"La voluntad nacional es una de las palabras de las que los intrigantes de todos los tiempos y los déspotas de todas las épocas han abusado más. Unos han visto su expresión en los sufragios comprados por algunos agentes del poder; otros en los votos de una minoría interesada o temerosa, y los hay, incluso, que la han percibido plenamente formulada en el silencio de los pueblos y han deducido que del hecho de la obediencia nacía para ellos el derecho de mando"

A.Tocqueville, "La Democracia en América"

domingo, mayo 30, 2010

Final de Partida


Ninguna partida de ajedrez termina con la muerte del rey, no llega a ser necesario, ambos jugadores, conscientes cada uno de la inevitabilidad a la que abocan las reglas del juego deciden acabar mucho antes de ese final protocolario que ya nada significa. Es el final de partida, un encadenamiento de acontecimientos redundante y aburrido, minutos de la basura que a nadie interesan.

La vida no es ajedrez, nunca lo fue, y la psicología de los actores está muy lejos de la de los jugadores de ajedrez, por eso nos interesa, intentamos comprenderla, entendernos…

Quizá ese tiempo pueda ser vivido como un tiempo fantasma, momentos falsos que han dejado de pertenecernos, un devenir vacío que sentimos que pasa de largo sin atravesarnos. Saberse instalado en un final de partida es tener la conciencia de vivir en un tiempo falso, una espera aburrida e inevitable. Ser partícipe de ello, y creer que ese tiempo significa algo, es una soberana estupidez.

Un espectador, eso es lo que soy, un espectador que ha decidido sin embargo permanecer en el escenario, consciente de que será barrido como una figura de atrezo una vez acabe todo, y que observa cómo los actores consumen minutos y minutos, gritando y declamando ante un auditorio vacío, posponiendo un final inevitable, y que quizá a poca gente interese, en realidad todo el mundo conoce el final, como en una partida de ajedrez: mate en siete y las negras ganan (o las blancas, da lo mismo).

Pero la política es el terreno de la representación, del espectáculo. Si alguna vez significó algo, la política no es más que el torpe empecinamiento de representar una comedia conocida, las más de las veces sentenciada, y en muchos casos con el concurso de actores que, de forma inexplicable, creen y hacen creer que ese tiempo de final de partida significa algo. Me he preguntado si esa necia pretensión obedece a algo, si esa alucinación de creer que el final de la partida deparará algo nuevo es algo más que un entretenimiento idiota. Uno puede considerar sin embargo que ese tiempo, a pesar de su falsedad, puede ser algo tan inherente como la propia vida, es lo que hace de la existencia un pequeño drama, es mi caso, asisto a mi pequeño drama, que mitigo persuadido de la futilidad de ese estrecho margen que queda entre la imposibilidad de una existencia ideal y la realidad del final. Pero de lo que sí estoy convencido es de que pretender vivir un tiempo ilusorio como algo real, es, simplemente, el síntoma de la psicopatología.

De nada sirve lamentarse ya, mate en siete y las blancas ganan (o las negras, da lo mismo). Así está la cuestión. Hemos quedado presos en ese tiempo que, a falta de ajedrecistas que rijan nuestros movimientos, tendremos que representar de forma agónica hasta un inevitable final. Aburridos, hastiados. ¿Escapar a una isla? Para qué. Asistiríamos en la distancia al mismo espectáculo, representaríamos una comedia no menos superflua que aquella de la que quisimos escapar. Yo mismo lo he hecho, durante meses construí mi pequeño búnker atómico con la intención de que nada me tocase, y he de reconocer que es fácil evadirse de ese tiempo gastado, solo para dormitar en otro no menos falso. Se sobrelleva, sólo es necesario encontrar recursos de locura adecuados, el mío ha sido la escritura autista. No pienso abandonar la pequeña fortaleza que me he construido, ya puestos a elegir prefiero seguir siendo el demiurgo de mi particular circo de variedades que comenzar a gritar de nuevo, sobre todo ahora, cuando ya está todo dicho. Sin embargo reconozco una vergonzante añoranza de algo que sé que es una batalla perdida. La añoranza de explicarme a mi mismo aquello que sé inevitable, y que no puedo hacerlo de otra forma que volcando en un texto mi desconcierto, mi torpe capacidad de explicación.

De manera que he decidido volver ahora, sobre todo ahora, que ya nada hay que descubrir. La situación en España, a día de hoy no puede ser catalogada de otra forma, puede ser vivida como un drama o no, puede ser contada con asepsia, o podemos asistir a los últimos momentos de una situación de descomposición con desconcierto, y cierta amargura ante lo inevitable. Es, en cualquier caso, el final de la partida, la nuestra, aquella que cada uno de nosotros narrará, según su conveniencia, en los años posteriores a los pocos insensatos que tengan la paciencia de escucharnos. Ha habido partidas mejores, sin duda, más heroicas, más interesantes, más trágicas… la nuestra tiene, sin embargo, el innegable aroma de la mediocridad, ese es nuestro drama, el peor de todos.

Inicio pues una serie de textos que publicaré aquí de forma más o menos periódica. Intentar entender, eso es todo, a la postre sé que también es una actividad autista. Sé también que el día a día puede no dar para nada más que una nota al margen, así que usaré la cuenta abierta en twitter a tal efecto (http://twitter.com/fermatpirx), será mi vehículo habitual de seguimiento.

Intento persuadirme que este final de partida puede ser algo distinto a lo que Samuel Beckett muestra en su obra homónima, cuatro personajes empecinados en llenar el tiempo absurdo de un final que ya nada significa, empeñados por pura desesperación en acabar la partida cuando ya nada hay por jugar.

Imagino alguna otra metáfora, ese tiempo muerto y vacío, silencios compartidos y lacerantes que aparecen tras un fortuito y fallido encuentro sexual. Minutos u horas, que él, y ella, esperan que pasen para poder vestirse y largarse. Nada más.

Saludos.

lunes, abril 26, 2010

SISTEMA



Empiezo a pensar que no se trata de que el sistema esté corrompido. No se trata de que algunas manzanas podridas contaminen el cesto. No se trata de que paguen todos los justos por unos pocos pecadores.
Estos son el sistema. La corrupción es el sistema. Lo informa todo, explica todo y es la mecánica de pensamiento del país. Númeno, no fenomeno.

domingo, marzo 14, 2010

CONTUMACIA Y VICTORIA

Pequeña entrada.
Me parece que la contumacia de los primeros cristianos es lo único que nos falta para la victoria. España no puede más, aunque puede tardar en caer como una manzana que lleva tiempo podrida en la rama, caerá. La crisis no es sólo económica, es total, institucional, nacional, existencial, total. Sólo los liberales tienen un programa para después del apocalipsis, así que sólo necesitamos perseverar, insistir y no dejarnos ganar. No confraternizar con el enemigo, no mezclarnos, aunque suframos, como sufrimos, más pogromos, más desprecio, más presión social.
La libertad no es sólo lo decente. Es lo necesario, lo viable y finalmente, lo mas fácilmente predicable.
Eran pocos en las Termópilas, y aunque perdieron la batalla, ganaron la guerra.
Nosotros también somos pocos. Pero cada vez somos mas. Al final seremos casi todos.
Hasta pronto.

sábado, febrero 06, 2010

ISRAEL QUIERE UN REY

Que el Estado es el principal enemigo actual de la libertad yo ya lo he dicho muchas veces. Lo que no sabía es que ese peligro viene de antiguo- He encontrado éste pasaje en la Biblia, que me ha dejado atónito por lo acertado y actual. Tiene probablemente 3.000 años, y dice (resumo):
1 SAMUEL, 8
"Cuando Samuel se hizo viejo, nombró a sus hijos jueces de Israel, pero sus hijos no siguieron sus pasos y actuaron con injusticia. Entonces, los ancianos de Israel fueron a ver a Samuel y le dijeron:
-Mira tu eres ya viejo y tus hijos no han seguido tu camino. Nombra pues un rey que nos gobierne como se hace en otros pueblos..
No le gustó aquéllo a Samuel, y se puso a rezar a su Dios. Y Dios le dijo:
- Haz caso a lo que te piden. No es a tí a quien rechazan sino a m; no me quieren por rey. Me abandonan como me abandonaron desde el día que los saqué de Egipto, van siempre tras falsos dioses. Escúchalos, pero adviérteles muy claramente lo que significa tener un rey.
Samuel repitió las palabras de Dios al pueblo que quería tener un rey. Dijo:
-Esto es lo que significa tener un rey: cogerá a vuestros hijos para enrolarlos en sus ejércitos; se aprovechará de su trabajo y los hará fabricar armamento. A vuestras hijas las hará trabajar como perfumistas, cocineras y reposteras. Dará a sus ministros vuestros campos, viñas y olivares. Os llenará de impuestos. ¡Y vosotros mismos seréis sus esclavos! Entonces gritareis contra el rey que vosotros elegisteis, pero Dios no os ecuchará.
El pueblo no hizo caso e insistió:
- No importa, queremos un rey.

Para los escépticos de mi resumen, versión íntegra aquí: http://www.iglesia.net/biblia/libros/1samuel.html#cap8

sábado, diciembre 26, 2009

MANOS INVISIBLES

No voy a hablar de la mano invisible del mercado, mecanismo beneficioso que alude a las enormes sinergias provechosas que genera el mercado libre, bautizado así por Adam Smith y que sólo los muy necios niegan. Voy a hablar de otra mano invisible, que parece jugar incluso con más ventaja que la anterior, y que a mí me parece igualmente evidente hasta el punto de hacer una necedad el negarla.

De un tiempo a esta parte, sobre todo desde el 11-M aunque preexiste a éste, se advierte una común conciencia que ha sustituido a la religión como liturgia y creencia compartida. Esta religión tiene como único mandamiento el miedo y como iglesia oficial precisamente al Estamento Oficial. El sector de los privilegiados en esta nueva sociedad feudal es la inquisición de esta nueva religión. Sector privilegiado que necesariamente ha de coincidir con el estamento progresista, dado que es ese difuso bien común, que como concepto monopoliza el progresismo, el que justifica una serie de privilegios en favor de unos -ellos- y en contra de la libertad de todos. El ultraprivilegio laboral de los funcionarios y sindicalistas es uno claro, pero ni el único ni el más importante. Es ese mismo bien común el que sirve de fundamento al terrorismo progresista, pues genera un atroz miedo, por otra parte basado en amenazas o falsas o exageradísimas, a una serie de catástrofes apocalípticas de las que sólo podemos librarnos cediendo, dicen estos apóstoles satánicos, nuestra libertad individual al Estado.

Ya ni me acuerdo del "efecto 2000", la gripe A se ha demostrado como un gigantesco buñuelo de viento, es decir, de nada, y qué hablar del cambio climático, mandamiento estrella de la nueva religión. Parece que a mediada que se desprestigia la base científica del totalitarismo de izquierda, pues el marxismo se ha demostrado no sólo como una gigantesca mentira filosófica, sino más aún una excusa gigantesca para el odio y por tanto para el delito (el marxismo da una excusa estupenda para odiar, para el mal, como una herramienta satánica perfecta), va creciendo este otro instrumento del mal que permite al leviatán estatal justificarse.
Lo más grave y a la vez sorprendentemente reiterativo es la fruición que el público manifiesta en creerse estas bolas y en adherirse a esta nueva religión. Claro que, eterno retorno de lo idéntico, ya ha pasado todo ésto: el criminoso marxismo sigue teniendo prestigio romántico, que horror, y los nazis, etarras más o menos duros, más o menos vascos, más o menos gallegos o catalanes, encuentran siempre públicos deseosos de que justifiquen sus odios personales en enemigos o peligros endógenos.
Desengañaos pigmeos: la realidad no da miedo, sólo es que vosotros sois cobardes, y vuestro miedo preexiste, y busca una excusa para permanecer y gobernaros. Lo peor es que aprovechando esa debilidad generalizada el estamento privilegiado nos trata de someter a todos, una vez más, pero ya de manera sutil y silenciosa, en una nueva dictadura casi autoimpuesta y desde luego, tan peligrosa que parece habernos robado el alma.
Es pues, esa mano invisible que tantos esperan estrechar, para enfeudarse a un Estado que enmascare nuestro pánico, y que otros tanto quieren aprovechar para tiranizarnos, un enemigo poderoso contra el que debemos pelear. Yo lo haré.

lunes, noviembre 30, 2009

Brassens

Geroges Brassens en español. Una declaración de intenciones.

"Politiqués"

“Sé que sigue siendo posible un camino de entendimiento […] y defiendo la Constitución y defiendo el Estatuto, y defiendo el contenido del Estatuto porque así lo votó el pueblo de Cataluña, y por supuesto he dicho lo que he dicho y también he dicho otras cosas, como por ejemplo que no vamos a renunciar nada de lo que recoge el Estatuto.”

(José Montilla. Presidente de la Generalitat de Cataluña. 30/11/09)


Montilla dixit. Todo un logro, acertó a decir un par de frases sin balbucear.

No, desde luego, el “politiqués” ya no es no que era. Sería fácil cargar las tintas con el “florentino” Montilla (florentino por lo que tiene de apuñalador), pero es evidente que el “politiqués”, la jerga política, ha terminado por degradarse hasta extremos lamentables.

Llegó a ser un arte, una sutil forma de no decir nada, de dejar claro un sobreentendido sin mencionarlo, de mostrar lo que se piensa diciendo lo contrario, de callar perorando, de gritar callando, incluso de contradecirse con ironía. Maquiavelo y Gracián, dos maestros que deberían ser leídos.

Hoy sin embargo el “politiqués es poco menos que una lengua muerta. Una necia jerga que aprende el político como un autómata, viciada, repleta de lugares comunes y obviedades, una papilla que toma por discurso y que incluso se filtra a través de todo su ser haciendo que su propio equipaje intelectual quede reducido a eso. Un político es una caricatura, como su lenguaje.

Ni “príncipe” ni “discreto”. Montilla exhibe con su jerga lo que es, una cáscara huera con aires, una mediocre nulidad que se aferra a su sillón, y que cuando nota que le pueden empujar, amenaza.

Ha dicho lo que ha dicho, y también ha dicho otras cosas.


Valencia 30 de noviembre. Un viento gélido capaz de helar sonrisas idiotas. La cara del contribuyente.