PIRATAS

Mi abuela es de un pueblito de la Costa de la Muerte, en La Coruña, que se llama Cee. Abundan las leyendas en esta zona, tan relacionada con el mar y los naufragios. Es bien conocida aquella que vincula su nombre a los naufragios provocados por los lugareños, que como piratas de tierra atraían las naves a los cantiles para rapiñar sus cargamentos. Imaginemos las oscuras noches de borrasca de los siglos XVIII y XIX. Los buques británicos y franceses, en ruta de ida o vuelta hacia las ubérrimas colonias bordeaban el noroeste de España, en una lucha titánica contra el Océano. Entre la niebla, cuando apenas la tecnología permitía fijar el rumbo por las estrellas y la defectuosa cartografía, cualquier ayuda es bienvenida. Entonces, una luces oscilantes, con el pausado ritmo de los navíos, nos abren el camino: si por allí hay un buque, es que por allí se puede. La leyenda cuenta que los lugareños colocaban antorchas en los cuernos de los bueyes, y los paseaban por la costa para atraer así a la presa, que confundía sus luces con las de otros barcos.
Después, solo quedaba recoger la mercancia en la playa, y eliminar a los supervivientes. Se cuenta que algunos cadáveres aparecían horriblemente mutilados. "Adelaide", en 1830,"Wolfstrong" en 1870 - los cadáveres aparecieron con los brazos serrados- 1875 el "Revanchill", en 1883 " Irish Hull", en 1889 el "Prima"- una naufraga apareció sin dedos ni orejas, sin anillos ni pendientes, claro- y la lista sigue y sigue. Algunos achacan aún a la piratería el naufragio del buque escuela "Serpent", en el que perecieron 172 guardiamarinas ingleses. El mascarón de proa de este buque apareció escondido hace poco en un viejo molino.
Tan sospechosa reiteración llevó al Almirantazgo a enviar una comisión investigadora, que nada descubrió. La circunspección galaica lo hizo imposible.
Para añadir ambigüedad al asunto, muchas veces los marineros del lugar se comportaron heroicamente en el salvamento de los náufragos, mereciendo honores y distinciones, como en el caso del "City of Agra", en el que el pueblo de Camelle recibió una condecoración de la Armada Británica.
Lo trágico se mezcla con lo chusco. En una de estas, los lugareños encontraron esparcidos por la playa unos botes de una sustancia blancuzca y pegajosa que transportaba su presa. Creyendo que era cal y para no dejar rastro del delito se apresuraron a usar el producto. En pocas horas, y aprovechando la bonaza del clima, todo el pueblo apareció enjalbegado, blanco ,encalado. Lustroso. Lo que ocurrió es que aquella sustancia no era cal, sino leche condensada-aún desconocida por estas tierras, de vacas rubias de fructíferas ubres- y el olor dulzón atrajo una plaga de insectos- moscas mayormente- de la que luego fué muy difícil deshacerse. Como un secreto a voces, todos sabía el porqué, pero nadie lo decía en voz alta. Todos se beneficiaban del delito, fuesen ellos o no los piratas asesinos. Todos los conocían. Todos les temían y odiaban. Pero nadie los delataba, porque sacaban partido. Todos, por ello, eran culpabes.

No sé quien cometió el 11-m. Si sé que quien se benefició hace lo posible porque todo parezca un accidente. Digamos un naufragio. Pero ya las moscas están pegadas a las paredes de su casa, y todos empiezan a inquietarse. Lo que ocurre es que este caso los muertos eran del pueblo, y el silencio cómplice va a ser imposible. No todos somos piratas en España.