"La voluntad nacional es una de las palabras de las que los intrigantes de todos los tiempos y los déspotas de todas las épocas han abusado más. Unos han visto su expresión en los sufragios comprados por algunos agentes del poder; otros en los votos de una minoría interesada o temerosa, y los hay, incluso, que la han percibido plenamente formulada en el silencio de los pueblos y han deducido que del hecho de la obediencia nacía para ellos el derecho de mando"
A.Tocqueville, "La Democracia en América"
domingo, septiembre 16, 2007
ODIO Y PENSAMIENTO DÉBIL
lunes, septiembre 03, 2007
ROSA
Querida Rosa:
Perdona que te vuelva a escribir, no vayas a pensar que soy un pesado. No espero contestación y sé perfectamente que esta carta no la leerás, como no leíste la anterior, hace ya casi un año… cuánto tiempo. Verás, no sé si conoces una novela de Saul Bellow, Herzog: el protagonista, una especie de superviviente del caos doméstico que se desarrolla en su vida, y que se adentra en la madurez con un equipaje de decepciones que sobrelleva con ironía, pasa el tiempo escribiendo cartas que nunca envía y que jamás serán leídas, cartas a amigos y enemigos, pero también cartas a gente famosa, presidentes de los Estados Unidos incluidos. Toma esta carta de la misma forma, una carta jamás enviada, escrita por alguien que malgasta su tiempo de esta manera, y por qué no, también cargado de decepciones que sobrelleva como puede.
El otro día te vi por la televisión Rosa. Ibas vestida de rojo, impecable, mostrabas tu carnet de PSOE, dijiste que lo lucías por última vez en público porque te ibas del partido, aunque no pensabas desprenderte de él. También dijiste que nunca dejarás de ser socialista, que por eso lo hacías, y que te ibas para formar un nuevo partido donde defender tus ideas socialistas. Te vas por fin de un PSOE que apesta, bien lo sabes Rosa, te alejas de aquellos que compartieron contigo mesa y mantel, de los que hasta no hace mucho eran tus compañeros, tu “familia” socialista. Ahora te desprecian, ya ves, dicen que lo veían venir, que hacía tiempo que le estabas haciendo el juego a PP. No, eso no verdad Rosa, “soy socialista”, lo dijiste el otro día varias veces, para que quedara bien claro. Te vas Rosa, abandonas el barco, y desprecias la mano que te ha dado de comer todos estos años. Eres valiente Rosa. Déjame decirte que tu gesto te honra, porque te niegas a quedarte callada, a que tu silencio sea cómplice de la infamia, te honra porque te niegas a bajar la cabeza como muchos de tus compañeros, que asienten y no dicen nada, a cambio de un cómodo lugar en alguna lista. Pero sobre todo, tu gesto te honra porque sabes, también como yo, que tu carrera política ha terminado, que has decidido poner el punto final, a pesar de la ilusión con que hablabas de tu nuevo proyecto. Hace casi un año (cuánto tiempo, verdad Rosa) decidiste dar el primer paso, te enfrentaste a la dirección de tu partido, dijiste que ya era suficiente, que había que decir bien alto que deriva que había tomado tu partido, y especialmente tu presidente Zapatero, no sólo era un suicidio, si no, sobre todo una traición. Y lo dijiste con claridad, sabiendo que a partir de ese momento ibas a ser una apestada para tus compañeros, sabiendo que tenías un largo y doloroso camino por delante. Sí, ya sé que hace mucho tiempo de aquello, pero déjame que transcriba aquella carta que te escribí entonces, la dejé escondida en un blog, y hoy ya no es más que un torpe recuerdo carcomido, un desconchado en una pared que pronto volverá a ser pintada.
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Lunes, 27 de Noviembre de 2006.
Se por lo que estás pasando Rosa Díez, créeme que lo sé. No es compasión lo que me mueve a escribirte, compasión sólo la pueden tener aquellos que perdieron a sus seres queridos, y aún así me parece un sentimiento algo obsceno –prefiero el apoyo sincero y echar una mano antes que la compasión. Déjame, sin embargo, que te diga algo, me mueve quizá cierta admiración por la entereza que demuestras ahora –cuánto tiempo el perdido-, frente a la soledad en que te encuentras.
Es duro toparse con la realidad, pero ya has visto cómo están las cosas. Has dicho basta, te tomaste tu tiempo, demasiados recuerdos que ahora se tornan dolorosos acaso. Algunos no tienen ni recuerdos, jamás han tenido memoria, tan sólo una fría mirada de reptil que se ilumina cuando vislumbran a la presa. Durante un tiempo, los despreciasteis, pretendisteis poder controlarlos, ¿quiénes eran? Nadie, burócratas de partido que obedecían órdenes. Ahora, ya ves Rosa, ahora controlan tu propio partido, se enseñorean ante vosotros, los apestados, pasean ufanos su indiferencia ante el dolor ajeno, inmunes ante cualquier mínima consideración de dignidad moral. Sí, ya lo sé, el poder, me dirás, el poder corrompe. Quizá lo sepas mejor que yo Rosa, has probado el sabor del mismo ¿recuerdas? Qué tiempos aquellos en que gobernabais junto a los incubadores de la serpiente, ¿por qué lo hicisteis? ¿Por el poder? Sí, es cierto, el poder puede corromper. Pero hay algo más, la miseria moral de aquellos que se llenan la boca de términos grandilocuentes, aquellos que exhiben la jactancia del imbécil. El mal, adquiere múltiples formas, la banalidad quizá sea la peor de todas. Ahora pretenden gobernar, no con los incubadores, si no con la misma serpiente, os han dado la patada. Al final han sido más listos, qué ironía verdad, sólo tuvieron que esperar su turno, vosotros les dejasteis.
Has dicho basta, Rosa, eso te honra. Has dado el primer paso, el decisivo, el que jamás darán algunos, por mucho que la realidad les contradiga, son incapaces. Te has plantado y ahora te encuentras sola ¿hace frío verdad? Sé que no te volverás atrás, que eres valiente, que tu decisión es definitiva, puede que acabe con tu carrera política; te admiro por ello. Pero he de decirte que te espera un largo camino, te espera tu particular vía crucis. Ignoro si te atreverás a recorrerlo o si pretendes quedarte donde estás ahora. Te advierto que es un camino duro, doloroso –sobre todo doloroso-, pero si lo recorres, puede que logres algo de sosiego. Es tu decisión, eres tú quien debe tomarla. Suerte.
Atentamente:
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¿Y ahora qué Rosa? ¿A dónde pretendes ir? Hace frío hay fuera, mucho frío, quizá más del que te esperabas. Puede que hayas decidido terminar con todo esto de una manera gloriosa, intentando renacer como un ave fénix de las cenizas, sabiendo que quizá ya todo acabó para ti, mostrando orgullosa tu canet del PSOE y afirmando tu condición de socialista sin mancillar, puntualizándolo, sobre todo para que no se te malinterprete, claro. Me temo que sabes que el barco que has elegido se hundirá sin remisión, que el estrecho margen en el cual has elegido vivir acabará ahogándote. Perdona, soy un ignorante el política, quizá me equivoque y sea esa la mejor manera de acabar con aquellos que hoy manejan tu ya ex-partido, quizá, pero sí se que algunos de tus compañeros siguen ahí fuera, pasando frío, apestados, y soportando que les acusen de todo, incluso de aquello que a ti no te gusta oír. En cualquier caso Rosa, déjame que reitere mi admiración, por tu coraje, y por no haberte callado. Y permíteme que te siga deseando suerte.
Atentamente:
f.
(Publicado por fermat AKA pirx)