"La voluntad nacional es una de las palabras de las que los intrigantes de todos los tiempos y los déspotas de todas las épocas han abusado más. Unos han visto su expresión en los sufragios comprados por algunos agentes del poder; otros en los votos de una minoría interesada o temerosa, y los hay, incluso, que la han percibido plenamente formulada en el silencio de los pueblos y han deducido que del hecho de la obediencia nacía para ellos el derecho de mando"

A.Tocqueville, "La Democracia en América"

miércoles, noviembre 08, 2006

Contra la posmodernidad y su icono ZP

Una de las características más curiosas y sorprendentes de la posmodernidad es que ha conseguido que la fantasía se filtre a la realidad, que empieza a parecerse a un cuento jocoserio de ciencia ficción. De hecho, la posmodernidad no es sino una rebelión contra la realidad. Una reivindicación de una estética vacía, de la imagen sin sustrato, de una falsa pose sin sentido.

Los héroes posmodernos son conocidos universalmente por nada meritorio: por salir en la tele, por tener un lío de faldas, por participar en obscenos programas de telebasura.

Los políticos posmodernos son caras sin alma, cuya palabra no vale nada, cuya ideología es el poder, para cuya consecución se prostituyen hasta límites insospechados.

La estética posmoderna no responde a valor alguno. El arte se ha vulgarizado, y lo soberbio pasa a ser lo mediocre, en una imposición de la masa digna de figurar el la obra más señera de Ortega. No se ha culturizado al vulgo; se ha vulgarizado la cultura.

Las naciones posmodernas son destilados de mentiras, empezando por la existencia y vigor en exclusiva de unas lenguas vernáculas trasunto del Völkgeist, cuya existencia es tan dudosa que los mismos mentirosos han de mantenerlas artificialmente con vida, a través del estímulo forzado, de la coerción fascistoide, y de la presión siempre.

La aristocracia posmoderna nada tiene ya de elitismo meritocrático. Sólo de pose y gesto de desprecio hacia lo que consideran vulgar, con lo que demuestran un pijo-paletismo rayano en el delito.

El Mal absoluto, el Mefistófeles antiliberal ha estado generaciones presionando para lograr la esclavitud perfecta del hombre: la querida y valorada por los esclavos como auténtica libertad. ¿Desde cuándo?
Durante siglos, el estoicismo romano - en sentido filosófico literal, el de Marco Aurelio- pervivió en la sociedad española, como una fibra consustancial al alma humana. Quizá el haber mantenido una guerra por la civilización , el haber afirmado ochocientos años frente a los bárbaros que eramos Romanos infundió al pueblo ese carácter indestructible de los Dioses. Cada hombre es sagrado, por su misión sagrada a favor de la civilización y por ser heredero de la sangre de los que antes lucharon por ella. Era su responsabilidad hacer honor a ese legado y a ese destino, y España estuvo a la altura de las circunstancias.
Sin embargo, antes aún de la llegada de los pijiprogres con sus estupideces políticamente correctas, más o menos a comienzos del s.XIX, la posmodernidad nació con los primeros románticos. La rebelión contra la realidad del romanticismo es el primer aldabonazo de la posmodernidad. Nótese el origen a menudo aristocrático pero degenerado de las principales figuras del romanticismo; adviértase su educación amanerada, afeminada, tolerante ante el capricho, y avanzaremos mucho en la comprensión del fenómeno. La posmodernidad giliprogre es el fruto de la mente acomplejada y frustrada de un niño malcriado, que retuerce la realidad porque ésta no es como le gusta, y eso no lo puede aguantar. Igual que muchos jóvenes vascos de los últimos 100 años, a los jóvenes islámicos también se les educa en un gineceo donde el padre está ausente, y se le venera como un Dios por ser hombre. El niño también lo es, y está por encima de su madre, nunca se le ha dicho" te aguantas", pues la autoridad de su padre, única que le supera, sencillamente no aparece. No está. Está de cuadrilla, de chiquitos, en el frontón o en la mezquita. Por eso el caprichoso no soporta que haya infieles o la existencia de España, y como no se puede aguantar manifiesta su frustración asesinando inocentes. Cuántas vidas se hubieran salvado con dos azotes a tiempo.

Por eso, yo llevo defendiendo hace mucho un camino de purificación personal, un peregrinaje hacia la realidad y el autodominio. Voto por la creación de una cofradía de enemigos del fraude posmoderno, que individualmente regresen a la moral heroica que hizo fuerte y libre a occidente.

Para saber en que consiste esa moral acabaré con dos ejemplos:

El primero se opone a la muy posmoderna- y romántica- estupidez de que es bueno y prestigioso manifestar los sentimientos. A cierto caballero victoriano le intentaron vender que era sano llorar en publico a lo que contestó:
-Llorar en público es como mear en la alfombra. Intolerable salvo para niños y emfermos.
Eso es disciplina de convivencia, que hizo libre y grande al Reino Unido.

El segundo es más cercano, y más impresionante. Isabel de Portugal, esposa y prima de Carlos I -ambos nietos de los Reyes Católicos- tuvo a Felipe II en un parto terrible que casi acaba con ella. Cuando médicos y damas le aconsejaron que se desahogase gritando, que sería bueno para ella y la criatura, respondió en su delicioso portugués natal:
-Morrer morrerei, mas não gritarei.( Morir moriré, pero no griteré)
Eso es conciencia de su posición en el mundo y de sus deberes, de las cargas de su cargo y de hacerse digna de merecer sus privilegios.
Ese "talante",y no el de ZP, es el que hizo grande a España y libre a occidente, pues en último término no es sino la manifestación poética del romano patriota, individualista y libre que todos llevamos dentro.

Nosotros somos la aristocracia verdadera. Comportémonos como tales.

5 comentarios:

fermat dijo...

Extraordinario diagnostico QRM.

Rebelión contra la realidad sí, pero sobre todo rebelión contra uno mismo, existe una pulsión suicida, una negación de aquello que nos ha determinado como lo que somos; es una moral del autodesprecio. Cómo hemos llegado hasta aquí –porque me niego a considerarlo algo inevitable, existen culpables-, citas a los románticos –Byron, ese niño malcriado-, no es una mala hipótesis, pero son sobre todo aquellos que se han negado a asumir sus responsabilidades, quienes han preferido la adulación cobarde, quienes han clamado por la “igualdad” en beneficio propio -¿dónde está tu cabeza ahora Philippe Egalité?- quienes se rodearon de mediocres para poder destacar; todos ellos señalaron el camino que culmina ahora en esta pobre posmodernidad.

La posmodernidad, como bien dices, es vacía, mera pose, pero lleva en su seno algo peor: el abandono de la racionalidad. Esa posmodernidad en la cultura como en la política, lleva aparejada una enfermedad de nuestro tiempo que nos pasará factura, el triunfo de lo irracional en cualquiera de sus formas, y la apelación a lo emocional como única medida de las cosas. La infantilización de la cultura, las aberraciones de las reformas educativas, el sectarismo en la política, el pensamiento débil; todo ello es fruto de lo mismo: la derrota de la razón frente a lo emocional. Alguien me acusará de frío racionalista, pero quien me entienda, sabe que es justamente lo contrario, esa misma razón que me descubre la belleza de un teorema matemático, es la misma que me ayuda a entender mis sentimientos y disfrutar de ellos.
En cuanto al arte moderno, no diré nada, me remito a un anterior post tuyo en este mismo blog. Me gustan los museos de arte moderno, son bonitos lugares en los que pasear escuchando buena música, en cuanto a su contenido, hace ya tiempo que no me interesa nada.

Me uno a tu cofradía QRM, ya lo sabes, cada cual debe encontrar su camino, pero el enemigo es el mismo. Reivindicar con orgullo aquello que somos, volver sin tapujos a una racionalidad olvidada, ser conscientes de que defendemos valores más justos y mejores y decirlo sin complejos, y sobre todo, hacer frente a los nuevos bárbaros, sin miedo.

Las ocas hace ya tiempo que graznan en el Capitolio, es hora ya de que hagamos algo. Sí hagámonos dignos de los que somos.

P.D. Con respecto a mi entrada anterior, ¿dónde encontrar camisetas que hagan apología del Estado de Israel? Me gusta la idea.

fermat dijo...

ludfranz:

Antes de nada he de decirte que con respecto a la publicación de tus entradas en el blog, ponte en contacto con QRM a partir del domingo, tu colaboración resultará inestimable y desde luego enriquecerá de manera notable a SC.

He leído con interés tu extenso comentario, merece una respuesta meditada. Tendrá que esperar unas horas, escribo esto desde el trabajo y debo cumplir ciertas obligaciones contraidas.

Un cordial saludo.

fermat dijo...

Un par de cuestiones a raíz de tu comentario ludfranz.
¿Puede la razón, proporcionar ese sentido perdido? ¿Es la razón el principio regulador buscado?

Estoy convencido que sí. La muerte de ese espíritu del cual hablas –y no volveré a utilizar ese nombre, coincido contigo en los estragos que han hecho siglos de manoseo conceptual-, es la muerte de la razón. Es un sentido perdido en la medida que la razón se ha ido abandonando; arrinconada en sus aspectos más “materiales”, por llamarlos de alguna forma, la razón ha perdido protagonismo convirtiéndose en el pariente pobre de la vida: es útil, pero ha dejado paso a ese dominio de lo puramente sentimental, una emoción ya sin medida ni referente de ninguna clase. Y de ahí vienen estos lodos que nos enfangan: esa búsqueda espasmódica por lo nuevo, esa conciencia infantilizada, esos nuevos dioses a los cuales sacrificar nuestra independencia, en fin, posmodernidad, ídolos mediáticos, corrección política y libros de autoayuda.

Es el abandono del logos lo que ha producido ese desencanto del mundo, le ha privado de toda medida y también de toda “revelación”. Se nos muestra como algo extraño, ajeno al hombre, y es precisamente ese extrañamiento lo que es necesario cubrir -no importa lo impostados y falsos que sean los ropajes-, para no caer en la desesperación. Ese es el pecado del hombre posmoderno. No es el desvelamiento de los “secretos” del mundo lo que produce el desencanto, si no todo lo contrario, la renuncia ha hacerlo. El poder de la razón no se limita a reducirlo todo a un mecanismo de relojería, a un encadenamiento de causas y efectos; es mucho más que eso, es pura creación. Es difícil explicar lo que significa contemplar la belleza encerrada en un teorema matemático; lo que significa arrancar un átomo de verdad, ser consciente de ello, merced a la razón; lo mucho que se pone en juego cuando nos enfrentamos, armados únicamente con la razón, al mundo que nos rodea. No, no es un mecánico engranaje, ni una reducción a funciones y utilidades, la razón es mucho más que eso, tú mismo lo has apuntado cuando has citado al arte, al “verdadero” arte. La experiencia artística jamás ha sido nada sin la razón, es justamente lo que la hace posible. En cuanto al viejo Nietzche, bueno, siempre me pareció imperdonable ese elogio de la irracionalidad.

Se nos avecinan nuevos dioses que sustituyen a los antiguos, dioses que también poseen su mitología, sus sacrificios, sus herejes. No es ese dios que esbozas, son por el contrario, los dioses que producen el tedio, el hastío, el miedo y sobre todo una irresponsable irracionalidad; dioses vengativos y terribles, pregunta si no a cualquier ecologista en activo. Habrá que combatirlos con aquello que hemos contado siempre: la razón, te lo dice un ateo -un ateo tranquilo, orgulloso de su herencia judeocristiana y a salvo de cualquier memez anticlerical.

He dejado para el final una cuestión en la que estoy totalmente de acuerdo contigo. Lo peor de todo no es este clima que nos rodea, no es la muerte de ese sentido que parece perdido, esa sociedad huérfana de todo principio. Lo peor, es la absoluta indiferencia que dicha pérdida provoca, contra eso me cuesta encontrar salidas, pero algo habrá que hacer.

Un placer charlar contigo ludfranz. Un saludo.

QRM dijo...

Llego de la Pérfida Albión y me encuentro con estos comentarios vuestros, tan brillantes que me abruman.
Realmente, no sé por donde empezar. Supongo que en un futuro tendremos ocasión de profundizar en éstos temas, pero sí me gustaría comentar algo de cada uno de los puntos de vista de cada uno.

Fermat: Como buen matemático aprecias la razón en lo que vale, y estoy de acuerdo contigo, amigo. Sólo quisiera resaltar que como toda herramienta, el razonamiento exige una disciplina en el aprendizaje de la que el "homo post-modernus" carece. Es precisamente esa falta de disciplina de la que adolece el caprichoso y malcriado, y que le lleva a aferrarse la fantasía y la emotividad y sensualidad más grosera - no la sublime, como la pretendida por los epicúreos hedonistas, enlazando con tu post anterior- .
El alma humana, su espíritu, no es algo innato al hombre, a mi juicio, sino adquirido, a costa de disciplina y educación. Evidentemente, también cariño y afecto. No quiero dar una imagen excesivamente espartana. No soy nazi, evidentemente. Sólo quise resaltar que la postergación de disciplina y esfuerzo como valor educativo es sintomática, además de ridícula y suicida. Lo segundo se refiere a los terroristas, niños mimados a mi juicio. La ridiculez, al esperpento que supone el que la ley -como he descubierto hoy al llegar- pueda desde ahora transformar el sexo del individuo a su voluntad, sin requisito fisiológico alguno. Esta ley es el paradigma de la posmodernidad. Si te sientes mujer y no lo eres, lástima, te tendrás que aguantar, y por aguantarte no pasa nada. Si te sientes Julio Cesar y eres en cambio Pepe Perez, te aguantas o vas al psiquiatra. Pero aunque la ley diga que eres Cesar, la realidad es rebelde al capricho, y a la larga tampoco el cambio legislativo satisfará al malcriado. Es la realidad la que le incomoda, y esa no se puede cambiar por la ley.

Ludfranz-Oswald: Amigo, ante de nada quisiera recordarte, como ya hice en otro post anterior, que sólo tienes que mandarme tu dirección de correo electrónico -mi dirección está en mi perfil- o bien en un post, yo la introduciré en blogger encantado para que puedas unirte a nuestro equipo y colgar entradas.
En cuanto a tus comentarios y el manifiesto, son tan poliédricos, tienen tantas facetas que no creo poder abarcarlas todas. En cuanto a la crítica que el artículo que nos presentas hace de lo neo-cons, me parece sabia y acertada. No creo que tenga razón, pero es una crítica muy razonable y legítima. Sólo quiero decir en cuanto a ésto que yo -no se si otros liberales- no parte ni del optimismo ni del pesimismo antropológico. A pesar de lo que diga ZP, él y todos los fachirrojos son pesimistas en cuanto al género humano, y optimistas en cuanto al estado-curiosa distinción, el estado son también personas, claro que ellos creen que son ellos. En eso sí confían. Yo creo que el hombre por naturaleza no es ni bueno ni malo. Es LIBRE. Y utilizar esa libertad exige un aprendizaje disciplinado y cuidadoso que hoy brilla por su ausencia. Aprendizaje de dominio de uno mismo, para convivir con otros.
El manifiesto es interesantísimo. A bote pronto, te diré que comparto ese desasosiego, el malestar que denuncia. Pero no estoy aún seguro de compartir sus postulados. Sí creo que a pesar de las apariencias, el hombre no ha matado a Dios. Sólo ha sustituído el cristiano por otros, o ha anegado su necesidad espiritual y de transcendencia en una montaña de bienes de consumo, que no le satisfacen del todo, pero le mantienen ocupado, gordo y aburguesado. Colma sus caprichos materiales, que no los espirituales, pues como le dije a fermat, el espíritu -incluso en alguna acepcion etimológica- exige un esfuerzo y una voluntad totalmente ausentes en el malcriado adulto posmoderno, siempre impúber.
El aristócrata nietzscheano no es el hombre del siglo XX. Este mató a Dios de mentirijillas, y lo sustituyó por baratijas, y le aterra enfrentarse sólo a la transcendencia y a la muerte. Ya hablaremos de ésto, si quieres.

Artorius: Muy interesantes también tus comentarios. Sólo quisiera aclararte que nada tengo en contra de los sentimientos. Es parte sublime del alma, de la que ni se puede ni se debe prescindir. Yo quería sólo dar valor al control sobre uno mismo, a desmantelar la patraña de que "dejarse llevar","desahogarse" y "frustración" son necesidades inevitables y perentorias. De eso nada.
Igual que no estoy de acuerdo "si no se llora delante de alguien las lágrimas no tienen sentido y son signo evidente de una debilidad incompatible con el ideal de dominación absoluta, de soberanía sobre sí mismo " según dices. No encuentro que valor puede añadir a las lágrimas el hecho de que los demás las vean. Más bien encuentro valor en que la comunidad vea el esfuerzo que por respeto a ella hace el no-llorón. Desahogarse en lugar apropiado y a voluntad, sea de lágrimas o de orina, forma parte de la sana educación. Claro que todos necesitamos llorar. Igual que defecar. Hacer ostentación de los sentimientos a mí me parece obsceno. Es algo íntimo. Y vender la bondad o humanidad de uno, cosas que se sobreentienden, me parece como vender la sexualidad, a lo que tan acostumbrados nos tienen los pijiprogres (¿de que vivirían Zerolo o Izaguirre si no fueses homosexuales?): pura pornografía.

Saludos a todos, queridos amigos, y estoy ya a vuestra disposición, en esta entrada o en las que los miembros del equipo - Oswald, te esperamos- tengan a bien publicar. Hasta pronto.

Anónimo dijo...

No he podido ni acabar de leer el "articulo"... el título en sí ya era rebelador.

Ver al Presidente del gobierno como un icono de la posmodernidad me alegra, mas que ver a un recalzitante retrogado. Y por suerte ya la gran mayoría de la sociedad, sin ser conciente, tiene ideas posmodernistas.

uff...suerte.