICANAS II
Y por eso, se hará intolerable a uno y otro lado del Atlántico la pérdida, si es que se produce, de místico enviado del Dios de los progres: si pierde será tongo, será injusto, será porque es negro. Igual que Bush hizo trampa con las papeletas mariposa en Florida, si gana MacCain, el esclavista redivivo (repugnante el Mundo de ayer), será muestra de lo facciosos, racistas y belicistas que son los americanos.
Creíamos que habíamos ganado la guerra mundial, pero era mentira. Creímos ganar la guerra fría, pero era mentira. La carcundia estaba entre nosotros, y manipulando manipulando se han alzado con la victoria sobre las almas de occidente. Y digo Almas en el sentido de Gogol, Almas Muertas, Siervos, Esclavos.... Plebe enfeudada por propia voluntad.
Hay que poner fín YA a este nuevo feudalismo.
Se acabó, querámoslo o no, el baile en este balneario decadente. Como ya no quedan más batallas que perder, sólo podemos seguir una dirección-
La dirección de la libertad
sábado, octubre 18, 2008
ACTIVO TOXICO
Era una tentación irse a Islandia, hasta hace unos días.
Sucede que a veces uno se levanta con la sensación de que el tiempo ha barrido distancias enormes en el lapso de una noche, o de que todo ha volado de forma desbocada y uno se ha quedado preso en el mismo lugar, inserto en una absurda burbuja de tiempo…desfasada, anquilosada. Y mientras uno se mira con cierta aprensión en el espejo, se pregunta qué diablos hace ahí.
-Lárgate a Islandia –te dices- y lo dices como si no supieras que Islandia es un lugar como cualquier otro, que lo que realmente quisieras es haber sido barrido por ese vendaval que ruge a tu lado… y que ni siquiera te ha rozado, quizá porque estés lastrado de por vida por activos tóxicos que nadie quiere comprar.
-Y ahora ni si quiera queda Islandia- piensas mientras lees como el pequeño país volcánico ha hecho puff como si fuera una burbuja financiera. Y añoras ese huracán que parece poner todo patas arriba y que te esfuerzas por entender… como si no fuera todo vano.
Y te empapas con noticias financieras que desgranan los expertos, como si supieran lo que realmente está pasando, o lo que puede pasar, arropando en tecnicismos su ignorancia. Aprendes, por primera vez en tu vida, qué es eso de un hedge fonud, esperas con asombro cuál será el próximo banco que quiebre, te convences de que Greenspan era realmente un tipo peligroso que jugaba con fuego, pero nadie lo dijo en su día, le aclaras a un amigo que lo del exceso de liquidez era como estar sentado en una barril de pólvora que ahora ha estallado, y el te responde
-Claro
Y tú dices:
-Pues eso
Repites las mismas tonterías, los mismos nuevos lugares comunes, te indignas ante la pretensión de los Estados de comprar los activos tóxicos de los bancos, te asustas ante la negra marea que comienza a abatirse sobre ti… Hablas, hablas y hablas como un pato sólo porque no sabes qué narices va a pasar con tus propios activos tóxicos; no con aquellos que retuercen tu menguante economía mes a mes, sino con aquellos que te has empeñado en poseer en contra de la opinión de los demás, aquellos activos que has decidido llevar contigo toda la vida, a pesar del criterio del resto de la gente que te decía que nadie iba a comprártelos.
De una crisis se sale, incluso de la más profunda, dejando el previsible parte de bajas económicas y sociales, cambiando de manera abrupta, en ocasiones, las cosas; dejando en la cuneta de la historia para siempre modos de actuar y de pensar… todo esto lo sabía hasta Marx, que envolvía obviedades dentro de retruécanos filosóficos. De ésta, que ocupa día a día portadas y titulares televisivos, que se ha convertido en un reality en prime time, y que todo el mundo explica y nadie predijo, también. Ignoro de qué forma o cuándo, tampoco sé cuál será el coste, aunque lo presumo alto.
Pero en esos días frente al espejo, deseando irte a Islandia, u otro lugar alejado… esos días sientes como si estuvieras preso dentro de un laberinto lampedusiano, barruntas como todo cambiará para dejarte a ti en el mismo sitio, sospechas que nadie querrá comprar tus activos tóxicos, aquellos que has ido acumulando año tras año, y que han ido lastrando tus bolsillos ideológicos, y que piensas que no tendrán ningún valor en el Nuevo Mundo que se avecina.
Y por eso miras con envidia toda esa vorágine que amenaza con cambiarlo todo, porque sabes que te vas a quedar en el mismo sitio, porque empiezas a resultar un tipo raro con un equipaje que nadie entiende.
Y es entonces cuando piensas que quizá harías bien en marcharte a Islandia… o a una isla tropical, o consumir tus días en una sucesión de bacanales…
Y te preguntas qué narices vas a hacer con tus activos tóxicos…
Y te respondes:
-Supongo que me los quedo
Y abres el grifo y te lavas la cara.
Y oyes el rumor del movimiento que te rodea…
Y sientes la misma nostalgia…
(Publica, pirx AKA fermat)
sábado, septiembre 27, 2008
ELECCIONES AMERICANAS
Obama es la posmodernidad. Evidentemente no es un inepto absoluto como ZP, porque USA no es España, pero no es más que pura imagen. Pura pose. Puro Mátrix, quinta esencia de la posmodernidad. Pero dios, que perfección en su vacuidad, que magnifica imagen, que fachada tan espléndida. Es un personaje de ficción, y de los buenos. Con él, la falsedad posmoderna llegara a USA, y alcanzará sus más altas cotas. Demagogia, buenismo y autocomplacencia en estado puro, pasado por imagen Hollywood. Espero que no ocurra, pero sera digno de verse.
McCain, con sus muchas limitaciones y defectos, es el envés de la ficción publicitaria posmoderna. El héroe de guerra por antonomasia, el Maverick de su propio partido. El ingrato deber, el imperativo categórico, la madurez absoluta, frente al infantilismo de colores de la progresía vacía y pija. Es la verdad frente al cartón piedra.
No se quien vencerá, pero será digno de ver, y marcará época: o Usa -y con ella todos-sucumbe a la demagogia o supera la posmodernidad sin pasar por ella, volviendo a su lema: land of the free, home of the brave.
domingo, junio 29, 2008
FEUDALISMO CONTRA ARISTOCRACIA
domingo, junio 01, 2008
EL CONGRESO DE SYLDAVIA (3)
Los acusados.
Pirx, enviado especial a Klow.
Pasó como una fugaz estrella hollywoodiense por Klow hace pocos días el famoso alcalde madrileño (con fanfarrias, palmeros y boato incluido), hablando con cierta imprudencia sobre Thomas Moro, precisamente él, el abanderado de la “reforma” (“anglicana”, por supuesto) pepera, acompañado por la inefable alcaldesa de Klow y el inmaculado virrey de Syldavia. Entre los tres loaron las instalaciones del puerto de Klow como subsede olímpica y al mar Mediterráneo (poco les faltó para que acabaran versionando a Serrat). Ignoro si Madrid tendrá sus anhelados Juegos, pero es cierto que el alcalde de Madrid está viviendo su “momento”, papel que sin duda le viene como anillo al dedo. Yo mismo tenía intención de continuar estas crónicas escribiendo algo sobre su persona, pero otros acontecimientos (aunque también relacionados con él) han venido a cambiar el contenido de la misma.
Este miércoles pasado se iniciaba el juicio interpuesto en Madrid por Gallardón contra el periodista Federico Jiménez Losantos, tendrá continuación la próxima semana y será visto para sentencia. No sé cuál puede ser el signo de la sentencia, pero sea ésta la que sea, será conveniente apercibirse de quién o quiénes se sientan realmente en el banquillo de los acusados. Intentaré no opinar sobre la figura mediática del polémico periodista (la otra no la conozco), suficientes hagiógrafos y vilipendiadores tiene ya FJL para que venga a sumarme yo a ese gigantesco coro discordante, y me centraré en las cuestiones fondo.
Suele ser una tentación usual en un político querellarse contra algún periodista, la norma marca que cuanto más genuflexa y dependiente es la Justicia del poder político, más frecuente resulte, en los casos en los que ésta es un mero apéndice del poder no suele mediar ni si quiera querella, se actúa de oficio y con contundencia. De manera que un movimiento de este tipo suele ser algo medido e intencionado, con consecuencias que siempre hay que leer en clave política. Fijémonos en el caso que nos ocupa, gran despliegue de medios informativos, el periodista sentado el banquillo de los acusados… imágenes que sirven para que informantes y comentaristas (o informantes-comentaristas), las punteen de manera más o menos evidente con calificativos al gusto. En un mundo dominado por la imagen y el símbolo, la imagen de FJL sentado en un banquillo frente a la Justicia es más que suficiente. Poco importa ya lo que dijo, o lo que dicen que dijo, o cómo y en qué circunstancias lo dijo porque cuando la información es indistinguible de la opinión, la opinión no tiene por qué distinguirse de la información. Pero esa es justamente la clave.
Es un delito difundir una información falsa o tendenciosa (parece algo obvio, pero hay que remarcarlo), pero no lo debe ser jamás expresar una opinión por contundente que esta sea. Lo que disgusta de FJL en un muy amplio sector de los medios, y de los políticos, no son las formas, ni la manera que tiene de trabajar, ni si quiera el tono que emplea en sus informativos; lo que molesta son sus opiniones y posiciones políticas. Así es que lo que se dirime en este juicio es la posibilidad de que éstas puedan silenciarse, o de que puedan ser expresadas en tanto que opiniones, y de si existen diversos baremos de “aceptabilidad” dependiendo de si se comparte o no una determinada corriente dominante en los medios. Evidentemente mi posición es que las opiniones no deben sufrir ningún tipo de cortapisa o autocensura. Pero ésta es una vieja polémica no del todo resuelta en países democráticos, y que siempre dará ejemplos. Sin embargo, bajo todo esto, late otra cuestión de lectura interna.
Podríamos resumirla en unas pocas imágenes, las que proporcionaron en el juicio el desfile de políticos (del PP) que decían no acordarse de nada o pasaban fugazmente de perfil ante las preguntas de la parte defensora. Cada día que pasa voy viendo la crisis del PP menos como una mera lucha de poder en su seno, que como otro tipo de acontecimiento más general, hay una especie de entendimiento tácito o de feliz identidad de intereses entre políticos (de distinto signo) y medios cuyo objetivo pudiera ser el aislamiento o la amputación de determinado segmento opinativo y sociológico que por alguna razón se hubiera vuelto demasiado incómodo o ya no resultase especialmente rentable, o “presentable”. Quizá sea la asunción por parte de políticos y medios de que unos nuevos tiempos corren, y de de que determinadas actitudes molestan o perjudican el desenvolvimiento de lo porvenir. Ignoro cuál pudiera ser la amplitud de ese determinado segmento, no sé si son dos millones, como dijo Rajoy, o quizá más, o menos; pero lo cierto es que han empezado a molestar a todo el mundo, cuando en la pasada legislatura lideraron de alguna forma la oposición ideológica al Gobierno de Zapatero.
El procedimiento, por decirlo de esta manera, es de manual: aislamiento, seguido de estigmatización; conseguir su silencio o condenarles al exilio interior. Hay que dejarles huérfanos de referentes políticos para luego acusarles de “duros”, o “radicales”, o “ultraloquesea”. Desde el PP se denomina a este proceso “moderación”, o “vuelta al centro”; desde el PSOE y medios afines, “normalización”, o incluso, “civilización”. Y lo cierto es que en ese saco de indeseables hay gente de todo tipo y con idearios de lo más dispar: liberales, conservadores, antinacionalistas sin ideología definida, o simplemente tipos cínicos y escépticos y de un liberalismo tipo my way como es mi caso. Me doy cuenta para mi sorpresa de que ya no soy un descreído de la política, alguien que siempre ha desconfiado de los políticos, que le dan pavor las ortodoxias y los modos de pensar esquematizados; los colectivos, las asociaciones o cualquier grupo mínimamente organizado; los Estados “protectores” o “benefactores” y cualquier cosa que trate inmiscuirse en mi vida privada. No, me doy cuenta de que he pasado a engrosar una lista de indeseables a los que basta calificar como “duros” o “radicales”, empaquetarlos convenientemente y dejarlos apartados en un rincón.
Personalmente me importa un carajo el que me dejen huérfano de referentes políticos, lo he estado toda mi vida desde que dejé por mi propio pie la izquierda montaraz, pretendo seguir en este estado de prudente asepsia, pero me molesta profundamente que me digan lo que tengo o no tengo que decir u opinar, que cualquier damnificado por la ESO o iluminado opinante me señale (a mí) los márgenes, más o menos estrechos pero bien definidos, del camino por el que es conveniente marchar ahora, y de que alguien determine qué posiciones son o no “homologables”. Así que pueden llamarme esto o lo otro, o etiquetarme con etiquetas que sin duda me resbalarán, particularmente no pretendo participar en festivales de memez intelectual o en nuevos y fastuosos proyectos donde la fantasmada nacionalista pase por diversidad.
No me gustan los popes de la comunicación, ni los líderes de opinión cuyas palabras son tomadas como verdades incontrovertibles, pero en ese banquillo en el que estos días se sienta FJL, hay sentada otra mucha gente; aquellos que por alguna u otra razón han dejado de ser útiles a los políticos, o cuyas opiniones resultan disonantes o discordantes en el actual, y aburrido, coro a dos voces dirigido por monaguillos con batuta de “hecho diferencial”.
Gane o pierda, haré lo que siempre he hecho, quedarme sentado y contemplar el espectáculo al que todo parece abocado, pero en ningún caso quedarme callado. Aunque hablar de política cada vez me resulte más insoportable y banal; con los años uno se va construyendo sus propias fortalezas y bucles, con los que abismarse y divertirse, y hacer así patente la célebre máxima de Epicuro: “Alejaos de la política y de sus afanes”.
Informó Pirx (AKA fermat) desde Klow, Syldavia.
domingo, mayo 25, 2008
EL CONGRESO DE SYLDAVIA (2)
Rajoy; perder o perder.
Pirx. Enviado especial a Klow
“Lo impredecible nos lleva a donde nos lleva, sea bueno o malo, y con eso hay que vivir.”
La cita es mía. Sé que resulta vanidoso por mi parte, pero suelo gastarlas de esa manera. Los acontecimientos han adquirido tal aceleración en los últimos días que resulta complicado adivinar en qué condiciones podrá llegar el PP a Klow el veinte de junio próximo. Incluso suponiendo una derrota del PP el nueve de marzo (algo que entraba dentro de lo probable), y adivinando que se produciría algún tipo de movimiento sísmico en el seno de su dirección, nadie conjeturó si quiera la situación actual de, ya no crisis, sino de fractura no tanto en el seno del partido como entre aquellos que decidieron apoyar con su voto a Mariano Rajoy en las pasadas elecciones. Personalmente creo que si algo es susceptible de empeorar y empeora, acaba por despeñarse definitivamente, si algo totalmente imprevisto no lo evita, así que conviene armarse de paciencia e intentar analizar lo que sucede porque queda mucho por ver, y quizá lo peor aún esté por llegar.
Llueve hoy en Klow, así que supongo que tendré que cumplir con mis obligaciones de corresponsal. He de decir que temo que me será totalmente imposible dar con el tal Lassalle, y entregarle el “recado” que me pedía Cowboy en su comentario, no sé quién era Lassalle antes de todo esto, ni creo que su fugaz estrella dure como para que resulte reconocible, es el típico hombre gris, un fontanero eficaz, por otra parte mi deporte ha sido el baloncesto así que supongo que no podría cumplir con la eficacia debida el encargo de Cowboy.
¿Ha cambiado Rajoy? Esa es la pregunta, y me temo que la respuesta, al menos la mía, puede resultar paradójica: no. Este nuevo Rajoy, alabado hoy por el coro mediático que antes lo vilipendiaba es el mismo, el mismo que hace más de cuatro años fue elegido a dedo, sin que casi nadie osara decir palabra, por Aznar. Y es que aquel encumbramiento al poder (de partido) por obra y gracia del intocable Presidente no fue quizá el origen de todo, sino un síntoma. Rajoy es un político hábil, lo cual no siempre es garantía de éxito, ha estado maniobrando en las procelosas aguas (visibles y subterráneas) de la política durante décadas, no miente cuando dice, ante la actual situación, que sabe lo que hace. Para llegar a donde está tuvo que quitarse de encima a dos pesos pesados de su partido en su momento: Rato y Mayor, de manera que si hay alguien que está midiendo los pasos en esta crisis ese es Rajoy. Pocas semanas antes de las elecciones de marzo asistimos perplejos a una hábil maniobra política que logró que se concentrase buena parte del voto anti Zapatero en la bolsa del PP, la defenestración pública (lágrimas incluidas) del eterno aspirante al puesto, y apuesta clara de la izquierda política y mediática, Gallardón, utilizando para ello el sacrificio de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. Parecía que con ello Rajoy se guardaba las espaldas y que consolidaba una línea programática aún en el caso de perder las elecciones; era cierto lo primero, pero no lo segundo. Ahora sabemos que el auténtico objetivo de aquel medido movimiento táctico fue su verdadero enemigo político: Aguirre. Perdidas las elecciones, Rajoy (que no el PP) debe de cambiar para sobrevivir, y para ello se quitó de en medio en su momento a su más directo rival, un gambito de dama perfecto.
Sirva esto como ejemplo, no es el único en la carrera de Rajoy (todavía hoy desconocemos las maniobras que dieron lugar a su designación como sucesor por el dedo mágico de Aznar), tampoco será el último. Eso es la política. Una cosa es que los acontecimientos sean imprevisibles, otra muy distinta es que sorprendan. No es mi caso. Son ya demasiados años recibiendo bofetones (ahora sí, en ambos carrillos) para que a uno le puedan engañar. Así pues, siempre consideré a Rajoy como lo que es, como lo que ha sido siempre, un político; y por tanto alguien que incluso pude tener convicciones morales, pero que sabe esconderlas cuando el momento lo exija, e incluso olvidarse de ellas de la manera más soez si su supervivencia política le va en ello. Compartimentación, esa es la clave para entender la actuación de un político. La política, no nos engañemos, nunca ha dejado de ser un sucio juego de intereses, o algo mucho peor, una especie de religión donde las más abyectas utopías e ideologías han tenido cabida, puestos a elegir entre lo malo y lo peor, me quedo con lo primero, aunque a una prudencial distancia.
En mi crónica anterior planteaba la posibilidad de que al PP de Rajoy le acabe sucediendo lo que en su día le pasó a la UCD, reflexionando sobre la cuestión sé que hoy no podría darse ese caso, y es una de las razones para entender por qué Rajoy hace lo que hace. En aquellos tiempos la democracia en España era joven, incluso el Rey tuvo a bien trabajar (un día), los partidos políticos todavía estaban compuestos por personas que habían llegado a la política como vía alternativa en su vida laboral, muchos eran profesores universitarios, o profesionales, o altos cargos del Estado, o directivos de empresas nacionalizadas… No es que fueran mejores en lo que a asestar puñaladas se refiere, o en lo de compartimentar sus ideas, pero llegado el momento de perder e irse, la mayoría sabía a qué se iba a dedicar: seguir haciendo lo que hasta el momento de dedicarse a la política había hecho. El paisaje político actual es totalmente distinto, ha dado tiempo para que el engranaje de la política partidista diera a la luz un ejemplar que hoy en día inunda toda la fauna política: el profesional de la política. Los partidos y los distintos parlamentos están llenos de ese espécimen, aquel que ha luchado y bregado durante años por conseguir algo tan arcano como un puesto en alguna lista. Para ellos abandonar el escaño o el cargo político significaría todo un drama, un montón de años tirados a la basura y sin ninguna perspectiva. Tiende a la autoconservación, y conservarse en política significa no arriesgar, seguir la corriente del viento que sople, y sobre todo compartimentar. Rajoy sabe perfectamente el material humano con el cual trabaja, y sabe que pocos se atreverán a dar un portazo o a levantar la voz. Pocos, sólo los que saben qué les deparará el futuro… o a los que no les importa perder porque consideran que siempre hay algo más importante que la derrota: la posibilidad de poder mirarse al espejo por las mañanas y no sentir vergüenza.
Por otra parte el electorado también ha sufrido un importante cambio en todos estos años. Ya no somos la ingenua masa de votantes que votaba ideas, si es que alguna vez lo fuimos, sino descreídos de la política, o votantes inerciales que votarán a las mismas siglas porque siempre han sido de “izquierdas” o de “derechas”, sin importarles qué hagan sus representantes. De manera que Rajoy quizá se equivoque en lo de obtener doce o catorce millones de votos, pero sabe que es muy difícil que el PP sufra una debacle electoral que le deje en cuadro. Si no consigue ganar se quedará como está, en un porcentaje (la abstención nunca cuenta para un político) que oscilará entre el treinta y poco y el cuarenta por cien, suficiente para vegetar en una cómoda oposición. Al fin y al cabo, lo que está haciendo es sacudirse toda esa caspa de votantes díscolos y gritones que tienen la mala costumbre de opinar en público y poner en tela de juicio aquello que dicen o hacen los dirigentes, al PSOE le funcionó de maravilla.
Rajoy sabe lo que hace, lo ha sabido siempre, pero su destino puede que sea perder, y perder. No conseguirá ganar jamás unas elecciones, pero puede que se haya pasado de perspicaz, y que aquellos que ahora le apoyan: dinosaurios que ahora se dicen de centro, ambiciosos acomplejados que se hacen perdonar por la izquierda, barones y baronets, y trepas de toda condición, le acaben apuñalando en un juego sucio por conseguir más cuota de poder, al fin y al cabo la política es eso, un juego sucio… y compartimentación.
Lo que no tengo tan claro es que una vez fuera, pueda mirarse al espejo sin vergüenza como hoy lo hacen algunos de los que han caído a su paso.
Próximo capítulo: la conjura de los boyardos… y del “boyardo”.
Informó Pirx (AKA fermat) desde Klow, Syldavia.
lunes, mayo 12, 2008
EL CONGRESO DE SYLDAVIA (1)
Los hombres Grises
Pirx. Enviado especial a Klow
Nada parece indicar que en esta luminosa ciudad del Mediterráneo vaya a producirse un acontecimiento que marcará el curso político de los próximos cuatro años y puede que de las próximas legislaturas. Klow, capital de la región autónoma de Syldavia, amanece en calma, los silenciosos turistas japoneses son los primeros en tomar las calles, a medida que avanza el día van apareciendo los demás: enrojecidos británicos, animosos alemanes, estirados franceses, escandalosos rusos… al mediodía el centro de Klow es un abigarrado mosaico de lenguas donde los propios syldavos parecen minoría. Es sólo el comienzo, a medida que avance el verano hordas de turistas invadirán las calles de Klow, coincidiendo con la celebración del Gran Premio de Europa de Fórmula 1 en Agosto. Pero a los habitantes de Klow les encanta todo esto, la algarabía, el exceso, prolongar la noche en alucinógenas fiestas felinianas… y por supuesto los grandes acontecimientos mediáticos que, por alguna extraña razón, los syldavos pagan gustosamente de su propio bolsillo sea cual sea el importe de la factura. Pero no estoy aquí para escribir ninguna guía de viajes, cosa que no me importaría hacer, sino para dar cuenta del congreso del PP que se celebrará aquí, en Klow, el próximo 20 de Junio.
Celebrar un congreso tras una derrota electoral es algo necesario, da oportunidad de renovar a personas, depurar responsabilidades y ayuda a entender las causas de la derrota, pero puede servir para otros fines memos obvios, el afianzamiento de una casta de poder que aprovecha la derrota como excusa para legitimarse. Al PP de Rajoy, le ocurrió –a su pesar- durante la primera legislatura de JLRZ algo infrecuente, y que coloca a un partido político en una encrucijada de incertidumbre donde todo es posible: convertirse en un partido transversal, en una verdadera “oposición”. Muchos españoles vieron en el PP, no el partido que defendía sus opiniones políticas, sino el instrumento merced al cual descabalgar al partido gobernante del poder, así, al PP de esta primera legislatura de Zapatero lo apoyó su caladero natural de votos (conservadores y determinado segmento liberal) al que se fue sumando un amplio espectro de población de filiación diversa: liberales atípicos, desengañados de la política, abstencionistas militantes, e incluso socialistas desencantados; todos ellos con un doble objetivo común, desalojar al PSOE (ZP) del poder y la defensa de Nación (al menos en los términos que fija la Constitución del 78). Semejante situación supone para un partido un arma de doble filo, puede permitirle auparle al poder, pero también consigue que las estructuras funcionariales que controlan el partido pierdan preponderancia en favor de toda esa amalgama de sensibilidades que deciden elegir a ese partido como vehículo o plataforma. Perdidas las elecciones, llega el momento de los hombres grises de partido.
El PP perdió las elecciones, es difícil decir cuándo y de qué manera, pero los resultados están ahí, no consiguió los apoyos suficientes. La derrota es sin duda la mejor excusa para que los hombres (y mujeres) grises, esos fontaneros y profesionales de la política partidaria, se den prisa por recuperar de nuevo el protagonismo perdido, les va en ello sus prebendas, y saben perfectamente que tienen que maniobrar con rapidez antes de que la ocasión pase, es decir, antes de que se vuelva a arremolinar en torno al partido esa amalgama diversa de votantes. Puede parecer una contradicción pero dentro de lo que es la lógica de un partido político no lo es, ya que la dinámica del mismo es acaparar cuotas de poder o afianzar las ya existentes para sus miembros. Es una maniobra que contará con el apoyo tácito o explícito del partido en el Gobierno (PSOE) ya que la auténtica amenaza para éste es la consolidación de esa transversalidad, que por otra parte implica (para el PP) la pérdida de influencia del denominado “aparato del partido”, una conjunción de intereses que no por obvia resulta menos necesaria.
A muchos ha sorprendido la rapidez con la que se ha llevado a cabo este cambio, o mutación de discurso, por decirlo de laguna forma, pero es que justamente cuanto más brusco sea el giro más posibilidades de éxito ofrece. La consigna es soltar lastre, deshacerse de la mayor parte de la chusma heterogénea, peligrosamente con ideas propias y no enteramente fiel, y quedarse, en una especie de maniobra de centrifugación, con el núcleo duro de votantes que seguirán votando al partido de forma robotizada haga lo que haga y se presente quien se presente, y si eso no permite llegar al Gobierno, vegetar en una cómoda oposición al estilo Fraga. La operación no sólo conlleva un cambio de discurso, o el empleo de unas “nuevas formas”, sino la defenestración o desalojo “tranquilo” de todo aquel que recuerde o simbolice la etapa anterior, cambio de caras que no afectará a los hombres grises (nunca se les ve, por eso son grises), y quizá al líder, pero del líder, Rajoy, hablaré en otro capítulo. Se trata de podar al partido de aquellas caras que significaron un banderín de enganche para todos aquellos que, no siendo simpatizantes o militantes del mismo, vieron en ellas un ejemplo para apoyar unas siglas aun no estando de acuerdo con todo su ideal político, el ejemplo de hoy mismo, María San Gil, es obvio. Puede haber un peligro sin embargo, y es que si la brusquedad del cambio supera cierto umbral puede incluso afectar o desgajar al propio núcleo duro, haciendo de éste un montón de fragmentos más o menos homogéneos que buscaran colocación donde puedan, el ejemplo de la UCD es paradigmático.
Syldavia está gobernada desde hace años por uno de los abanderados de este golpe de timón, (o habría que decir oportunidad de pescar en río revuelto), me refiero al Presidente del Gobierno de Syldavia Francisco Camps, un extraordinario hombre gris. No es extraño, el Presidente syldavo Camps, ha conseguido en pocos años hacer de la sucursal local del PP lo que sin duda conseguirán a nivel nacional sus compañeros fontaneros de partido, si alguna vez dejó de serlo, una intrincada red clientelar de grisura y mediocridad que maneje con soltura cargos, nombramientos y prebendas y que aglutine a su alrededor un –sobre todo- homogéneo cupo de votantes que aseguren cómodos sueldos.
El sol luce en Klow después de varios días de lluvia, todo vuelve a la normalidad, los días vuelven a ser cálidos y las noches efervescentes (demasiado efervescentes), la situación me recuerda a la pagana y lujuriosa Roma de Nerón poco antes del incendio, pero qué le vamos a hacer, así son (somos) los syldavos.
Próximo capítulo: Rajoy, el panglossiano.
Informó Pirx (AKA fermat) desde Klow, Syldavia.
sábado, abril 26, 2008
¿ITALIA o ARGENTINA o ALGO PEOR?
lunes, abril 14, 2008
Crónica desde el Maelström
El Maelström es el terrible remolino que se forma frente a las islas Lofoten, en la costa de Noruega. Cuentan, que en su interior se abre un abismo que penetra en las mismas profundidades del globo y que nadie sabe dónde tiene su fin. Quizá sea una leyenda exagerada, pero lo cierto es que las pocas personas que han logrado acercarse a él fueron testigos de sucesos inexplicables, sucesos inauditos que nadie ha logrado comprobar, y mucho menos prever. Dos acontecimientos han venido a disipar la niebla que nos velaba el lugar hacia el que nos dirigimos.
El primero de ellos ha sido la composición definitiva del nuevo Gobierno socialista. Su significado y cometido no puede ser más claro (o más faústico), sus miembros más destacados no son sino eficaces técnicos desinstaladores que se encargarán con aptitud y solvencia de desmontar y liquidar el actual sistema político, lo harán eficazmente, quizá con buenas maneras y sin estridencias, pero sin duda de forma implacable. Los puestos en los Ministerios de Estado así lo avalan: Interior, Justicia, Defensa, dirigidos por una dirección política que, si de algo no se le puede acusar, es de no tener las ideas claras; dirección política extraña, oscilando entre Madrid y las periferias. Asistiremos quizá a un caso singular en Europa, el desmantelamiento de un Estrado por un Gobierno. Interesantes y muy significativos, estos tres nombramientos: Un Rubalcaba declinante y crepuscular al que ya no le queda otra línea de repliegue, tras la “tregua”, que obedecer los dictámenes de su Presidente, cuentan que el propio JLRZ tuvo que insistir para que Rubalcaba siguiera en el cargo, no me cabe la menor duda; un fiel, y prescindible, Bermejo que se encargará con eficacia de liquidar lo poco que pueda quedar de independencia del Poder Judicial, el Grial de cualquier Gobierno (repito, de cualquiera); y el nombramiento más enigmático e impredecible de todos, Carmen Chacón en Defensa. En un principio, la reacción ante este último nombramiento, para el observador no embotado ni cegado, suele ser la de sorpresa por la apuesta de JLRZ, y no por la inexperiencia de la, ya hoy, Ministra, sino por la amplitud de su significado. Colocar al frente del órgano encargado de defender la unidad nacional a alguien que ha proclamado la entidad de la Nación Catalana, en detrimento de la Española (y que nadie me tache de reaccionario, es una cuestión puramente lógica, si hay una Nación Española no puede haber otras coexistentes), y que se ha declarado públicamente “ecopacifista”; puede ser, o bien un sinsentido o algo mucho peor, la declarada intención de colocar a alguien capaz de desmantelar a quien por Ley le corresponde la tarea de velar por la integridad nacional, tanto de amenazas internas como externas (léase Marruecos). Digo que en un primer momento la reacción puede ser esta, pero rumiando tan sorprendente nombramiento se me ocurren quizá intenciones más aviesas y borgianas (de Borgia, claro). Me pregunto de quién fue la idea del nombramiento, de JLRZ o del PSC; porque no se me escapa que para el protoindependentista PSC, que ha logrado acaparar parte del voto de ERC, el citado nombramiento casi resulta un dardo envenado o una broma de mal gusto.
Supongamos (supongámoslo sólo por un momento) que para el Think Tank que se arremolina en torno a JLRZ se haya hecho patente el hecho de que por ahora no se puede ganar unas elecciones sin contar con el voto (canalizado a través del PSC) del soberanismo o independentismo de izquierdas más o menos radical; al mismo tiempo supongamos que para estas cabezas pensantes, la vieja idea felipista de convertir al PSOE en un PRI ibérico, sigue siendo el ideal político, por tanto el PSOE necesita al PSC tanto como lo desprecia. Si de momento no puede apropiarse de la totalidad del pastel del Estado lo hará por partes, en espera de un nuevo y amistoso virrey tipo Pujol, tendrá que engatusar y congraciarse con el díscolo PSC a la par que le asestará alguna puñalada para que no se descontrole. ¿Qué pensará el confundido votante del PSC cuando vea a la Ministra Chacón saludar a la bandera en algún día señalado? Desde luego es jugar con fuego, JLRZ ya lo ha hecho anteriormente (proceso de negociación) y ha salido indemne quemándose, así que por qué no quemarse otra vez, igual hasta funciona. Un juego peligroso e impredecible que nadie sabe a día de hoy las consecuencias que puede tener.
Otro nombramiento destacable ha sido el del Ministro antiSolbes, Sebastián. Curiosa forma de asegurar fidelidades y silencios en los prolegómenos de una crisis económica, ambos Ministros se vigilarán mutuamente guardándose las espaldas y callando lo que haya que callar. Sebastián es joven, dinámico y rápido (eso cree él), pero yo apuesto por alguna conjura florentina del lento y brumoso Solbes que sin duda acabará con el resucitado Sebastián.
Dejo para el final el último de los sucesos que ha hecho que emplee la tremenda metáfora del Maelström, la actitud del PP. El PP ha sido mi desagradable compañero de viaje durante estos cuatro años (le voté dos veces), a día de hoy he de decir que ya no lo es. En realidad era una decisión que tenía tomada antes de las elecciones, le votaría por segunda y última vez, los sucesos de las últimas semanas no han hecho sino afirmarme en mi postura. El PP (todo el PP, y no solo Rajoy) ha decidido ocupar el cómodo puesto de figurante en la peligrosa escenografía que ha diseñado JLRZ, esa medianía que sin embargo sabe su oficio de maniobrero político. En el fondo no se lo reprocho, siempre supe que el PP acabaría haciendo algo así, incluso les entiendo, para el profesional de la política, para el fiel hombre de partido es siempre muy difícil sobrevivir al frío, a la intemperie del cargo público. Ellos se han servido de mi voto para engordar su cesta y yo he intentado servirme de ellos para terminar con un Gobierno, estamos en paz, ninguno de los dos creyó en el otro: ni ellos en mí (no vieron sino un voto más), ni yo en ellos (un instrumento posible para desalojar un Gobierno). Terminado el contrato los caminos se separan. Dudo que algún día vuelva a votar, mi estimada Rosa tiene aún mucho que demostrar. Puede que el silencio sea tanto una manera de quedar bien, como el resumen del rencor que pueda tener, que en el fondo no es mucho. Punto final.
Así pues nos dirigimos sin remisión hacia un torbellino de incógnitas e incertidumbres, un negro vórtice lleno de enigmas que algunos necios creen entender, pero los buenos marinos saben que no hay que tentar la suerte. Cualquier cosa puede pasar… incluso lo peor.
Coda:
Hacia 1635 Rembrandt pintó uno de los mejores cuadros que se han hecho jamás: El Festín de Baltasar. En él se narra la historia del Rey Baltasar de Babilonia, quien en un banquete al brindar despreocupadamente por los dioses paganos abatió sobre él la ira divina. Una mano escribió sobre la pared unas palabras en hebreo que sólo pudieron ser descifradas por el profeta Daniel: “Mené, Teqel, Faras”, tu reino ha sido contado, pesado y vendido. Poco después los asirios arrasaron el reino de Babilonia y al propio Baltasar.
Y quien quiera entender que entienda.
Valencia, 14 de abril de 2008.
(Publica pirx AKA fermat)
martes, abril 08, 2008
Impredecible
Aquellos que el 19 de octubre de 1987, lunes, se dirigían a sus puestos de trabajo en los bancos y agencias de inversiones cercanos a Wall Street, muy temprano, como siempre, quizá se empaparían antes de comenzar su jornada de las últimas noticias que se cocían en el epicentro económico mundial, darían un repaso rápido al cierre de la bolsa de Tokio, comenzarían a llamar a sus clientes y agentes de bolsa, y tendrían todo listo para la apertura de la bolsa de Nueva York a las nueve en punto, iba a ser un día normal, nada parecía indicar que pasara algo especialmente importante, la semana anterior no había sido buena pero eran fluctuaciones normales del mercado: el ajetreo de todos los lunes. Tan sólo unas horas después Wall Street era un autentico infierno. La bolsa se desplomó al final del día un 22,6%, la mayor caída en la historia. Aquellos que fueron testigos de lo que pasó cuentan escenas que jamás olvidarán: ataques de pánico, gritos, brokers desesperados rompiendo teléfonos y monitores, tipos rezando a Dios frente a una pantalla de cotizaciones, altos ejecutivos de bancos de inversiones llorando como niños por los pasillos… Fue el súbito final de los Masters of the Universe, aquella clase de ávidos yuppies que con tanta ironía supo reflejar Tom Wolfe en su magistral La Hoguera de las Vanidades. Pero claro, no supuso el fin del mundo. Poco después de ese lunes de octubre, regimientos enteros de analistas financieros y economistas desgranaban con elocuencia y autoridad las causas de tan inesperado “crack” (o crash). Oyéndoles pereciera que no podía haber sucedido otra cosa, que lo que ocurrió el 19 de octubre era algo inevitable, un destino manifiesto que pudo haber pasado cualquier otro día, ahí estaban las pruebas: que si el déficit, que si la volatilidad, que si el repunte de los tipos… Pero nadie advirtió de lo que podía pasar, hasta que sucedió. Lo único cierto es que ese día la bolsa se desplomó, por una infinidad de causas que ni siquiera llegamos a imaginar, muchas de ellas completamente contingentes. Fue un suceso aleatorio.
¿Cuál es el valor de lo aleatorio, de lo impredecible? Es en los mercados un ingrediente esencial, por más que economistas y especialistas intenten enmascararlo con sesudos (e inútiles) análisis a posteriori y profecías autocumplidas, pero ¿y en la política? ¿Y en la vida? Es desde luego un elemento incómodo, difícil de manejar y de integrar en nuestras concepciones, por ello solemos arrinconarlo, despreciarlo o explicarlo con todo tipo de teorías y modelos una vez ha pasado.
Para Hegel y Marx, lo aleatorio no existe, la Historia sigue el camino imperturbable que señala esa dialéctica que marca el ritmo de los acontecimientos, y que termina resolviéndose en un final previsible e inamovible. La Historia como camino definido, predecible, y el signo de los tiempos como corriente que lo arrastra todo ha estado presente en el pensamiento político y social en los dos últimos siglos, va siendo hora de reivindicar justo lo contrario. Tolstoi escribió una de las mayores obras de la literatura de todos los tiempos, Guerra y Paz, para ilustrar ese fenómeno: nada de lo que decidiera Napoleón en Borodino iba a cambiar su destino, todos eran marionetas de una corriente histórica que los arrastraba, al emperador, al zar, y a los que combatieron en aquellas batallas. A los teóricos comunistas no les importaba morir en los campos de concentración o en el GULAG, sabían que nada de lo que hicieran los hombres cambiaría lo que el destino tenía previsto para la clase obrera. La idea de un futuro predecible, y de alguna manera esbozado en el presente, ha permeado el pensamiento político a derecha e izquierda. Pero es una imagen que no se ajusta a la realidad: la historia corre hacia el futuro, y el conocimiento hacia el pasado. Lo cual no quiere decir que los acontecimiento históricos no tengan sus causas, simplemente sucede que muchas de ellas ni si quiera somos capaces de entreverlas a priori (y a veces ni siquiera a posteriori). Surgen así las ideologías, un modelo preciso que proporciona una explicación de acuerdo a un esquema, logra embridar el pasado en una red conceptual, clasificarlo todo en categorías fijas y proporcionar predicciones de futuro que tranquilizan o auguran apocalipsis. El suceso extraño, aleatorio, contingente, y que acaba siendo determinante en muchos casos queda arrinconado, despreciado, o convenientemente “explicado”. Pensemos hasta qué punto nuestra visión de la historia y el futuro viene condicionado por las ideologías. El politólogo es el economista de la historia, el que describe las causas de los acontecimientos una vez han ocurrido. Existe una anécdota cierta, días antes de la caída del Muro de Berlín los analistas de la CIA no sabían nada; incluso la misma caída del Muro fue un suceso inesperado: una rueda de prensa confusa del Ministro Portavoz que dijo lo que no quería decir, y un coronel de la VOPO que abrió por su cuenta y riesgo la valla ante la avalancha de gente, luego todo se precipitó. Se me dirá que eso bien pudo ser fortuito, pero que el derrumbe de los regímenes comunistas era inevitable, pero ¿estamos seguros de ello? ¿Qué pasa con Cuba y Corea? ¿Cuánto hubo de inevitabilidad y cuanto de aleatoriedad en aquellos años? Si fue tan inevitable, ¿por qué nadie lo predijo? Repito, no afirmo que no existan causas, sino que muchas de ellas no las podemos prever. Todos sabíamos que el islamismo era una amenaza, pero ¿quién imaginó que las Torres Gemelas fueran derribadas causando miles de muertos, trastocando la política internacional?
Si el politólogo es el economista de la historia, el político es el chamarilero. Aquel se esfuerza por explicar lo sucedido de acuerdo a esquemas elaborados y hasta cierto punto complejos; éste lo intenta mediante el estereotipo, la analogía burda y el prejuicio. El político siempre actúa por simplificación, proporciona una respuesta fácil y barata, todo tiene encaje y nada queda al albur, tiene la capacidad de controlar cualquier acontecimiento y nada escapa a su comprensión, otra cosa es que se le haga caso. Todos pudimos comprobar lo que digo en aquellos previsibles debates de la última campaña electoral. Pero sucede que la realidad es compleja, y sobre todo tozuda, a menudo cambios políticos importantes dependen de acontecimientos cuyo impacto puede ser incierto, ¿qué hubiera sido de Zapatero sin no se hubiera producido el atentado del 11-M, o si lo ocurrido en aquellos días hubiese sido distinto? ¿Y qué hubiera pasado con los nacionalismos si la gestión de aquella transición hubiera sido otra? ¿Cuánto hubo de contingente, de inesperado, en todo ello?
Lo que no conocemos acaba siendo más importante que lo que sabemos, hay que aprender a vivir con aquello que no controlamos, ni imaginamos, ni sabemos cómo prever. Nuestras previsiones siempre se quedarán cojas, inermes ante el porvenir, a no ser que nos blindemos con una ideología inexpugnable… y siempre cobarde. Como si de un derivado financiero de alto riesgo, el valor de lo aleatorio puede arruinarnos o enriquecernos, hay una oscuridad que no lograremos desvelar por elaboradas que sean nuestras teorías, y la salvación o el infierno puede estar a la vuelta de la esquina, o no, puede que a la vuelta de la esquina no haya nada. Sucederán cosas en los próximos años, unas serán previsibles, otras jamás hubiéramos imaginado que sucederían, fruto de circunstancias que ni si quiera teníamos en cuenta, determinarán lo porvenir, y evidentemente señalarán a los responsables, aquellos que no se imaginaban que pudiera pasar lo que pasó cuando hicieron lo que hicieron, o los que tentaron la suerte, como idiotas o como necios, jactándose de que conocían lo que iba a ocurrir y asumieron riesgos innecesarios,
Me preguntaba en la entrada “La Máquina” si nuestra situación actual era inevitable. Mi pesimismo natural me jugaba una mala pasada. No, no ha sido inevitable, se puede explicar y ha habido también mala suerte, lo cual no irresponsabiliza a los culpables, claro.
NOTA: Status Civitatis ha cambiado de aspecto. Le hacía falta. Me he tomado la libertad de hacerlo yo, manteniendo un tono sobrio, espero que sea del gusto del lector. La cita inicial, encabezaba la primera entrada de este blog allá por el mes de septiembre de 2006, la realizó qrm, y me ha parecido la más apropiada.
(Publica pirx AKA fermat)
miércoles, abril 02, 2008
La Máquina
El poder se degrada, como cualquier cosa acaba siendo atacado por la herrumbre y la descomposición. Incluso sus mitologías más descarnadas acaban resolviéndose en algo banal y necio. Es entonces cuando el poder muestra su cara más temible. Despojado de sus oropeles, atascado y mohoso ese deus ex machina que hacía de él un espectáculo aterrador que sobrecogía a todos los espectadores, sólo queda de él una ciega y anodina maquinaria auto-reproductiva que no necesita de nada para funcionar. Es entonces cuando adquiere su auténtica esencia, en ese estado de grisura, apenas perceptible, que opera –casi sin molestar-, y que no osa hacerse visible salvo cuando alguien se atreve a entorpecer ingenuamente alguno de sus mudos engranajes, es entonces cruel y expeditivo, volviendo luego como si nada hubiera pasado a su sordo devenir. El poder termina siempre convertido en una férrea y aprovechada red clientelar.
Ese poder sordo, silencioso, casi imperceptible, se filtra en actitudes, opiniones, disposiciones, reglamentaciones… y termina siendo vivido como algo propio, siendo visto como si fuera el necesario despliegue de los acontecimientos, la verdadera naturaleza de las cosas. Protegido de la crítica y blindado contra todo juicio, su murmullo de engranaje bien engrasado acaba formando parte del paisaje, del murmullo diario de la vida. Circo de arreglos, prebendas y favores, es el paraíso del mediocre, del experto en maniobrabilidad social, del buscador de chollos, husmeadores de poderosos, y silenciosos apuñaladores. Terreno abonado donde florece lo políticamente correcto, o la adecuada incorrección, conforma parámetros de comportamientos, pautas de riguroso seguimiento, y asegura puestos y seguros canales de promoción. Sólo hay que la montarse en la noria, asegurarse que la máquina no cese de funcionar, todo el mundo tendrá así su parte de la tarta, pero sólo los más iniciados tendrán el mejor trozo.
Ese lento, pero eficaz, zumpa-zumpa de la máquina anula singularidades que puedan hacer que la noria se detenga. Consigue hacer de la consigna, del la frase repetida, del estereotipo, sabrosas píldoras de argumentación que pueden ser tragadas sin esfuerzo. Todo llega a resultar fácil, sencillo, manejable, todo tiene que ser simple, ese es el gran premio, el chollo, el dos por uno, el ofertón intelectual. Esa red clientelar asegura un cómodo puesto para el obediente, para el fiel repetidor, alguien que sin duda sabe suavizar las relaciones, hacer de ellas un dulce empalago hacia arriba y una irónica condescendencia hacia abajo; entroniza al indiferente y anodino eslabón de la cadena de favores. Impregna todo de un acre olor a moho funcionarial, plagado de imaginarios trienios, de peldaños de pretendida autoridad, de verdades incontrovertibles, imposibilidades manifiestas…; un “eso no se puede”, un “no hay que crispar”, un “no se puede ir por libre”, un “solo no eres nadie”… Proporciona una suave y cómoda pátina de aceptabilidad social, un prêt-à-porter barato y de colorines disponible en todas las tallas, que convierte todo en un indigesto melodrama adolescente, entretejido de estupideces, banalidades, soberbia imbécil y locuacidad de sms, y donde todo encuentra solución como en los manuales de autoayuda de obligada lectura.
Y es el momento en el que el leguaje se convierte en terreno donde desplegar las grandes palabras vacías, el lugar de la huera utopía, del necio argumentar sin estrías ni contenido, que no pone en cuestión el seguro maquinar del engranaje y moviliza, sin embargo, conciencias autosatisfechas, ebrias de banderas blancas ondeantes y miseria. Un juego de lenguaje que hay que aprender, descubrir sus meandros y circunvoluciones aceptadas, desde pequeño, para no verse señalado, ni desplazado, y ascender en la red. Es la máquina de infantilizar.
El poder ya no es lo que era. Hoy se ha convertido en eso. Es el surgimiento del hombre nuevo, sin guillotinas, ni GULAG, ni represión, ni violencias… tan sólo un dolce fare niente que se instala imparable. Hace algo más de cuatro años se cruzó el punto de no retorno, el horizonte de Schwazchild de este agujero negro absurdo. Hoy me pregunto si no era un destino inapelable.
Solución: echarse al monte y convertirse en un emboscado, un proscrito.
Tan sólo basta escuchar, tras el rumor idiota que rodea todo se puede escuchar el rítmico marchar de la máquina. Es dejar de cacarear y oírlo: zumpa-zumpa-zumpa….
(Publicado por pirx AKA fermat)
sábado, marzo 15, 2008
we will overcome
viernes, febrero 29, 2008
ALEA JACTA EST
La perplejidad y el estupor no nos permiten reaccionar. Y no me extraña. ¿Cuándo y por qué bajamos tanto la guardia para que esta caterva de ineptos fanáticos nos cogiera desprevenidos?
miércoles, febrero 06, 2008
Jarrón Chino
Es quizá la imagen que mejor puede describir la situación política española, y no sólo de ello, sino sobre todo, de aquello que hemos dado en llamar la Nación Española. No es mía la analogía, la vengo escuchando desde ya hace ya un tiempo, y con especial insistencia en estos últimos años de legislatura zapaterina. Tenemos un jarrón chino en nuestra casa, cuando viene alguna visita lo enseñamos orgullosos: las flores, el dragón, el delicado esmalte de la pintura, la fina porcelana… Pero a alguien no parece gustarle, un día el jarrón aparece hecho añicos en el suelo, sabemos que es irremplazable, que es una pieza única, podemos lamentarnos o no, pero ese jarrón de porcelana ya no existe. Alguien propone reconstruirlo, unir los pedazos e intentar recomponerlo de alguna manera, puede ser una buena idea, pero por mucho que nos empeñemos en reconstruir el jarrón uniendo todas sus piezas –hasta la más insignificante que encontremos-, el jarrón no es el mismo, siempre falta algo que hace que la unión de las piezas no resulte como antes, y es que todo el mundo sabe que cuando se rompe un jarrón, jamás podremos reconstruirlo, siempre hay algo definitivamente perdido para siempre.
Cualquiera que tenga ojos se habrá dado de bruces en algún momento con esta constatación: el jarrón chino de la Nación Española, tal y como quedó fijada en la Constitución de 1978, está hecho añicos. O dicho de otra forma, hemos pasado ya el punto de no retorno. Lamentarse sirve de muy poco, nada de ello podrá negar la evidencia, pero tampoco ha sido un accidente, se puede identificar y señalar a aquellos que han arrojado y hecho añicos el jarrón. Personalmente no era un jarrón que me gustase demasiado, pero era el que teníamos, pudimos haberlo cambiado, o comprado otro, pero preferimos romperlo, estamparlo contra el suelo como niños imbéciles. Ya nada podrá hacer que la situación política vuelva a ser como la de antes, como la que había en los años ochenta, por ejemplo; no podemos ya reconstruirlo, y si nos empeñáramos en unir los pedazos no obtendríamos sino una burda imitación de algo que ya no existe, y que además tampoco sirve para nada. Vivimos la lenta agonía de algo que ya ha muerto. Como digo, las lamentaciones sirven ya de poco, algunos lo llevarán mejor que otros: mi padre, por ejemplo, que ya pasa de los sesenta, y que vivió todo aquel proceso de la Transición, lo vive con una decepción que le es difícil ocultar, para él es un drama personal y una traición de aquellos que han conseguido romper aquello que se consiguió unir en 1978; yo, algo más analítico y bastante más joven, lo veo con disgusto, también con rabia, pero con la conciencia de que el mal ya está hecho y que nada puede recomponer una situación ya rota y perdida para siempre.
Sería interesante, aunque quizá ocioso, intentar descubrir el momento exacto en que se produjo tal acontecimiento, la fecha en la que los historiadores del futuro, ignoro de que nacionalidad, dirán: “y esta fecha es importante, ya que se considera el fin de lo que comenzó con la aprobación de la Constitución de 1978…”. Quizá no dispongamos aún de la suficiente perspectiva, o yo no tenga las suficientes luces como para averiguarlo. Tal vez la aprobación del la reforma del Estatuto de Cataluña, las conversaciones políticas con ETA, la alianza entre un partido nacional y los nacionalistas para desbancar del poder al otro partido nacional; alguien quizá con mayor perspicacia pueda fijar la fecha de defunción en aquellos tres días de pesadilla que discurrieron entre el 11 y el 14 de Marzo de 2004, o puede que antes… en realidad he de decir que no sabría fijar el momento exacto, y lo cierto es que sí, que quizá sí sea algo ocioso. Podría recordar una anécdota personal que me impresionó: fue una noche entre las elecciones autonómicas de Mayo de 2003 y las generales de 2004, estaba escuchando por curiosidad la tertulia política de la cadena pública de radio catalana (sí, la sintonizaba en Valencia), evidentemente las diatribas contra el Gobierno de Aznar eran generalizadas, pero me sorprendió una cosa, algo que no podían ocultar las argumentaciones más o menos descerebradas que desgranaban los intervinientes: el autentico odio que supuraban todos ellos, un odio no sólo contra Aznar y su Gobierno, sino contra aquellos que le habían votado (la mitad del electorado) y de rebote, contra todo aquello que oliera mínimamente a “español”. Quizá por aquellas fechas decíamos a todo el mundo que teníamos un jarrón chino, y lo que en realidad poseíamos no eran más que un montón de pedazos inservibles.
Sea cual sea el resultado de las próximas elecciones, no será más que la prolongación de una lenta agonía que incluso puede durar bastante tiempo, pero cuyo resultado en cualquier caso es irreversible. Incluso una victoria holgada del PP que le permita gobernar con los mínimos apoyos o incluso en solitario, algo que a día de hoy se me antoja muy complicado, no haría más que intentar recomponer un jarrón que ya está roto; podrá quizá hacerlo, pero sólo tendremos un jarrón feo e inservible, que volverá a romperse al mínimo movimiento. Lo peor de todo, al menos lo es para mí, es darse cuenta de quienes han sido los causantes del destrozo. Uno querría creer que los culpables han sido algunos genios del mal que premeditadamente lo han hecho por motivos más o menos inconfesables, pero no. Quienes rompieron ese jarrón han sido unos necios mediocres, unas nulidades que jamás has sabido ganarse la vida de otra forma, nos hemos dejado timar por unos idiotas, esa es la verdad que me atormenta. Aunque también uno se puede reconfortar –inútilmente- diciéndose que el jarrón ya nos lo vendieron roto, y que por eso fue tan fácil. No sé.
Y así, como en Balaclava, uno quizá se dirija a las urnas el día 9 de Marzo con la conciencia que nada de lo que haga será capaz de solucionar la situación, y que en el mejor de los casos tendrá que soportar un largo y difícil periodo de agonía, con sus engañosas mejorías, empeoramientos y estertores finales. La situación me recuerda un poco a la del Imperio Austro-Húngaro, pero claro, sin Zweig, ni Musil, ni Roth… ni si quiera tenemos una “acción paralela” con la cual engañarnos. Nada. Sólo nosotros. Y eso es lo que hay.
Quizá después de todo surja otra cosa, con suerte incluso la podamos llamar Nación Española, tal vez tenga otro nombre, y hasta puede que sea mejor, no lo sé. Yo me quedo para verlo, tengo curiosidad por saber qué pasa. Me quedo en esta Valencia de la que me sería imposible marcharme, en este mar Mediterráneo cuyo aroma jamás he podido eliminar de mi piel; me quedo bajo estos cielos azules de belleza dolorosa, bajo esta luz hiriente y necesaria. Como la de hoy. Escribo esto en un atardecer valenciano, aplacible y cálido, un día de Febrero, todo está en calma e incluso la luz del día parece aguantarse en un presente infinito, como queriendo resistirse a que la tarde la manche de sangre… Escribo como siempre, para mí, para poder acompañar de alguna manera esas notas que logra sacar de no sé dónde Bill Evans al piano…. Y todo pasa.
(publica pirx AKA fermat)
jueves, enero 31, 2008
Limpieza
(Día diecisiete)
Alguien quizá piense que a estas alturas puede resultar ocioso, o quizá mera curiosidad histórica seguir interesándome por ese fenómeno que ha definido al siglo XX: la aparición de los totalitarismos. Que seguir leyendo cosas sobre el fenómeno totalitario no deja de ser una ocupación algo desfasada, al fin y al cabo los regímenes comunistas hace ya tiempo que cayeron, el III Reich forma parte de la Historia, y Pyonyiang y La Habana, pese a lo cercano que nos pueda tocar alguna de ellas, no dejan de ser más que anécdotas. Nuevas amenazas se ciernen, algunas de ellas, como el yihhadismo, quedan incluso fuera de la categoría de lo político. Pero me resisto a considerar el totalitarismo –tal y como se ha entendido en el pasado siglo XX- como algo desfasado, y mucho menos “superado”. El totalitarismo, dejando de lado sus realizaciones concretas (nazismo, comunismo) es –sobre todo- un modo de pensar, de actuar, de entender la política y el poder. Está todavía presente en muchas actitudes, se filtra en el lenguaje, en las relaciones políticas; y está siempre presto a salir a la superficie, disfrazado, eso sí, con los más diversos ropajes, incluso con los que le puede prestar un Estado democrático, de manera que las más abyectas actitudes totalitarias quedan así camufladas –y obviadas- dejando que sus efectos se asuman con normalidad. Creo que es necesario conocer el fenómeno, descubrir -a menudo entre líneas- su perversa sombra, y denunciar siempre su aparición. Si el totalitarismo nunca acabó de irse, quizá sea porque siempre ha estado presente, y no sea una curiosidad histórica, sino algo consustancial a la política.
Se cumplía hace unos pocos días el aniversario de la liberación del campo de Auchswitz, día en el que conmemora la Shoah. Nunca, recordar un acontecimiento resulta tan necesario, la memoria es olvidadiza y selectiva, y acontecimientos como la conmemoración del día de la Shoah, deben servir para que la verdad histórica vigile de cerca a esa “memoria” de la que algunos han desterrado u obviado acontecimientos tan terribles como el asesinato de seis millones de judíos europeos a manos de europeos. Las bibliotecas están repletas de libros que han analizado el fenómeno desde los más variados puntos de vista, pero hay un aspecto que no deberíamos perder de vista jamás: existe un camino que lleva a Auschwitz. Podríamos discutir cual fue el origen, o los distintos meandros por los que discurrió, pero la Shoah tuvo sus causas, sus responsables, y por supuesto sus víctimas. No deberíamos pensar en la Shoah como si de una catástrofe natural se tratara, un trágico acontecimiento que ocurrió y del que sólo cabe lamentarse; o como si hubiera sido la obra de un loco demente, no fue ni lo uno ni lo otro. Ese camino es nítido y preciso, y está embaldosado de actitudes, decisiones y omisiones concretas e identificables; es un proceso que se puede analizar y fechar, que tuvo su origen a finales del siglo XIX y que cristalizó, atravesando varias fases, en el asesinato masivo de la población judía europea; no ocurrió de improviso, se fue gestando de manera paulatina, algunos lo vieron venir con prontitud pero poca gente les hizo caso. Tuvo sus responsables, en distinto grado: unos tomaros las decisiones, otros las llevaron a cabo, otros las jalearon, y muchos miraron hacia otra parte; pero lo que no hay que olvidar jamás es que la Shoah fue un proceso, que tuvo sus responsables, y que pudo haber sido detenido en varios momentos. No lo fue.
A menudo se comente la tentación de hablar de la Shoah como si sólo hubiera sido Asuchwitz, olvidando todo ese camino que lo hizo posible. Uno de los aspectos centrales del mismo, y al mismo tiempo uno de los signos definitorios de las actitudes totalitarias, es la paulatina visión del “otro” (esa entidad mistificada y necesaria en los totalitarismos), en este caso, del judío, como elemento ajeno, extraño y sobre todo dañino al cuerpo social. Hay un proceso de deshumanización que comienza en la persona y termina en el germen patógeno, algo de lo que es necesario defenderse, apartarse y llegado el caso exterminar. En el caso de los judíos europeos este proceso es clarísimo, reforzado además por las connotaciones explícitamente raciales del nazismo. El judío -siempre se habla de él como colectividad, y ahí está el primer signo de deshumanización-, es dañino, un elemento que contamina y corrompe a la sociedad; se le puede entonces apartar, segregar, es casi una medida de profilaxis; de ahí a la perdida de la condición ciudadana no hay más que un formalismo legal; pero la maldad del judío es inherente a él, no basta con apartarle, hay que identificarle, señalarle e impedir así que vuelva a contaminar a la sociedad, y por supuesto obligarle a ello; no siendo ciudadanos, ni compatriotas, estando señalados y desposeídos de derechos, se pueden tomas ciertas licencias, porqué permitir que ocupen nuestros trabajos, nuestro pisos, nuestra tierra, por qué permitirles que anden por nuestras calles y toquen nuestras mercancías, nuestro dinero, si son tan dañinos por qué permitir que estén cerca de nosotros, las metáforas biológicas siempre están presentes: son una plaga, una epidemia… como si fueran ratas, o cucarachas; hay que reunirlos a todos e impedirles que se infiltren en la sociedad; se les encierra en guetos, se les impide salir; la ideología se alía con la contabilidad y la eficiencia logística, por qué no tres guetos, o dos, o uno sólo, “el problema judío” acabó siendo un problema logístico que no gestionaba personas sino cosas; de ahí al exterminio no bastó más que una situación de guerra exterior, y ya no se habla de asesinato sino de “solución final” (Diciembre de 1941, Conferencia de Wansee). Tras la deportación y la reclusión en guetos los gestores del genocidio declaraban a un determinado territorio como judenrein, literalmente “libre de judíos”. Los territorios se limpian, se barren… metáforas higienistas que revelan intenciones: el territorio se limpia de la suciedad, de lo dañino… y la suciedad hay que eliminarla. Palabras que resuenan de nuevo casi en los mismos términos: “limpieza étnica”.
Me gusta citar a Viktor Klemperer, su análisis como judío alemán que vivió todo el periodo de ascenso y caída del régimen nazi (su matrimonio con una “aria”, que no quiso divorciarse lo salvó de la deportación, aunque siempre pesó esa amenaza), es uno de los más conmovedores y lúcidos que se han hecho del totalitarismo. Era filólogo, profesor en la Universidad de Dresde hasta que le impidieron continuar enseñando, y describió con precisión la forma en que las actitudes totalitarias acaban filtrándose en la sociedad. Como buen filólogo hizo notar un fenómeno importante: el lenguaje no es neutral, ni inocente. Se dio cuenta de que antes de que la ideología nazi fuera aceptada, la gente adoptaba el lenguaje y la forma de hablar de los nazis, incluso entre aquellos que se oponían al régimen y lo criticaban. Por ejemplo, había personas que criticaban la postura de las autoridades respecto al “problema judío”, como si hubiera habido alguna vez un “problema judío”. Para Klemperer, rota esa primera línea de defensa, poco cabía hacer, era una cuestión de tiempo.
El lenguaje nunca es inocente. Nunca.
Actitudes totalitarias que se incuban, se filtran y se revisten con los ropajes de la democracia y la libertad. De forma más o menos consciente.
“Si Esquerra Republicana dobla los resultados del Partido Popular haremos posible no sólo que Esquerra pueda consolidar su segundo diputado en Girona sino aquello que Esquerra hizo posible hace cuatro años, que es que Gerona sea un territorio liberado, que sea históricamente una demarcación en la que la izquierda catalana haga imposible la presencia de la derecha española más rancia en representación y en nombre de Gerona”. Y añade: “ahora Gerona es un territorio libre del PP”
Carme Chacón (se pronuncia karma, el apellido es igual de español que el de todos los Chacones). Candidata del PSC y Ministra de Vivienda. Enero 2008.
Se incuban, se filtran… y acaban saliendo, como sea.
(Publica pirx, AKA fermat)