"La voluntad nacional es una de las palabras de las que los intrigantes de todos los tiempos y los déspotas de todas las épocas han abusado más. Unos han visto su expresión en los sufragios comprados por algunos agentes del poder; otros en los votos de una minoría interesada o temerosa, y los hay, incluso, que la han percibido plenamente formulada en el silencio de los pueblos y han deducido que del hecho de la obediencia nacía para ellos el derecho de mando"

A.Tocqueville, "La Democracia en América"

domingo, diciembre 03, 2006

TRAS LOS MITOS NO HAY NADA

No, tras los mitos no hay nada, y por eso funcionan.

Raúl Castro arenga a las tropas en el homenaje a Fidel Castro y a la creación de las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), el discurso parece algo menos agresivo ¿tímidos movimientos del régimen o estilo personal de Raúl? No lo sé, quizá politólogos expertos en dictaduras caribeñas nos lo aclaren. Lo importante: Fidel no apareció. El dictador –si es que aún dicta algo-, agoniza; otro mito que cae, y tras él, nada, lo de siempre, miseria, una sociedad tirada a la basura y crímenes. No importa, nuevos mitos aparecerán, cada vez más inexistentes. Mitología e izquierda, hablemos de ello.

La relación ente realidad e izquierda ha sido siempre comprometida, y sé que decir “comprometida” es suavizar las cosas: “inexistencia” quizá sea el término más conveniente, pero ha habido de todo. Ser de izquierdas, ha supuesto desde el inicio –remontémonos a la Revolución Francesa-, vivir de mitologías, cifrar la acción política en base a ensoñaciones y actos de fe: acabemos con todo lo viejo, creemos a un hombre nuevo, logremos la felicidad, acabemos con las desigualdades, seamos hermanos. Ha sido la mitología lo que ha sostenido a todos los movimientos de izquierda durante más de doscientos años. Lo sigue haciendo, hoy más que nunca. Darse de bruces con la realidad nunca ha supuesto un serio problema, intelectualmente hablando es comida gratis, por qué rechazarla. Conviene no despreciar la utilidad de los mitos, independientemente de su vacuidad, han movilizado y movilizan hoy más que nunca a millones de personas en todo el mundo, porque ha sido desde la caída del muro y del hundimiento del llamado socialismo “real” cuado más estrecha se ha hecho la identificación entre izquierda y mitología, de forma que lejos de desaparecer en el baúl de las ideologías obsoletas, hoy más que nunca goza de muy buena salud.

Hagamos un poco de memoria, no demasiado lejana. Durante muchos años funcionó el mito de la Unión Soviética. La patria del proletariado, el país donde la burguesía empezó a cavar su tumba, el foco desde donde el marxismo se irradiaría, de forma imparable, a toda la humanidad doliente. No importaba lo que allí pasaba, el mito de la URSS, encandiló a muchos europeos, desde el humilde sindicalista al sonb de un College de Cambridge. Pero las cosas empiezan a cambiar, resulta que la URSS no es paraíso que parecía ser, suceden cosas, hay miseria. No, el socialismo no es eso, lo han pervertido, critiquemos a URSS –un poco-, en nombre del socialismo. Sólo es necesario encontrar una nueva Arcadia donde descansar de esta sociedad de la que no podemos (o queremos) escapar. “Pidamos lo imposible”, “encontremos la playa debajo de los adoquines”, cuanto más lejos, mejor. Entonces se descubre el Tercer Mundo –territorio virgen para nuestras ensoñaciones-, salvémosles, nos lo están pidiendo. Y China, y esa efervescente Revolución Cultural, ese Mao tan cool; qué más se puede pedir. Ahora sí que hay dónde elegir: socialismo caribeño en Cuba, ortodoxia religiosa en el maoísmo, revoluciones tercermundistas. ¿La realidad? ¿Quién la necesita? ¿Camboya, sátrapas africanos, miseria? Uno se puede encoger de hombros, no tenemos la culpa, bueno sí, un poco, pero han sido otros quienes pervierten los ideales, ¿por qué dejar de creer en nuestra Arcadia personal? Y de pronto todo se derrumba, sin aviso. China se vuelve capitalista, los berlineses del este asaltan el muro –sin que nadie se lo impida-, el bloque comunista abraza la democracia burguesa, y la URSS desaparece, sí, desaparece. ¿Y los mitos? Bueno, queda Cuba, y Corea del Norte. Pero eso no vale, ya pocos creen en Castro –tan solo hay que ser indulgentes con él, por los viejos tiempos-, en cuanto a Corea, bueno, mejor no hablar. Así pues, busquemos nuevos mitos, esta vez serán mejores, indestructibles, ¿qué sería de nosotros?

Y en este punto estamos, o mejor dicho estábamos hace más de quince años –cómo pasa el tiempo-, y efectivamente se encontraron nuevos mitos. Seattle, ¿se acuerdan? Fue la presentación -espectacular, eso sí-, de algo que ya se venía gestando tiempo atrás. Antiglobalización, multiculturalidad, ecologismo, antioccidentalismo, pacifismo, Islam…, y los nuevos iconos: Porto Alergre, el subcomandante Marcos, Chávez, Bové –sí el quesero-, Arafat –o cualquier palestino, con o sin pañuelo-, Lula, ATTAC, Ramonet, la ONG de turno, tutti cuanti. Como toda ideología que se precie tiene su versión hard –manifestaciones antisistema, anarquismo de salón, ecologismo apocalíptico, islamismo-, y su versión soft, apta para el progre que tiene que pagar su hipoteca –irenismo imbécil, alianza de civilizaciones, militancia en ONG´s, y paz, mucha paz-. Y el Tercer Mundo claro, que nunca dejará de dar todo lo que tiene para calmar las conciencias redentoras de ecologistas, anticapitalistas y progres de todo el mundo; y si sus habitantes están clamando por que una multinacional se instale en sus países y cree puestos de trabajo, habrá que decirles lo que les más les conviene.

Son los nuevos mitos, y dos cosas les diferencian de los anteriores, dos cosas que hacen que sean más fuertes y que funcionen mejor.

La primera es su trivialidad: no es necesario dominar ningún campo del conocimiento –ni la economía, ni la política, ni la ciencia-, para erigirse como representante de esta nueva izquierda, basta declararse como tal, y punto.

La segunda, y más importante, es su carácter mítico absoluto. El paraíso que proponen ya no es de este mundo, ya no existe una Unión Soviética o una China que les devuelva el rostro abyecto de sus acciones –el derrumbe del socialismo real, más que un impedimento ha supuesto la liberación de un pesado lastre-, frente a la creencia de un más allá irrealizable no hay crítica racional que les afecte, creer en ello se vuelve en un acto de fe. No cuesta nada, comida gratis, sólo hay que dejar de pensar, dejarse llevar por lo emocional, y creer.

Tras los mitos no hay nada, eso los hace fuertes, pero creer en ellos puede resultar miserable.

3 comentarios:

QRM dijo...

El mito es una categoría superior de la mentira, mucho más peligrosa pues no pretende engañar, sino engañarse. El mito requiere de un acto de fe , y viene a sustituir a la religión. La gran ventaja de la izquierda es que ofrece una oportunidad de salvación a precio de ganga.

Es falso que Dios haya muerto. Ojalá. La necesidad religiosa, de transcendencia , de certidumbre moral o de acomodo gregario ya no la encuentra el hombre posmoderno en la iglesia, pero la sigue buscando. Y quien le satisface esos apetitos inconfesables es la doctrina pijiprogre, que ha copiado toda la estética, la praxis y la propaganda de la religión: tiene sus textos sagrados -cualquiera de los de Prisa- sus papas -Cebrián, Chomsky, Anan...- sus rituales-las manifas del "antiimperialismo", sus enemigos teológicos - USA, Israel, Aznar-, sus milagros - Cuba- y sus mitos.

La esencia del mito es su tentadora falsedad. Es aquello que siendo falso, y conociéndose su falsedad, mejor es fingir que es cierto, por la paz de la comunidad. Por eso los pijiprogres, con su rebelión contra la realidad, son mitómanos, como quien es heroinómano: es su droga intelectual, lo que les va matando mientras les da la vida. Y lo triste es que a nosotros, uncidos a su destino como los bueyes al yugo, nos conduce al precipicio, sin la suave acomodación de la ignorancia voluntaria retroprogre.

WSC dijo...

La estructura mítico-religiosa-sectaria del pensamiento progre es bien clara. Aporta al creyente el beneficio de saberse éticamente mejor, intelectualmente superior al resto. Dispone de TODAS las respuestas para TODAS las preguntas y los problemas del universo, sin tener que hacer un esfuerzo intelectual desmesurado. Es un corpus doctrinario completo y cerrado que lo ofrece todo a un módico precio. De ahí su éxito. De esto ya hemos hablado largo y tendido. Me gustaría enfocar el tema desde otro punto de vista. ¿Cómo atacar esta fortaleza?. Mi experiencia me dice que son las pequeñas cosas, los pequeños ejemplos los que pueden abrir fisuras en su coraza.

Por ejemplo. El otro día me ví de espectador ante una amigable discusión entre los compañeros de trabajo sobre el precio de los pisos, el tema del suelo, la "especulación urbanística" y esas cosas. Me mantuve en silencio observando los argumentos. Se trataba de personas inteligentes y moderadas, probablemente la mayoría votantes del PP, pero sus argumentos reflejaban la transversalidad del pensamiento progre. Que si la especulación, que si el Ayuntamiento tenía que distribuir todo el suelo como propiedad pública, que si los pisos vacíos...en fín, la cohorte de pensamiento políticamente correcto. Bien. Me limité a preguntar a uno de ellos que tiene un pequeño terrenito con una casita en el pueblo de sus padres, "pues bien, ¿que te parece el Ayuntamiento de tu pueblo te expropiase tu casita y tu terrenito, ya que vives en un espectacular piso en el centro de la capital de la provincia, para dárselos a una familia de inmigrantes sin recursos?". Y me quedé aguardando la respuesta, sin ningún ánimo de entrar en polémica. Pues bién, la respuesta fueron una serie de gruñidos inconexos, promesas de atrincherarse con una escopeta en su propiedad si osaban siquiera acercarse....y el fin del debate sobre la vivienda al quedarse todos callados con cara de asombro, ya que quien más o quien menos tiene una segunda residencia o aspira a ello. ¡Así de sencillo! sembré una pequeña semilla liberal en tan yermo páramo.

Otro ejemplo. En mi CCAA se está discutiendo ahora el tema de la liberación del peaje de una autopista que es una vía de comunicación fundamental en la misma. Zapatero prometió eliminar el peaje en su mítin electoral...y hasta ahora. El Gobierno regional, del PP, se ha anotado un tanto negociando con la concesionaria la gratuidad del peaje de vuelta para aquellos trayectos que se realicen en el mismo día entre los mismos puntos (para beneficiar a los que van y vienen del trabajo en una rutina diaria). Pues bien, entre varios amigos, la mayoría votantes del PP, que alababan la progresista medida les hice una sencilla operación aritmética. El coste que iba a asumir la CCAA dividido entre el número de contribuyentes. ¡Salía a 17 euros por persona!, 6000 pesetas para una familia en la que trabajasen ambos cónyuges. Ahí cambió la cosa. Darse cuenta que ellos, que la mayoría no usan la autopista en viaje de ida y vuelta en el día, iban a pagarle al cabr*n de fulanito o menganito que se van todos los días con su Mercedes a su empresa por la autopista, ya no les pareció tan buena idea.

Este es el camino. Yo siempre pongo como ejemplo a la "señora María" que vive en un humilde sexto sin ascensor y paga sus impuestos religiosamente, y que no usa autopistas, aeropuertos, películas de Almodóvar o la última faraónica chorrada que se le ocurre al "socialista de todos los partidos" de turno.

Las pequeñas y sencillas cosas, sin que puedan divagar sobre los yanquis, los judíos, el hambre en el mundo o el contubernio de las multinacionales para dominar el orbe, son el campo de batalla en el que podemos "guerrillear" y obtener algunas buenas victorias.

Jesús Sanz Rioja dijo...

Ni más narices, amigos. Añadir que el problema es que se confunda con frecuencia el ideal con la ideología, la magnanimidad con las alucinaciones.