Lo prometido es deuda:
La diferencia entre el pensamiento débil y el pensamiento fuerte es en principio más formal que sustancial.
El pensamiento débil es dialéctico, busca diálogo y admite la transacción, por lo que legitima todo o parte al enemigo. Ejemplo de pensamiento débil, la actitud de ZP en política exterior. Dialogar y estar dispuesto a pactar con las islamofascistas es derrotismo, apaciguamiento de la peor especie, y en último término, colaboracionismo. Y es lógico. Buscan los naziprogres la paz sucia, la rendición preventiva sacrificando la libertad y los valores occidentales en el altar del pacto con el Maligno con turbante, pues en el fondo les importan un carajo la libertad y occidente. No son de aquí.
El pensamiento fuerte, por oposición, da el justo valor a sus propios principios como el mayor de los tesoros, y no está dispuesto a ceder ni un ápice. El ejemplo más claro sería Churchill durante 1940 y parte de 1941: con todas las de perder, "no nos rendiremos jamás".
Paradigmáticamente, los naziprogres en el ámbito de la política interior mantienen una postura claramente enmarcada en el pensamiento fuerte: no están dispuestos a ceder nada al enemigo -el PP en nuestro caso- y están prestos a hacer lo que sea para hundirlo. Para ellos es el mal absoluto, y hasta la ETA es preferible a los odiosos liberales. La libertad es su enemigo, y en esta lucha no están dispuestos a transigir.
Mientras, los petardos peperos no saben, o no quieren, o no pueden: parecen señoritos de provincia preocupados en conservar la postura pinturera, en hacer toreo de salón. Les falta en absoluto moral combativa. Sí la tenía Aznar, pero el PP la perdió en el camino, por culpa de mismo Aznar: la oportunidad de aplastar a Polanco -que Cascos tuvo a huevo- y de devolver la independencia a la justicia - que malogró el malhadado Michavila- fueron la derrota simbólica de la libertad, después de cierta prosperidad temporal.
Corren malos tiempos para la Libertad, para occidente, para ROMA. Yo os convoco para calladamente cambiar nuestro pensamiento débil por el fuerte, por recuperar absolutamente la moral combativa. Recordemos a los monjes guerreros del principio de la edad Media. Ese es el espíritu que nos conducirá a la victoria.
Lo atractivo del pensamiento débil es que proporciona cohartada a nuestra cobardía. Es una escapatoria falsa pero fácil ante un problema difícil, cuya única solución verdadera nos da miedo.
El miedo y el odio, como hijos del Mal, han ganado el espíritu de los Españoles. ¿Y los nuestros?