"La voluntad nacional es una de las palabras de las que los intrigantes de todos los tiempos y los déspotas de todas las épocas han abusado más. Unos han visto su expresión en los sufragios comprados por algunos agentes del poder; otros en los votos de una minoría interesada o temerosa, y los hay, incluso, que la han percibido plenamente formulada en el silencio de los pueblos y han deducido que del hecho de la obediencia nacía para ellos el derecho de mando"

A.Tocqueville, "La Democracia en América"

domingo, marzo 11, 2007

NUEVA MAYORIA

Enredarse en una guerra de cifras resulta ocioso. Ocioso y estéril cuando lo ocurrido ayer en Madrid fue la manifestación más multitudinaria de la reciente historia de España. Ocioso es también decir que lo ocurrido marca un antes y un después cuando a nadie –los que no ven no verán jamás-, se le escapa que la multitud que se manifestó es la viva expresión de algo que, no por previsible, resulta de menor magnitud: la reacción, indignada, de una Nación que ha sido atacada y que no se resigna a desaparecer.

Intentemos dejar de lado la emoción, lógica, que nos pueda causar lo sucedido ayer sábado. Dejemos también de lado las tímidas, y no menos miserables reacciones y declaraciones de los miembros del Gobierno, el partido que les apoya y sus voceros, declaraciones que no merecen más que el silencio incluso de alguien, que como yo, escribe tras un seudónimo, y cuya opinión a penas tiene impacto. Dejemos de lado todo ello e intentemos comprender el significado y alcance de lo ocurrido ayer tarde.

Quizá para algunos, el aluvión de personas que recorrió las calles de Madrid, resultó una sorpresa agradable, o incluso difícil de asumir. Otros pensamos que no podía pasar otra cosa, que aquello que vivimos, presenciamos o tuvimos noticia, lleva el signo de lo irrevocable, está marcado por una inevitabilidad lógica imposible de negar. ¿Qué otra cosa podía suceder cuando todavía existe una Nación que toma conciencia de si misma, y que sabe no puede vivir de rodillas sin desaparecer? Puede que sea esta lógica ineludible lo que me lleva a albergar alguna esperanza, precisamente a mí, que intento justificar mi pesimismo mediante pretendida lucidez.

No es lugar una manifestación para análisis sosegados, ni para reflexiones de gran alcance, pero me gustaría destacar un par de cosas del discurso pronunciado por Rajoy, que me servirán para exponer mi opinión. Cito:

“[…] Porque no estamos hablando solamente de terrorismo. Ni si quiera principalmente. Estamos hablando de España, que es lo que nos ocultan detrás de eso que llaman negociaciones. […]”

Efectivamente, hablamos de España, hablamos de la Nación. Hablamos de aquello que está en cuestión en una proscrita, y manchada, mesa de negociaciones. Hablamos de las libertades que su existencia consagra, de aquello que las hace posible. Aquellos que no quieren ver, aquellos que ven y mienten, seguirán tratando de limitar la protesta de ayer a desavenencias partidistas en lo que a política antiterrorista se refiere, seguirán hablando de paz y de los sacrificios que su consecución puede llevar, seguirán hablando de intransigencia, de falta de generosidad…de todas esas cosas que a penas logran cubrir la culpabilidad. Porque tras las decisiones en materia antiterrorista del Gobierno de Rodríguez Zapatero hay más, mucho más, que estupidez irresponsable, más que la arrogancia del mediocre, que la soberbia del que se envuelve con una moral que no posee. No estamos ante un gobierno acorralado, incapaz de salir de una situación que el mismo ha creado, preso de su propia estrategia. Estamos ante la usurpación de atribuciones que únicamente a la Nación competen, ante el decidido y consciente intento de disolver –acaso para satisfacer vanas megalomanías- aquello que ningún Gobierno está autorizado a hacer, cambiando ciudadanos libres y orgullosos de serlo por siervos autosatisfechos. De la peor manera posible, aliándose con los enemigos de la Nación. Hablamos de la Nación por tanto, de la Nación constituida, y quizá también –no tengamos miedo en decirlo- de la Nación constituyente.

Dice Rajoy en otro momento de su discurso:

“[…] Necesitamos recuperar el consenso. Si no es posible alcanzarlo con el Gobierno, yo quiero establecerlo con la gente, con los españoles. En ese espíritu convoco solemnemente a todos los españoles, a los que les importe España, a poner fin a esta situación […]”

Jamás será posible el consenso con este Gobierno, no lo fue nunca. Se hace necesario aglutinar una nueva mayoría, reconstruir a la Nación a partir de ese núcleo que no se resigna a desaparecer, de espaldas al Gobierno, al margen de actitudes partidistas, de posicionamientos ideológicos, y será con el PP, al margen del PP o a pesar del PP. Con aquellos que la combaten, con aquellos que la niegan, con los que la abandonan a su suerte, no se puede contar: es inútil – e inmoral- cualquier tipo de componenda, dejémosles atrás, combatámosles con la ley, con la palabra, y sobre todo con la determinación irrenunciable de defender nuestra condición de ciudadanos, y por tanto la Nación. Y probablemente haya que cambiar muchas cosas: sistemas caducos que reducen la ciudadanía a meros automatismos electorales, partitocracias que terminan ahogando la participación… quizá, no me asusta, tampoco me ata la corrección política. Sólo me preocupa que no se quiebre la fibra moral que llevó a millones de españoles a manifestarse o compartir las inquietudes de aquellos que ayer se encontraban en Madrid: el orgullo de pertenecer a una Nación que prefiere combatir a desaparecer.

Somos ciudadanos libres e iguales, y eso implica responsabilidades. Pongámonos en marcha.

3 comentarios:

Odalric dijo...

En un día como hoy, ¿no se debería hablar del recuerdo de los que ya no están?

Parece que el terrorismo solo sea importante a veces...

QRM dijo...

A vuela pluma, lo que más me llama la atención es que esta mayoría parece ser duradera y fecunda. Algo bueno tiene ZP: con su perfidia y estupidez nos une. Ya no serían posibles las manifestaciones del No A LA GUERRA. Algo ha cambiado. Me parece que algo retoñará de estos dolores de parto, y espero que sea un criatura viva. Si el fruto de tanto esfuerzo y de tanta indignación nace muerto -es decir si no se reforma a medio plazo la constitución muy profundamente- habremos perdido la última oportunidad, y estaremos perdidos.

Odalric: Precisamente, todo esto es por los que ya no está: al menos, que los asesinos, de Atocha, de Eta o cualesquiera, no saquen partido por con muerte de nuestros héroes. Ellos perdieron la vida para que nosotros conservásemos algo más valioso: la libertad. No hagamos su sacrificio además de injusto, estéril. Permitir a los verdugos sacar tajada de las muertes es un escarnio intolerable. La nación es el tributo que los vivos debemos al heroísmo de las victimas: la libertad, por la que perdieron la vida. ¿O es que la perdieron en vano por nuestra desidia, pereza, ambición o cobardía?

Siempre se discute si ZP es más tonto o más malo. Últimamente creo que es más tonto. La espiral en la que se ha metido es inexplicable, innecesaria, suicida para sus intereses y una derrota segura a medio plazo. ¿Porque lo hace? Salvo nuevas noticias, por que es malo, pero sobre todo, un imbécil.

Fermat, gracias por el relevo. Estoy agotado. No se me ocurre nada, creo que todo está dicho, y que ZP únicamente gana tiempo, pero que ya lo tiene todo perdido.


Saludos a todos, amigos.

El Cerrajero dijo...

De las cosas más terribles que estamos viviendo es la coincidencia en temas clave entre el P$o€ y €TA/Bata$una.