"La voluntad nacional es una de las palabras de las que los intrigantes de todos los tiempos y los déspotas de todas las épocas han abusado más. Unos han visto su expresión en los sufragios comprados por algunos agentes del poder; otros en los votos de una minoría interesada o temerosa, y los hay, incluso, que la han percibido plenamente formulada en el silencio de los pueblos y han deducido que del hecho de la obediencia nacía para ellos el derecho de mando"

A.Tocqueville, "La Democracia en América"

viernes, mayo 29, 2009

Estos somos









Con estos personajes es imposible hacer una epopeya. Nos movemos en la picaresca, pero sin gracia alguna. Necesitamos aire, gente nueva, y sentido del ridículo.

Y necesitamos, como respirar, un sueño.

Abramos las ventanas, que entre el aire y se lleve toda esta putrefacción.

Emigremos en espíritu a América.

2 comentarios:

fermat dijo...

Siempre he pensado que perder frente a toda esa chusma era una tragedia; pero ganar no significaba nada.

Lo peor de todo es que no puede haber ya gestas, ni heriocidades, porque quines estan enfrente son medianías sin recursos, tipos mediocres y grises que hacen de su banalidad un recurso de popularidad.

Nuestro enemigo es la estupidez, haber sucumbido ante ella es una vergüenza, superarla no supone ningún acto heroico; sólo nos deja dode estábamos.

Y sí, eso es lo que somos. Lo somos porque hemos llegado hasta aquí junto a ellos, darse cuenta de ello es ya un triste consuelo. Muchos todavía bailan (bailarán) al son de de la esa música, interpretada como si fuera una pachanga en un crucero para jubilados, sólo falta Berlusconi cantado boleros.

Siempre he baildado fatal.

No tengo la menor idea de dónde estará esa ansiada America que buscas (que buscamos), aunque creo que ya sólo se reduce al interior de cada uno, a la propia certidumbre de que uno ha hecho todo lo posible por alejarse de todo ello.

Queda ver pasar a los bárbaros, ellos tammbién pasarán. Y levantar acta, alguien tendrá que hacerlo.

Los antiguos patricios romanos se sentaban a la puerta de sus casas vestidos y cubiertos como si asistieran a un funeral, y viendo pasar a los bárbaros con actitud estoica y digna.

Nunca he sido un patricio, y más que un estoico siempre he sido un epicureo que prefiere refugiarse en lo bueno y efímero de la vida mientras los vándalos arrasan con todo. Pero qué nos queda ya sino verles pasar, contarlo acaso y esperar a que todo acabe. Porque incluso la estupidez tiene sus límites.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Menuda gente. Pigmeos, liliputienses, enanos.