Después de la última tragedia que ha ocurrido en Virginia, toda la demagogia fachirroja se ha desatado para criticar a los bárbaros norteamericanos por su tolerancia hacia la posesión privada de armas de fuego.
Como si las pistolas disparasen solas, la autocomplaciente Europa defiende el monopolio de la violencia por el Estado. Atención a lo aterrador del postulado. Un Estado que monopoliza la violencia ante sus inermes súbditos, como Stalin, como Hitler.
Como si las pistolas disparasen solas, la autocomplaciente Europa defiende el monopolio de la violencia por el Estado. Atención a lo aterrador del postulado. Un Estado que monopoliza la violencia ante sus inermes súbditos, como Stalin, como Hitler.
Y además, ese monopolio es imposible, y se demuestra todos los días. Así que todo se reduce a que si un moldavo entra en mi casa, me mata y viola a mis hijas, yo tengo que esperar pacientemente a que el Estado me defienda, pues es quien detenta el monopolio de la violencia. La violencia del moldavo no entra en ese mercado. Por lo tanto el resumen es que los malos tienen pistola, y los buenos a esperar pacientemente al guardia. Muy cristiano. Poco razonable: el Estado es tan enemigo de mi libertad que me impide defenderme. Ni siquiera cuando él no puede defenderme. Que el estado colabore así en el delito tiene hondo significado.
No voy a entrar a comentar la estrecha vinculación que la libertad histórica tiene con el pueblo en armas, a que alude el título, con la posibilidad de defenderse del tirano: la Inglaterra medieval, Suiza siempre, la Roma republicana, la España de 1812 eran naciones armadas, y su fruto fue la libertad, como lo es hoy en USA y en Israel. Pero si me gustaría destacar lo ridículo de dos postulados de la religión predominante en contra del derecho a defenderse: El argumento estadístico y el de facto.
El primero se resume en que la estadística demostraría que donde existe derecho a llevar armas hay más delitos. Es una estadística engañosa, como toda estadística, porque no llega a la razón de crimen de sangre, que desde luego no es la posibilidad real de defenderse, sino todo lo contrario. Que los números reflejen la peligrosidad de los barrios bajos de Detroit se relaciona por arte de birlibirloque con el derecho a llevar armas, cuando el extrarradio de París o las barriadas de Sevilla tienen un nivel de crímenes de sangre equiparables. Es como si se relacionase el crimen con la raza, pues de hecho el extrarradio de Washington o de Detroit son abrumadoramente negros. Si es una estupidez supina relacionar el crimen con el color de la piel, ¿por qué no lo es relacionarlo con la legítima defensa? La estadística no es ni remotamente una prueba científica de una relación de causa-efecto. Quien la establece es el memo que la interpreta a voluntad.
El argumento de facto es el demagógico por excelencia y se relaciona con el anterior: aprovecha horrendas tragedias como la de este asesino de Virginia para relacionar de facto, también por arte de birlibirloque, la legítima defensa con medios proporcionados a la agresión -es decir, el derecho a llevar armas de fuego para defenderse- con el delito, haciendo partícipes de la culpa del crimen a los que defendemos tal derecho. Repugnante, sí señor. El paradigma sería M.Moore y su bodrio "Bowling for Columbine", o como quiera que se escriba.
Resulta que estos crímenes proliferan ante gente desarmada: estudiantes, en ambos casos. Viandantes desprevenidos en otros (francotirador de Washington). ¿No os parece ridículo? es tan fácil de rebatir como mostrar que es raro que un asesino de estos se enfrente con quien tiene la posibilidad de repeler la agresión: cuando en un congreso de la policía, en una reunión de marines, o en una jornada lectiva en West Point entre un loco pegando tiros, retiraré mis palabras. Pero mantendré la conveniencia de saber defenderse, pues dificilmente asesinará a treinta personas. El cerdo morirá antes de disparar dos veces.
En fin, me consuela pensar que cuando un bosnio entra en casa de un fachirrojo y mientras le muele a palos para que le revele donde esconde un dinero que no existe, se complacerá el muy idiota en pensar en estadísticas, se regocijará de su alta civilización mientras le meten la cabeza en una bolsa de basura donde no puede respirar, confiará en el monopolio de la violencia por parte del Estado como los carlistas se fiaban de la virgen: fíate de la Virgen y no corras, les decía Espartero.
Como liberal aborrezco todo monopolio y desconfío del Estado. Imagínense lo que pienso del "monopolio de la violencia por el estado": equivale a la esclavitud, y el escarnio es que los esclavos se regocijan de ello. Que se fíen más del estado que de sí mismos es sintomático de una enfermedad terminal, de ignorancia histórica supina y de una confesión de inmadurez apenas disimulada.
Hay mucho rojo-carca, que apenas esconde su aversión a la libertad, incluso a la suya propia. Ya lo dijo el clásico: quien no esté dispuesto a defender su libertad, merece perderla. Piensen que la mayor de las iconoclastias, las más intolerable de las irreverencias frente a la religión oficial de Europa -la real: la corrección política- es la que yo he hecho hoy. ¿Son o no son cavernícolas estos progres?
Los feminoides eurofachas, no están dispuestos ni a defender la libertad ni a consentir que otros defiendan las suya. Europa parece una mujer maltratada que justifica a su agresor y se siente culpable. Maltrato que acabaría si ellas se pudieran defender, pero da tanta pereza, es tan incómodo, tan difícil, tan....americano. Por eso ofende también la reacción de otras maltratadas: deja al aire nuestra limitación y cobardía; las más implacables inquisidoras de las pocas mujeres musulmanas que se rebelan frente a la tiranía religiosa que padecen son precisamente las demás mujeres musulmanas. Por el mismo motivo Europa aborrece a una América que aún está dispuesta a defenderse.
Satán está entre nosotros, con cara de bueno y corazón podrido. Los fachirrojos se las han arreglado para vender que cierto odio a la Verdad y al Bien es "cool" y está justificado: odio a la libertad, a USA, a Israel, a la Historia de España, a todo lo positivo que ha hecho avanzar al ser humano. Amor a Castro, al Comunismo -santo cielo-, a los islamonazis: tienen cuernos y rabo, y están entre nosotros; por eso no quieren que nosotros tengamos pistola para defendernos. Los corderos han de morir, no defenderse.
Pues aquí hay uno que morirá, sí, pero no se quedará quieto.