"La voluntad nacional es una de las palabras de las que los intrigantes de todos los tiempos y los déspotas de todas las épocas han abusado más. Unos han visto su expresión en los sufragios comprados por algunos agentes del poder; otros en los votos de una minoría interesada o temerosa, y los hay, incluso, que la han percibido plenamente formulada en el silencio de los pueblos y han deducido que del hecho de la obediencia nacía para ellos el derecho de mando"

A.Tocqueville, "La Democracia en América"

lunes, enero 01, 2007

PENA CAPITAL: UN DEBATE

El pasado día veintinueve de Diciembre, moría ajusticiado el ex dictador iraquí Sadam Hussein tras ser condenado a morir en la horca por un tribunal iraquí. Como es lógico, la noticia saltó de forma inmediata al primer plano de todos los medios de comunicación (relegada rápidamente a un segundo plano por los terribles acontecimientos de Barajas). La noticia, lejos de poner de relieve las causas y acontecimientos que llevaron al tribunal a condenar a la pena capital al ex dictador iraquí, suscitó en televisiones y tertulias radiofónicas un “debate ético y moral” sobre la conveniencia de aplicar y mantener en su caso la pena capital como instrumento legal. Ni que decir tiene que no hubo debate alguno si no unánime coro condenando este “bárbaro” recurso legal que “ninguna democracia puede jamás utilizar” excepto los Estados Unidos, pero claro “ya sabemos”. Así pues debatamos. No pretenden ser estas breves líneas un estudio serio sobre el tema si no un punto de arranque, que partirá de mi propia opinión y que, modestamente, puede servir como inicio si lo que se quiere es debatir y no cantar a coro y apuntalar una opinión que, no por ser muy políticamente correcta –quizá una de las que más- sea cierta.

Iré directamente al grano. Si me preguntan si la condena a muerte de alguien como Sadam Hussein por delitos de genocidio –sobradamente probados- es justa, mi repuesta no puede ser más clara: .

Mis razones para ello nada tienen que ver con los sentimientos que me pueda provocar un personaje de la catadura de Sadam Hussein –sentimientos que no mencionaré ya que sobrepasan la misma repugnancia-, son razones de carácter teórico; respondería de idéntica manera si el acusado fuera otro cuyos delitos fueran semejantes.

En el comentario que realicé a la magnífica entrada de QRM: “DIOS Y LA LIBERTAD”, apunté una distinción que es necesario hacer y que considero elemental. Me refiero a la diferencia entre hombre y persona. Hombre –homo sapiens- es nuestra especie, es un hecho biológico; persona es una realidad cultural. Es evidente que la persona, no se puede reducir a sus connotaciones biológicas: como realidad cultural, la persona incluye al hombre y lo dota de atributos que obviamente trascienden lo meramente biológico (dicho de otro modo, los bonobos, que comparten cerca del 99% del material genético con el hombre, son casi humanos, pero en modo alguno son casi personas). Hablar de personas, es hablar de responsabilidades, de sujetos de derechos y obligaciones, de libertad individual y respeto a la libertad de otras personas. Pero sobre todo, hablar de personas es hablar de límites; límites que la distinguen y que en caso de traspasarlos devuelven al individuo, respecto de la sociedad de personas, a sus connotaciones biológicas: jamás podremos dejar de ser hombres, pero sí podremos abandonar la comunidad de personas.

La existencia de una comunidad de personas, implica de forma necesaria la consideración de que determinadas acciones o situaciones no pueden ser toleradas de ninguna manera, ya que de otra forma se borrarían los límites precisos que distinguen a la persona del hombre. Retomando la frase con la que QRM abría su anterior entrada: “Si existen personas, no todo está permitido; si sólo existen hombres, todo está permitido”.

Y no sólo eso –y quizá sea esta la parte más polémica- abandonar la comunidad de personas hace imposible su retorno. Una comunidad de personas no puede “readmitir” o “perdonar” a quién ha traspasado sus límites, ya que de esta manera –readmitiendo en su seno a un criminal horrendo o a un genocida, pongamos por caso- estaría dinamitando los propios límites que la distinguen, al hacer posible el viaje de ida y vuelta, es decir, todo estaría permitido. Llegado el caso de que alguien traspase los límites de una comunidad de personas, no quedan más que dos opciones: el suicidio consciente por parte del mismo –algo que se puede dar, no es extraño comprobar como a veces el responsable de un horrendo crimen acaba suicidándose-, o la institucionalización de un mecanismo que realice la misma función, es decir: la pena capital.

Nótese que mi alegato –si así se pueden llamar a estas líneas- a favor de la pena capital en determinados y muy concretos casos, nada tiene que ver con los argumentos que frecuentemente suelen esgrimir los que se oponen a la misma, es decir, nada tiene que ver con cuestiones del tipo “ley del talión” o como medida de disuasión o como venganza por parte de las víctimas. Es una cuestión de principio, la comunidad de personas tiene límites muy precisos que son infranqueables, de no ser así se borraría la diferencia entre personas y hombres. Algo que precisamente no tienen claro –por ingenuidad o interés- aquellos que siempre acaban invocando cuestiones “humanitaristas” o “humanitarias” –como si pudiéramos dejar de ser humanos- como argumento definitivo en contra de la pena capital. Decir que la ejecución de Sadam Hussein es justa –o la de Eichmann o la de terroristas responsables de atroces atentados, por ejemplo- no es una cuestión de falta de “humanidad” si no de coherencia.

Quisiera acabar felicitando el año –soy el primero en estrenar Status Civitatis en 2007- y agradecer a aquellos que hacen posible este blog, ya sea colaborando (QRM, WSC, ludfranz), aportando su opinión o simplemente leyéndolo. Espero que el próximo año nos sea a todos favorable en lo personal, ya que en lo colectivo presumo que será un año algo complicado.

3 comentarios:

pacobetis dijo...

Pienso que la Pena de Muerte debe ser una medida higiénica. Alguien que mata a personas que no pueden defenderse y lo hace de manera premeditada, voluntaria, innecesaria, ... debe morir, y cuanto antes mejor.
Con lo de premeditada, etc lo que quiero es dejar a parte a los que asesinan en una reyerta más o menos espontánea, durante un acaloramiento, etc ... estos merecen un fuerte castigo pero se puede entender que su intención no era matar.
Los otros, los Saddam, los terroristas que hacen volar un edificio, el que mata a martillazos a su mujer, el que se divierte con el sufrimiento de los otros, ... esos solo merecen ser eliminados de nuestra sociedad.
Y una sociedad que no es capaz de hacerlo está enferma.

QRM dijo...

Muy interesantes reflexiones, amigo.

Realmente si hay alguien que se ha puesto al margen de los hombres es un criminal como éste. Creo, sin embargo, que la Pena de Muerte es uno de los asuntos más complejos y espinosos con los que podemos enfrentarnos. Aún así, dentro de sus dificultades, parece evidente que si hay un caso en que debe aplicarse, por la gravedad horrenda de los delitos y por la virtud ejemplificadora de esta lección, es éste.
En los demás asuntos, los criminales comunes y corrientes, lo veo mucho más complicado. Decidir cuándo un asesino se ha puesto irrevocablemente al margen de la genero humano, de la comunidad y la civilización, y merece que la máxima pena caiga sobre él me parece dificilísimo. Corremos el riesgo de acabar lapidando a las adúlteras, es decir, de pasarnos al enemigo.
La posibilidad de error, la irrevocabilidad, y la necesidad de crear el puesto de verdugo -yo soy incapaz (creo) de matar a nadie que no me haya hecho directamente nada- y sobre todo, la innecesariedad, me parecen argumentos suficientes contra la pena de muerta "ordinaria". Es más que suficiente y en cierto modo, más severa, la cadena perpetua. Lo que es ridículo es el sistema incentivador del crimen que mantiene nuestro código penal de "pitiminí".

Ahora bien, en los casos de guerra, me parece indudable que la defensa nacional exigen a veces la máxima pena. Contra espías y desertores. Contra derrotistas o contra criminales de guerra. Y eso son los terroristas. Porque veamos: si ahora atrapan a Ben Laden, ¿Qué le van a hacer?¿Meterlo en la cárcel?¿Con los ladrones?¿No es ridículo?

QRM dijo...

Como complemento, interesante reflexiones de Mark Stein:
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opi_desa_35167.html