"La voluntad nacional es una de las palabras de las que los intrigantes de todos los tiempos y los déspotas de todas las épocas han abusado más. Unos han visto su expresión en los sufragios comprados por algunos agentes del poder; otros en los votos de una minoría interesada o temerosa, y los hay, incluso, que la han percibido plenamente formulada en el silencio de los pueblos y han deducido que del hecho de la obediencia nacía para ellos el derecho de mando"

A.Tocqueville, "La Democracia en América"

miércoles, enero 02, 2008

NUEVO FEUDALISMO

El lento proceso de demolición del liberalismo político comenzó hace doscientos años, al mismo tiempo que el propio liberalismo nacía. Los arrogantes regímenes totalitarios fueron vencidos. Fue vencido el comunismo, el nacismo, el conservadurismo monárquico carlista…Pero el liberalismo triunfante en los campos de batalla y en los mercados está perdiendo la batalla definitiva, la ideológica, la de las almas.

Cuáles son las manifestaciones más notorias de esta victoria del totalitarismo.


No voy a entrar en la raíz última, psicológica o espiritual de porqué el europeo corriente es refractario a la libertad. Como muchos, yo tengo una teoría, se la ahorro a los contados incautos que se hayan atrevido a leer el pelmazo hoy perpetrado por mí. Lo que quiero demostrar es un hecho:


EUROPA ES UNA DICTADURA FEUDAL POSMODERNA


No se esperen que caiga en la trampa gruesa de decir que Europa es una dictadura como las históricas, un totalitarismo grosero y descarado cuya única virtud fue su honestidad e inocencia casi infantil. No es una dictadura como las que fueron, no se reconoce como tal ni manifiesta abiertamente su aversión a la libertad. Muy al contrario. De manera sibilina se ampara en las palabras y en instrumentos que pueden y de hecho han acostumbrado a servir a la libertad, para atacarla a traición. Así, la nación, la democracia, el multilaterlismo y el positivismo, conceptos que en origen pudieron estar más o menos influidos por el liberalismo, pero que hoy son utilizados a calzón quitado por sus enemigos.

La Nación: Históricamente, la nación es un concepto profundamente liberal, que precisamente surgió a fines de siglo XVIII. La nación francesa, la nación revolucionaria: unión de iguales que se comprometen recíprocamente a defender la libertad de cada miembro del grupo. Aux Armes, citoyens. Las libertades conquistadas frente al enemigo interno y externo reclaman la hermandad de los hijos de una misma historia, de los que por ello son iguales, para que cada uno defienda su libertad y la de los demás, y ser así defendido por todo el pueblo. Cierto es que la revolución francesa, madre de casi todos los males actuales, no era propiamente liberal, sino totalitaria-populista, más sangrienta pero no distinta cualitativamente que lo que hoy padecemos. Sin embargo, se hacía pasar por liberal –liberté- y de hecho el códe napoleón es un hito en la libertad civil y jurídica cuya importancia hay que reconocer.

Fue paradójicamente en los pueblos sometidos por el genial tirano corso donde el concepto de Nación se purificó de su bastardo origen jacobino: la nación no es sólo la fuente del poder como en Francia, sino además arma del individuo contra el poder: la nación es un instrumento de la libertad individual: sean los patriotas americanos, o los suizos, o los españoles de Cádiz, son muchos, todo un pueblo, en armas, al que la solidaridad histórica nacional une y hace imbatibles, pues con esas armas todos defenderán la libertad de cada uno de sus miembros, contra Fernando VII, contra los Habsburgo o incluso contra el democrático parlamento inglés. La ley parlamentaria no lo puede todo, el rey no es absoluto, el individuo está por encima de la ley, si ésta no se subordina a la libertad del individuo, sea esta dictada por la mayoría (parlamento) o por dios por boca del rey: la ley sólo vale como mecanismo de defensa de la libertad natural de la persona. Más allá es ilegítima y por tanto no obliga. Este iusnaturalismo, del que fueron pioneros los filósofos españoles de los XVI-XVII, (la escuela de Salamanca…), lo veremos de nuevo al tratar el positivismo, hoy rampante.

Y por cierto y plenamente de actualidad, no otro motivo esconde la aversión de los totalitarios autodenominados progresistas contra la familia. Como grupo de influencia decisiva en la formación espiritual les estorba. Ellos aspiran a dominar las conciencias, así que la iglesia, la familia o cualquier otro competidor en el dominio de las almas les repugna. Además, es un freno a su omnipotencia, pues se ha demostrado, juntamente con la propiedad, como el reducto de la libertad individual: es difícil abusar y someter a quien es apoyado por otros, y si os vínculos son familiares, más difícil aún. Es la pequeña nación que pretenden liquidar al mismo tiempo que la grande.

Hoy, sin embargo, los enemigos de a libertad se han adueñado del concepto de nación para vaciarlo de contenido y convertirlo en su arma: de ser instrumento de la libertad ha pasado a ser mecanismo de la tiranía. Los nacionalismo disgregadores en España son la muestra patente del poder de la Caverna Carlista; profundamente antiliberales, consideran que la esencia de cierta cultura vernácula, aunque todo ello sea una colosal mentira, está por encima del derecho individual de los ciudadanos, sea la lengua que quieran hablar, sea su libertad ideológica, sea la vida.

Así pues, con esta sencilla pirueta, todo el prestigio que la Nación como concepto ha ganado en doscientos años y muchos muertos es usado precisamente contra la libertad, contra la razón de ser de la propia Nación. La Nación pasa a ser excusa de la tiranía para existir.

Para ello hay que atacar aquellas naciones que existen y no son mentira, que realmente conservan en la conciencia colectiva su esencia de unión de armas por la libertad, y que en las últimas seis generaciones, más o menos, generaron Estados que aunque hoy sepamos fallidos surgieron también con aspiración de imponer la libertad vía ley. Para ello hay que atacar España, la Nación, y su malhadado Estado, por dos vías:

1º Haciendo aparecer como antiguo y falto de prestigio social, de buen tono, el propio concepto: lo moderno es otra cosa, lo moderno es Europa, lo moderno es Cataluña, lo antiguo es España: Lo moderno es la Tiranía, lo antiguo, la libertad. En realidad ya Hitler y Lenin utilizaron esta baza, bien que más honradamente. A cara descubierta.

Y no sólo en el campo de la demagogia, que yo creo el más peligroso, sino también en el campo de la ley. Las desgraciadas comunidades autónomas, engendro fruto del consenso constitucional, son hoy el principal peligro de la libertad. El mayor enemigo de la libertad en España es el Estado Autonómico, lo que nos lleva una vez más a la identificación entre España y libertad. Su enemigo común es la Constitución del 78, que no se porqué algunos memos populares se empeñan en defender. Esta constitución ha sido el paso más firme de los enemigos de España/libertad, y nos está llevando a la ruina. Abajo con ella.

2º Descapitalizando el concepto de soberanía y prestigiando instituciones claramente tiránicas aunque amparadas en la demagogia buenista que domina los medios de comunicación. Ello nos lleva al segundo punto.

Multilateralismo: Una de las traiciones más dolorosas de los fachirrojos es la apropiación de una práctica internacional nacida en el seno de la libertad, para atacarla, una vez más. Si después de la semi-victoria de 1945 (Stalin y acólitos permanecieron hasta 1989 en Europa y perviven en China, Cuba, Corea etc..), los aliados se pusieron de acuerdo para lograr por vía la de la colaboración, la paz en el mundo, hoy todo este ideal está podrido.

El enorme prestigio de dos instituciones como la ONU y la Unión Europea es muestra de nuestra debilidad moral, mental y espiritual. Nos hemos vuelto idiotas.

La Onu, idea de los vencedores de la guerra mundial, hoy es poderosa herramienta de los vencidos. Muestra de la calaña de nuestra izquierda es su querencia por una institución que no es más que un club de tiranos cuyo fin es perpetuar la tiranía. Que valga lo mismo el voto de la pacífica Dinamarca que el de Siria, por poner un ejemplo, o el de China que el de USA, debería bastar para desprestigiar la institución de raíz. Pero no. Se busca en ella una legitimidad sorprendente, se le pretende dar la apariencia de un parlamento del mundo, defensor de los derechos humanos y de la justicia en el orbe. Tiene delito, y todo porque tiende a fastidiar a las democracias y a proteger la corrupción y el totalitarismo. Me parece tan patente que ni voy a detenerme más en ello.

Sí que me voy a parar sin embargo, en analizar la no se por qué, tan prestigiosa UE. La unión Europea, donde todo burócrata tiene su asiento, es un poder formidable al margen de cualquier control, de origen o de ejercicio. Nadie controla a los Eurócratas, realmente nadie los nombra, realmente no hay legalidad que esté por encima de ellos. Pueden hacer lo que les venga en gana, y como no, ya se ha convertido en un nido de progres arrogantes deseando arreglarnos la vida, creyéndose más listos que nosotros y tutelando a los infantes europeos, que no saben qué hacer con sus vidas.

La fuente pricipal de la normativa comunitaria en la Comisión, no sujeta ni a control democrático ni en la práctica a control jurídico. Estamos en sus manos, y perfección de la servidumbre, estamos muy contentos.

Se muestra aquí patentemente el axioma de que no hay esclavitud más perfecta que aquella cuyo origen está en la voluntad del esclavo.

Estos arrogantes se han metido a regular hasta el modelo de ciudad (compacta, es su preferida, hijos de la Bauhaus y del totalitarismo, nos quieren meter en nichos ya en vida. Todos iguales. Así hemos de vivir); han regulado la moral, la historia y la libertad. Han reducido los derechos a lo que dice la ley, y si bien esto parece muy moderno y avanzado, no es más que una canallada totalitaria digna de Lenin. EL positivismo, esa es su arma.

El positivismo: En origen, el positivismo se podría definir como aquella filosofía jurídica que lo sacrifica todo a la seguridad jurídica, pero a través de un austriaco (es lo mejor que se puede decir de él) llamado Kelsen, muy propenso al hegelianismo, se convirtió en la cuña del nazismo en las leyes.

Para no abrumar a los profanos, resumiría yo la cuestión diciendo que el positivismo pretendía circunscribir la responsabilidad del ciudadano a lo marcado en la ley, y tendría su máxima expresión en el nullum crime sine lege del derecho penal: no se puede condenar a nadie por un delito que no aparezca establecido en las leyes. Idea liberal muy bonita pero que llevada a sus últimas consecuencias nos conduciría a la paradoja de que los criminales nazis deberían irse de rositas: no cometieron delito pues no estaba penado por las leyes alemanas la matanza de inocentes, si éstos eran judíos, gitanos u homosexuales, por ejemplo.

Y fue este, en realidad, uno de los argumentos de defensa más sólidos del proceso de Nüremberg. Por suerte, no prosperó.

El positivismo progre aún va más allá. Si los liberales lo adoptaron como principio contra la arbitrariedad del Estado, los progres lo acogen gustosos como mecanismo de su arbitrariedad: no hay más derechos que los recogidos en las leyes: empezamos por la propiedad, que pasa a ser estatutaria, tiene el contenido que en cada caso determinen las leyes, y puede ser que no tenga ninguno, como ocurre hoy en España con la propiedad inmueble si de la tierra se trata, después de la última ley del suelo.

Así pues, es la ley –en el caso menos malo, fruto de la mayoría parlamentaria, en el peor, de camarillas seudomasónicas, del chantaje nacionalista, de intereses prisaicos, de cualquier horror que se os ocurra- la ley, repito, la que determina mis derechos, empezando por la libertad, por la hacienda, por el sexo y acabando por la vida. ¿Qué confianza nos merece la ley? Yo tendré derecho a vivir o morir, a poseer bienes o a pensar lo que me plazca siempre y cuando lo diga la ley. Pero ¿Merece respeto una ley que viole mi libertad, sea fruto del parlamento o del mismísimo Dios de los Cielos?

Así, escudándose en la Democracia, como poder de la mayoría, los progres van poco a poco comiéndose la libertad del individuo.

En el fondo volvemos a la raiz: a la diferencia entre la Revolución Francesa y la Americana. En Francia cambiaron la fuente del poder, pero no su esencia. El de los Borbones era ilimitado porque venía de Dios. El de Robespierre, porque venía de la mayoría. Pero ambos eran tiranos, y peor el segundo, que ahogó el país en sangre.

En cambio, los americanos de 1776 se revolvieron contra un poder democrático, pero afirmando sanamente que la ley, por mucho parlamento de Westminster que la proclame, nunca puede violar la libertad individual: nunca puede ir más allá que estar al servicio de esa libertad. Ni la mayoría ni nada está por encima del individuo que es el fin de la democracia, de la Nación y de la Ley, y no un instrumento de ellas.

La muestra más eficaz, patente y poética del iusnaturalismo (es decir, lo contrario del positivismo) es el Bill of Rights de la Constitución Americana, que en su artícuo 9 dice:

ARTICULO NUEVE
No por el hecho de que la Constitución enumera ciertos derechos ha de entenderse que niega o menosprecia otros que retiene el pueblo. (http://www.interamericanusa.com/articulos/Leyes/ConstitucionUSA.htm)

Es decir, la naturaleza humana implica una serie de derechos que no porque la ley no mencione dejan de existir. Olé. Y por cierto, el pueblo que cita no viene de Völk sino de people, gente, personas, individuos, y así lo entiende el Tribunal Supremo de los Estados Unidos.

Por este, entre otros motivos, se odia en esta Europa castrada de hoy a América.

La democracia.- Después de lo dicho, es lógico que la idea democrática se haya convertido en la clave de bóveda de toda la demagogia fachirroja; la ley lo puede todo porque es democrática, el individuo que se joda, porque democráticamente lo hemos decidido así, la Nación dejará de existir democráticamente, democráticamente cedemos soberanía a instituciones tiránicas extranjeras y en fin democráticamente estamos en linea para empezar a ser masacrados.

La democracia entendida a la progre no es mas que la demagogia plebiscitada. Lo que ellos quieren lo refrendan las urnas, de una vez y para siempre. Lo que no quieren, lo someten una y otra vez a la decisión electoral, hasta que sale lo que le gusta y entonces nunca más se consulta. Algo idéntico hacen los nacionalistas: cuando aprueben su plebiscito amañado, nunca más volverán a preguntar. Pero hasta entonces, una y otra vez, ya lo verán.

En definitiva, el principio mayoritario se mostró historicamente aliado de la libertad, pues un buen control del ejecutivo es la necesidad de revalidarse y retratarse cada día, con prensa libre, y cada legislatura, con urnas libres. Así pues, sólo como instrumento de la libertad individual y freno al tirano se mostró útil la democracia. Pero ¡Ay! Los tiranos aprenden, y han convertido nuestra mejor arma es su principal ariete contra la libertad.

Democracia sólo, sin subordinación a la libertad, es lo que en la República de Weimar condujo a los Nazis democráticamente al poder. No se olviden.


La conclusión es que Europa, y me refiero a los regímenes políticos del continente tanto como a la UE propiamente dicha, es un régimen dictatorial, pues el poder reside en una camarilla no electa –partidos políticos, comisión europea…- que no responde ante nadie y que realmente no tiene límites en su potestad;
Es feudal, porque a diferencia de otras tiranías históricas recientes, pero a semejanza de la medieval, es el propio ciudadano el que abdica de su libertad para convertirse en siervo. Es la perfección de la tiranía, el amo, a través de un pacto de vasallaje o sumisión –foedus, besamanos o como queramos hoy- consigue que el esclavo quiera ser esclavo, que no note que lo es y que considere su situación la mejor de las posibles, es más, que odie y critique a aquéllos que no son ni están dispuestos a ser esclavos. Por eso, ratificamos cada cuatro años esta penosa situación, por eso criticamos a anglosajones o israelíes: su libertad de espíritu nos ofende.
Y finalmente, es posmoderna, porque la piedra clave de bóveda de este entramado maligno está en la demagogia apabullante de unos medios de comunicación absolutamente corrompidos; de hecho, han creado una falsa realidad, un espejo ficticio y mágico en el que muchos creen vivir, y venden su alma para que esa ficticia realidad que satisface sus bajas pasiones se haga presente; matrix, en fin. Con transubstanciación maligna, añadiría yo.

PS.- En fin, si alguien ha llegado hasta aquí, enhorabuena, o perdón, según se mire.
Como ya absolutamente nadie lee esta página, puedo vengarme de mi mismo esforzándome en vacío y dejando que el eco de estas palabras resuene en el vacío cibernético que caracteriza un blog abandonado. Mea culpa. Ahora bien, a pesar de todo, resistiremos. Que no seamos atractivos al público no se si nos pesa o nos reconforta, pero desde luego no nos excusa de seguir en la brega.

Feliz año, único lector que nos queda.




9 comentarios:

El Cerrajero dijo...

Felí Año, así, sin Z xD

P.D. La entrada es interesante pero demasiado larga.

Tal vez sería buena idea dividir entre un blog con reflexiones rápidas y otro con documentación y sesudos razonamientos.

Porque no es lo mismo un polvo rápido que estar toda la noche zumbando xD

pirx dijo...

We the people…
El preámbulo de la constitución de los USA es uno de los textos políticos que más me gusta, (y emocionan): no dice El Pueblo, ni la Voluntad Popular, ni ninguna de esos peligrosos deslizamientos, dice: NOSOTROS, la gente de los Estados Unidos…. Y en el fondo lo que viene a decir es que nosotros, que YA VIVIMOS cada uno según unas costumbres y unas leyes, (de cada estado, de cada comunidad, de cada confesión religiosa, de cada grupo…) establecemos, porque así lo queremos, unas instituciones para conseguir determinados beneficios en común, y estas nuevas instituciones tendrán que velar por ellos, y sólo por ellos, quedando fuera de la ley en el momento que los traicionen o sobrepasen. Ese es el verdadero poder “emanado del pueblo”, y no esa entelequia denominada soberanía popular que aparece y desaparece cada cuatro años. La Nación moderna debe de ser esto o no tiene ninguna posibilidad, por supuesto lo sabían los constituyentes norteamericanos y los de Cádiz. Hay un muy buen libro de Hannah Arent “Revolución”, que analiza de forma paralela las revoluciones francesa y americana, decantándose de forma evidente por ésta última, algunas de las razones que da, las has apuntado tú en el artículo, entrada o como quieras llamarlo.
En cuanto a ese totalitarismo del que hablas, es un aroma que poco a poco se va filtrando, acabará corrompiéndonos a todos. Y se basa en lo de siempre, o en aquello que a mí al menos me preocupa más: el dominio del lenguaje, de las palabras, el monopolio del discurso, por utilizar una expresión postmoderna. Palabras que tenía un significado muy distinto, se “deconstruyen”, adquiriendo significados que en origen no tenían (el de Nación o soberanía popular es el más evidente), y no sólo eso, parece como si nunca hubieran tenido otro. Es un terreno complicado porque la lucha ya no está en el terreno de las ideas sino en el del mismo lenguaje, es como intentar rebatir a alguien que sólo hable neolengua.
El artículo es largo, sí ¿y qué? Yo lo he leído, es bueno, en serio, y quien no tenga paciencia de leer cosas largas puede optar por blogs más dinámicos o de actualidad quizá, de todo hay. Basta con dejarlo ahí colgado, al final siempre hay alguien que da con él y lo lee, y eso es lo que cuenta, sino lo único.
Nota: No te preocupes por el número de lectores o comentarios, yo llevo meses riéndome solo en NP y en AA y tampoco me preocupa demasiado, simplemente escribo cosas, si las lee alguien es lo de menos, es gratis. Sé que debería publicar algo aquí o en AA sobre política, pero estoy en situación de “haber que pasa”, la guerra de posiciones en las trincheras es larga, muy larga, de momento parece como si lo hubiera dicho todo por un momento, pero como te digo la guerra es larga y yo tengo los dedos ágiles, aunque algo torpes.
Te iba a dejar una felicitación en SPQR, pero también hace meses que no hay nada nuevo, en cualquier caso:
¡Feliz Año! Y un saludo, viejo amigo de trinchera.

yael dijo...

No sé desde donde he descubierto tu Blog, pero desde ahora ya soy el lector número 2.
No te puedo decir si tus comentarios son buenos o malos porque sería un juicio subjetivo y parcial.
Me has sacado las palabras de la boca o has leído mis pensamientos y obviamente a uno le gusta todo aquello con lo cual se identifica. Me alegra saber que ya somos mas de uno .El monologo me estaba sentando bastante mal.
Tú sigue escribiendo que el eco llega a todas partes.
Tu comentario ya tiéne dos links:
El mío:
http://yahel.wordpress.com/2008/01/07/europa-es-una-dictadura-feudal-posmoderna/
La primera resonancia:
http://coscorrones.wordpress.com/2008/01/06/tirano-%d7%a8%d7%95%d7%93%d7%9f/

Te he puesto en el Blogroll de Nueva Europa. Si no te ofende.
Saludos y sigue adelante

yael dijo...

Parece que el link no salió completo. Este es la dirección del blog.
http://yahel.wordpress.com/
Por cierto el 09.01, sale tambien otro comentario tuyo que me pareció estupendo.

María del Carmen dijo...

muy bueno!

Ludfranz dijo...

Feliz año a todos y especialmente a QRM.
Estimado QRM: en un mensaje tuyo de hace unos pocos meses vi que te hacías la pregunta clave, en la que se pone de manifiesto la contradicción intrínseca no digo del liberalismo pero sí de la ortodoxia liberal: para defender la libertad ¿no es acaso imprescindible la dictadura sobre los enemigos de la libertad?
Yo, aprovechando que el Año Nuevo es un buen momento para volver a dejar claros nuestros principios, confieso que mi sistema político ideal es el despotismo ilustrado meritocrático, frente al hereditario del siglo XVIII.
Un saludo a todos.

QRM dijo...

Querido amigo ludfranz, cuanto tiempo.
Efectivamente, la libertada no puede estar indefensa frente a los embates del totalitarismo, aunque éste aproveche los márgenes del sistema o incluso desvirtúe las herramientas usualmete al servicio de ella, como la democracia.
Dejar a la libertad indefensa frente a la demagogia populista conduce inevitablemente a la repúbica de Weimar, y como no, al nazismo. Los mecanismos de defensa son muchos, posibles y eficaces, pero no tienen buena prensa, así que es difícil que se adopten aquí. En cualquier caso, pasan por derogar la nefasta constitución que padecemos y sustituirla por una que de verdad nos proteja y no nos agreda, que defienda la libertad del individuo y no lo abandone frente al poder del Leviathán Estado.
Un cordial saludo.

Ludfranz dijo...

¿Cambiar la constitución, QRM?, de acuerdo, desde luego que es muy mejorable, pero no le demos a las leyes, incluida la suprema, más importancia de la que tienen, que es secundaria respecto a lo decisivo: la calidad cívica del pueblo. Lo importante no es el instrumento (la ley) sino la sociedad encargada de ponerla en práctica. No caigamos en el fetichismo legalista. Gran Bretaña no tiene constitución en sentido estricto, pero sí algo mucho más importante: una vieja cultura cívica y política.
Con sordos mancos no puedes formar una orquesta, con un pueblo como el español (y como muchos otros) no puede funcionar una democracia liberal.
Sobre esto escribí hace poco un articulillo que podría llamarse "el mito de la democracia". Ahí va:
-Respecto del viejo debate, tan actual por otra parte, sobre si necesitamos más democracia, es decir, si hay que reformar la ley para crear nuevos mecanismos que permitan una mayor participación de los ciudadanos en la toma de decisiones políticas, habría que plantearse y responder una pregunta previa: ¿pero es que acaso la gente quiere hacer algo más que meter la papeleta de su partido preferido en una urna cada dos, tres o cuatro años? Fijémonos en el manido asunto de las listas abiertas: ya existen en las elecciones al Senado, y no se diferencian en nada del resto: la gente, como siempre, se limita a votar a los candidatos de su partido, sin tomarse la molestia de informarse sobre ellos ni sobre los de los demás partidos.
Es cierto que no vivimos en una auténtica democracia sino en una mera partitocracia plebiscitaria, pero ésta surgió y perdura sólidamente asentada sólo gracias a la pasividad conformista del pueblo, que ha preferido delegar totalmente en la casta política partidista la tarea de gobernar, reservándose únicamente el cómodo ejercicio ocasional del voto. Y ello es natural: ocuparse en la marcha de los asuntos públicos exige un esfuerzo que la inmensa mayoría de la gente, inmersa en su vida personal, no está dispuesta a hacer.
La democracia es el gobierno del pueblo por el propio pueblo, pero ¿es qué acaso el pueblo quiere gobernarse a sí mismo? Puede que así lo crea porque de ello le ha convencido la aplastante hegemonía de la ideología democrática y de su propaganda, pero los hechos demuestran que esa es una creencia equivocada: se contentan con participar en los periódicos plebiscitos electorales.

Un saludo.

UnaMente dijo...

La democracia no existe en ninguna parte del mundo.

De hecho es posible que no haya existido jamás, los papeles que así lo firman no son más que un sueño plasmado en papel, sin ningún valor real.

En el mundo, desde tiempos inmemoriales, solo ha existido y existe un sistema de gobierno. El sistema Feudal.

Y jamás cambiará mientras los humanos sigamos siendo como somos.

Mientras quienes ostenten el poder (ya sea por la fuerza de las armas, ya sea controlando la información, ya sea de cualquier otra tortuosa manera) se aprovechen del defecto humano de querer tener más que los demás, siempre encontrarán a alguien dispuesto a pisarle la cabeza al resto, y siempre por ello se mantendrán en su posición.

Porque si los quitamos de su lugar, parte de los revolucionarios se convertirán en los nuevos tiranos, y no habrá cambiado nada.

Solo si suprimimos la propiedad privada y el dinero tendremos alguna posibilidad, pero como esto será rechazado por una gran mayoría de la población pues quieren poseer cosas que no tengan sus vecinos... no sucederá.

Los humanos sólo estamos hechos para un sistema de gobierno:

Unos pocos mandan, el resto de borregos obedece a cambio de unas migajas del gran pastel, alegrándose de ser ellos quienes tienen las migajas mientras los demás no tienen nada.