"La voluntad nacional es una de las palabras de las que los intrigantes de todos los tiempos y los déspotas de todas las épocas han abusado más. Unos han visto su expresión en los sufragios comprados por algunos agentes del poder; otros en los votos de una minoría interesada o temerosa, y los hay, incluso, que la han percibido plenamente formulada en el silencio de los pueblos y han deducido que del hecho de la obediencia nacía para ellos el derecho de mando"

A.Tocqueville, "La Democracia en América"

jueves, noviembre 16, 2006

EL OPTIMISMO COMO DEBER

Ante las tribulaciones sin cuento que padecemos me parece intolerable cualquier atisbo de derrotismo. El primer deber de todo ciudadano es no admitir la derrota, y la acomodaticia rendición que nos atrae con sus cantos de sirena debe ser desterrada de nuestros corazones.

Son varias las manifestaciones del derrotismo: desde los que aceptan la ideología predominante por comodidad, falta de personalidad o cobardía -en el rebaño siempre se siente uno protegido- hasta los que no hacen más que llorar como plañideras recordando que todo tiempo pasado fue mejor. Estos últimos suelen escudar su inacción en la inevitabilidad de una decadencia imparable.

Aunque realmente la degeneración que nos anega fuese inevitable, es eso excusa?. Yo creo que la decadencia actual parte también de una debilidad espiritual, de un afeminamiento moral contra el que es más fácil pelear de lo que se cree. Recordad que "moral" es una palabra polisémicamente reveladora: significan tanto "empuje" como "honestidad". A mi juicio, lo honesto es el empuje. Lo moral, el optimismo. Lo honrado, no rendirse. Aunque la derrota sea segura. Y este espíritu, que no depende ni de las circunstancias, ni de nada externo más que de nuestra propia voluntad es aquello verdaderamente revolucionario que está al alcance de nuestra mano. Es el arma secreta de que disponemos cada uno en esta guerra.

Este cambio de enfoque frente a los problemas de este mundo tiene mucho que ver con la búsqueda de soluciones a esta crisis en las que nos han precedido. En la historia está que cuando toda Europa había sido conquistada por los Nazis; cuando hasta Francia, aún heredera heroica de la guerra de 1914-18, se rindió miserablemente en semanas; cuando el aparente enemigo directo de los nazis, los comunistas, se alió con ellos para repartirse Europa; cuando aún USA no era beligerante y la Gran Bretaña estaba sóla ante el mundo entero, Churchill, y por su boca toda su gran nación, dijo: No nos rendiremos jamás. Y eso que los alemanes les tentaron con ofertas más o menos honrosas y negociadas, poco onerosas en comparación con proseguir la guerra. Aguantaron porque era su deber. Y contra todo pronóstico, vencieron. Ese espíritu es el que cada uno debe adoptar, la estrella que ha de guiar a nuestras tropas en esta guerra por la libertad. Frente a la decadencia, valor. Frente al derrotismo, arrojo. Empuje, gallardía y honor serán nuestras armas. Están en nuestras manos.

Para empezar, es de destacar que los españoles, podemos hacerlo. Y la prueba está en que esta nación hoy decadente, ya lo hizo en el pasado. Un enfoque imparcial de nuestra historia la he encontrado en un viejo libro:

"Los españoles pueden recordar con orgullo que el solo hecho de haber descubierto, conquistado, explorado y creado la estructuración externa de su imperio colonial americano constituye ya por sí una de las mayores hazañas que jamás haya llevado a cabo pueblo alguno. Y más loable es aún el haber llevado su cultura a los naturales del pais, a los que lejos de exterminar empezaron a educar en el espíritu cristiano. (...)Aunque fueron cometidas equivocaciones y crueldades, que por cierto fueron censuradas principalmente por los mismos españoles, no merece la obra realizada, en manera alguna, aquel descrédito con que , por contrastes políticos y religiosos, la motejaron los ingleses y más tarde los anglosajones."

Josef Stultz, "Die Vereinigten Staaten von Amerika". Freiburg im Breisgau, 1934.

Otro ejemplo: Ante el asedio de 50.000 turcos comandados por Barbarroja, la plaza de Herzeg Novi (Castelnuovo, en las crónicas. Costa Dálmata), en poder de un Tercio Viejo al mando de Francisco Sarmiento -menos de 4000 hombres-, resistió las acometidas del verano de 1539, el invierno de 1540. Y de la primavera. Y llegó la acción de castigo de Barbarroja, con fuerzas muy superiores por mar y tierra, que hacían imposible cualquier intento de socorro para los sitiados e inútil cualquier intento de resistencia.

"¿Qué ocurrió entonces? El Archivo Real de Bruselas posee un preciso documento a este respecto. Se trata de la relación de dos cabos de escuadra de la compañía del capitán Vizcaíno, unos de los pocos supervivientes a la matanza.
(...) Barbarroja se tomó el asedio con calma...El 23 de julio, considerando ya ultimada la fase inicial (trincheras y artillería) mandó un ultimátum al maestre de campo Francisco Sarmiento, para que se rindiera con los suyos, entregando la plaza; un ultimátum con honrosas condiciones: se le facilitaría el paso a Italia con todos sus hombres, y a banderas desplegadas, amén de ofrecerle una golosina de 20 ducados para cada soldado, lo que entonces era una cantidad no despreciable. Sólo exigía que abandonasen la artillería y las municiones.

Es en ese momento cuando el relato del manuscrito de Bruselas alcanza su máximo interés. Sarmiento consideró que debía transmitir a sus oficiales las honrosas propuestas de Barbarroja.

El maestre de campo comunicó a los capitanes y éstos a los oficiales, y resolvieron que querían morir en servicio de Dios y de S.M., y que viniesen cuando quisiesen...

Ante la resistencia enconada, Barbarroja decidió barrer la plaza con la artillería, hasta conseguir que no quedara piedra sobre piedra. Pero aquellos valientes decidieron defender la plaza y los restos que quedaban del castillo; apenas 500 soldados, contra miles que se les venían encima. Y cuando no pudieron más, se retiraron ordenadamente "en escuadrón", como si estuvieran en una parada militar hacia el castillo de abajo que defendía el puerto. Aún seguían animándolos el Maestre de Campo Francisco Sarmiento, y los capitanes Vizcaíno, Masquete, Serón, Luis de Haro y Machín de Monguía. Ya no quedaba sino morir, las espaldas contra las espaldas, y así nos lo relata con dramática sobriedad el manuscrito de Bruselas:

Ya la tierra por todas partes era tomada. Y Juan Vizcaíno murió allí, peleando como valiente hombre. Y Francisco Sarmiento andaba a caballo y bien herido. Y queriéndolo salvar, no quiso, y dio espuelas al caballo, y metióse peleando en la mayor furia de los genízaros. Que no se halló muerto ni vivo, ni saben qué se hizo.

Apenas si hubo supervivientes:algunos pocos que, logrando romper el cerco, encontraron refugio en la cercana República de Ragusa; el resto , tres o cuatro docenas de heridos, fueron llevados a Constantinopla como esclavos."

Manuel Fernandez Alvarez, Carlos V, el César y el Hombre. Espasa. Res. Pág. 576 y ss.

Evidentemente no podemos cambiar el mundo de golpe. Pero podemos cambiar nosotros .Como los monjes medievales o las órdenes militares, seamos como un sagrario viviente del espíritu de occidente. Y venceremos, porque nunca nos derrotarán. Ya sean los fachirrojos populistas con su artillería demagógica, ya los nazis con turbante con su terror asesino, ya cualquier otro enemigo de la libertad y la civilización, no nos rendiremos jamás. Que vengan cuando quieran.

3 comentarios:

pacobetis dijo...

El espíritu de Las Termópilas, el espíritu del Gheto de Varsovia, ... Tenemos un ejemplo claro en la lucha por la supervivencia de Israel desde que en 1947 es atacado por todas sus fronteras por 5 ejercitos árabes y consigue vencer a pesar de tener las manos atadas por los británicos.
Solo hace falta tener el convencimiento de que haces lo correcto y la seguridad de que el enemigo nos exterminará si lo dejamos.
Ninguna de ambas cosas me ofrece dudas, así que "pa´lante"

fermat dijo...

La certeza. Eso es precisamente lo que me hace seguir adelante. Con la absoluta certeza de un teorema, sé que aquello en lo que creo es lo correcto, jamás he estado más seguro de alguna cosa. No es jactancia, ni prepotencia, ni si quiera inconsciencia: es simplemente certeza. Y creer en la verdad no sólo es una cuestión epistemológica, es sobre todo una opción moral.
Ser honesto, no poner excusas, estar orgulloso de lo que uno cree: son nuestras armas, armas que jamás debemos abandonar, jamás.
Es un combate ideológico, será por tanto largo, lleno de peligros y cantos de sirenas, pero no debemos cejar. Hace tres años creí que la única opción era el blindaje del exterior, tal era la hez que nos vino encima, no lo consideraba una derrota, puesto que jamás me iban a hacer cambiar mis opiniones, pero pensaba que era la única opción. Ha sido, sobre todo, en este último año cuando he ido cambiando de opinión. Eso es justamente lo que quieren, que no molestemos. Por qué renunciar si tengo razón, por qué. Somos mejores que ellos, por qué ocultarlo. Les damos miedo, lo puedo asegurar, tienen verdadero pánico a que alguien pueda poner en duda esas verdades sagradas en las que se basa el ideario progre. Haced la prueba, ser la mosca cojonera de su “buenrollismo” progre, ya no aguantan tanto como antes, enseguida te sueltan el consabido “fascista”, fin de la discusión. Decidles que escucháis a Jiménez Losantos, que os habéis comprado el último libro de Luis del Pino, que leéis a Gustavo Bueno, poneos una camiseta de Israel, decid que el capitalismo os encanta, que es de cobardes negociar con asesinos…en definitiva no os avergoncéis de lo que sois. Haced que os tengan miedo, que se lo piensen si quieren discutir de política. Sabed, que en el momento en el que sueltan el desesperado ¡fascista!, no tienen argumentos, sabed que en ese momento habéis ganado, hacédselo notar; ellos si lo saben, por eso nos temen.
A pesar de todo no va a ser un combate fácil, ni corto. Pero sé una cosa: no pueden ganar, su papilla ideológica se basa en la mentira, la iniquidad y el entreguismo a la peor de las barbaries. Puede que acabemos luchando en las ruinas de todo esto: hacedles saber que estáis dispuestos a hacerlo.

Que vengan, que vengan.

Amigo QRM, envidio tu periplo londinense, yo también he podido ver, en un vulgar turista jubilado, la negación del derrotismo.

pacobetis dijo...

¿Sabes lo más importante de plantarles cara? Que pones los cimientos para que otros también lo hagan. Otros que también abominan de lo que ven constantemente en la "prensa del movimiento", que no comulgan con el pensamiento único de lo políticamente correcto, que se siente asqueados ante la impunidad de los terroristas y los que los protegen, que sienten vergüenza ajena cuando oyen y ven a estos dirigentes de la "España de Torrente", .... Pero que se sienten acobardados ante la prepotencia progre y necesitan que alguien de el primer paso. Después vienen y, bajito y sin que se les note mucho, te dan la razón, se identifican contigo. Es un comienzo.